OPINIÓN

Ante la muerte, la palabra nos libera

En fechas de difuntos se descubre que el sufrimiento por el duelo no es bello, pero es fuente de inspiración

Alegoría de los versos de un poeta en duelo.

Alegoría de los versos de un poeta en duelo. / EPE

Rafael Rodríguez-Ponga

Frente a la muerte, necesitamos una palabra amiga, una palabra que nos alivie los momentos de pesar. Recibimos las palabras por los oídos, por las miradas y por las letras. Descubrimos, una vez más, que quienes saben decir acertadamente las palabras con belleza son los poetas. Observamos, constatando lo evidente, que la poesía actual habla de la muerte porque habla del amor: del amor humano más sincero y natural. Quien ama de verdad siente el dolor desgarrador causado por la ausencia, por el amor perdido para siempre, ya sea un hermano o una hermana, una nieta o una sobrina, el marido o la mujer, la madre o el padre, o tal vez un amigo. 

Los poetas sufren y nos lo dicen. Nos identificamos con cada persona que sufre, con el grito dolorido que exclama que "no has muerto para mí, te lo aseguro" (Aurora Salvador); con la declaración de amor del viudo que escribe que "sentirse definitivamente hundido es una forma mía de estar enamorado" (Luis García Montero); con la orfandad del que llora con pesadumbre "y cuánta soledad entre los olmos" (Alfonso Albalá); con la terrible sensación de que navegamos en "un mar que ya no es mar, un mar inmóvil" (Julio Martínez Mesanza), pues "un salvaje mar pasea a veces a la muerte" (Carles Duarte); con la certeza de que "la vida es un combate a muerte en el que, al final, siempre perdemos" (Basilio Rodríguez Cañada); pero con la esperanza de volar "bordando sus silencios de eternidad" (Beatriz Hernanz). Los versos se combinan con la metáfora más conocida y repetida de nuestra literatura: "la mar, que es el morir" (Jorge Manrique).

Expresión estética

El sufrimiento por el duelo no es bello –desde luego que no–, pero es fuente de inspiración para crear belleza. El arte es, en gran medida, la expresión estética del dolor humano, a veces atroz. La pintura, la escultura, la música, el cine, la fotografía o los videojuegos son creaciones artísticas que reflejan el dolor. Y, a través del arte –la poesía es el arte de la palabra– encontramos no solo la belleza, sino el sentido espiritual que nos transforma a partir del dolor y del amor, porque llega un punto en que los poemas que leemos aparecen convertidos en oración.

La poesía contemporánea, tan variada, presta una especial atención a la muerte. Los poetas de nuestro ámbito hispánico –de España, de América, de Guinea Ecuatorial o de Filipinas– saben expresar poéticamente el sentimiento por la muerte de un ser querido. Lo hacen con vocación liberadora. Si escribir libera, leer también lo hace, desde luego. Los lectores en duelo nos sentimos identificados con estos poetas. Leemos sus palabras y descubrimos con emoción que nuestro dolor puede expresarse. Los poetas saben expresar lo más difícil. Ellos nos enseñan sus versos, llenos de vida y de verdad.

Cuánto agradezco a los poetas sus palabras, muy en especial cuando estamos ahogados por el dolor y las lágrimas, saladas como el mar hacia el que viajamos.

[Rafael Rodríguez-Ponga es rector de la Universitat Abat Oliba CEU y autor de Poesía para vencer a la muerte]