Opinión | ALTA FIDELIDAD

La literatura de Rafael Berrio

Escucho esa obra maestra que es su disco '1971' y no dejan de asombrarme sus melodías y sus letras

El compositor, músico y cantante Rafael Berrio

El compositor, músico y cantante Rafael Berrio / EPE

El 23 de abril de 2018 casi conocí a Rafael Berrio. Ese Día del Libro íbamos a celebrarlo en Radio 3 con una programación especial desde la Biblioteca Nacional durante toda la jornada. A mí me tocaba empezar a cerrarla a las nueve de la noche y pensé en invitar al programa a gente vinculada con los libros y con la música y que además estuviera relacionada entre sí. Esta era mi lista de invitados: el cineasta Jonás Trueba, la cantante y compositora Miren Iza, el escritor Andrés Barba y el músico Rafael Berrio.

Jonás aún no había sido editor de Caballo de Troya, pero había publicado en Periférica Las ilusiones y sobre todo me interesaba la presencia de los libros en sus películas, como en Los exiliados románticos, en la que aparecía Miren Iza que, a su vez, cita a Andrés Barba en una de sus canciones. Berrio creó esa preciosidad que es Arcadia en flor para La Reconquista, la película de Trueba en la que participó y eran buenos amigos. Berrio, además, no era solamente un gran escritor de canciones, sino un apasionado lector, por ejemplo, de Baroja.

Jonás me dijo que, casualmente, el músico vasco ese día estaba de paso en Madrid, que él le propondría venir. Nos dijo que sí, que si todo cuadraba vendría con nosotros. Y hoy, cuando se acaban de cumplir cuatro años de la muerte de uno de nuestros más grandes cantautores, me acuerdo del día en el que casi conocí a Rafael Berrio.

Abrumado

Aquel programa no pudo ser. Andrés Barba no estaba en Madrid, Miren se puso enferma en el último minuto, Jonás fue el único que llegó a sonar en antena. Estuvimos un largo rato hablando de su libro, de sus escritores favoritos, de escribir para el cine, de ser lector. Minutos antes de las nueve de la noche, cuando Jonás y yo nos íbamos a sentar para empezar el programa, Rafael Berrio apareció entre el público con su guitarra y mala cara. Nos acercamos a él, estaba abrumado, había demasiada gente, nos dijo, no se esperaba tanta gente, hablar delante de tanta gente, actuar delante de tanta gente. Nos pidió mil perdones, no se veía capaz. Le dije que era una pena, que nos perdíamos algo grande, pero que lo entendía y que ya solamente que hubiera venido a intentarlo me parecía un detalle.

Él estaba desbordado y yo me despedí de él lamentándome por lo que se escapaba. Rafael Berrio se marchó, Jonás Trueba y yo hablamos de libros y nadie supo que había estado en la Biblioteca Nacional aquel escritor de maravillosas canciones como Simulacro o Dadme la vida que amo, letras que precisamente Jonás Trueba editó a los pocos meses de morir Berrio en 2020 en Comares bajo el título de Absolución.

Escucho esa obra maestra que es su disco 1971 y no dejan de asombrarme sus melodías y sus letras, muchas veces recitadas como en esa canción de despedida que es Las mujeres de este mundo: “Yo me moriré un día borracho junto a una tapia y mis pupilas reflejarán la última luz de esa mañana. Se cuajarán mis ojos rememorando bajo la lluvia un torbellino de espantos y de bellezas pasadas. Ya no me importarán entonces ni el hambre ni las estrellas. Seré para esa nave un equipaje bien liviano”.

Rafael Berrio no llegó -tampoco quiso- a un público más amplio, pero cuatro años después de su muerte ojalá todavía haya quien lo descubra. Jonás Trueba siempre dice que envidia a quienes puedan aún escucharlo por primera vez. Yo también. Ojalá sea su caso ahora, lector.