CRÍTICA

'Diario de sueños', de H. P. Lovecraft: ¿quién sueña al que sueña?

En el segundo volumen de la correspondencia del mago de la ciencia ficción se recogen todos los sueños que les envió a sus amigos.

H. P. Lovecraft, el mago de la ciencia ficción

H. P. Lovecraft, el mago de la ciencia ficción / EPE

Hace unos pocos años me acerqué por primera vez a la literatura de Lovecraft (aunque tenía noticas de su mundo, que flota de manera encontradiza en nuestros imaginarios) gracias a la magnífica edición de las cartas a cargo de Javier Calvo. Me despertó una áspera ternura el personaje: voluntarioso y amateur, atrapado en un pasado más libresco que real, férreo racionalista, y obcecado en verter la repugnancia miedosa que le despertaba su presente (incluida la democracia, el feminismo más tímido, y la existencia de personas cuya piel no era del todo blanca) en miniaturas de horror.

Pasado un tiempo intenté una inmersión en la narrativa de Lovecraft, y no les voy a engañar, la cosa no fue bien. Lovecraft es un escritor opaco para cualquier rasgo psicológico que no sea el susto o el pánico; sin el menor sentido de la economía a la hora de verter en la página lo mucho que ha estudiado sobre geología, minerales, runas o alfabetos inventados; y con la manía (rozando la obsesión) de ir adelantándole al lector (leves golpes de codo como diciendo: “ahora verás”) lo espantosa que será la siguiente página y el indescriptible horror que allí nos espera.

Los discípulos, mejores que el maestro

El mayor interés de Lovecraft está en la infatigable invención de situaciones “extrañas”, en el poder sugestivo de sus imágenes (pese a la promesa de que son indescriptibles) y en los amplísimos, casi lisérgicos, espacios temporales que maneja. Su imaginario ha triunfado hasta el punto de que su influencia escapa al cálculo. De manera que lo endeble de sus narraciones combinado con su éxito comercial provoca un efecto sorprendente: cualquiera de sus discípulos es capaz de escribir un relato de Lovecraft mejor que el maestro. Esto puede sonar displicente, pero les prometo que lo digo casi como elogio.

Y después de este leve desencuentro llega el segundo volumen de su correspondencia donde se recogen todos los sueños que Lovecraft les envió a sus amigos. Fragmentos oníricos, imágenes y pesadillas, incluso breves desarrollos narrativos (¡uno de tema romano!) que nos ingresan en el territorio de invasiones parásito, agentes informes, intercambios de mente y desplazamientos temporales que solo pueden pertenecerle a Lovecraft. No diré que he disfrutado más de estas imágenes en crudo que con sus elaboraciones en la ficción, pero un poco sí que lo pienso.

Completan el volumen los comentarios, tan sueltos como eruditos, de Javier Calvo situando las imágenes oníricas en los relatos donde se desarrollaron, y un apartado final con las cartas gatunas de Lovecraft, donde el taciturno y amargado escritor (pero, ¿quién sabe cómo se vive una vida desde dentro? Igual la suya era fiesta) se revela con el brío simpático de un personaje de Dickens.

El libro se cierra con las espadas en alto y la promesa de un tercer volumen con las opiniones políticas de Lovecraft. A tenor de las pinceladas que el mago de la ciencia ficción nos ha ido ofreciendo sobre el “mundo que le rodea” en estos dos volúmenes va a ser un espectáculo cuando se suelte. Vayan preparando todo el arsenal sobre la conveniencia o el escándalo de separar el autor de la obra porque lo vamos a necesitar.

'Diario de sueños. Cartas de H. P. Lovecraft, Vol. II.'

H. P. Lovecraft

Traducción de Javier Calvo

Aristas Martínez

256 páginas

27,90 euros