Silvia Corbacho, periodista y comunicadora cultural: "Debemos contar lo que merece la pena, al margen de la maquinaria"

Es complicado acertar con el oficio de Silvia Corbacho: mueve y remueve tantos proyectos y desde tantas perspectivas que el título de periodista le queda apretado. "Soy alguien que, por suerte o por desgracia, no tiene una vocación clara", confiesa. Orgullosa de ser periodista, máster en Relaciones Internacionales y en Gestión Cultural, ha pasado su vida haciendo de todo: producción, dirección creativa, conceptualización y comunicación empresarial, cooperación internacional... "cuando todo se hacía diferente, en una época casi preinternet".

La vida la llevó a Perú y de vuelta a España, coincidiendo con el inicio del confinamiento, cuando nació Agua de Lourdes. "Cuando comunicas arte o cultura es un mano a mano por visibilizar a los pequeños, contando las cosas de forma más humana, más ética y honesta", reflexiona Corbacho, que lleva cuatro años comunicando desde proyectos de la Cruz Roja hasta el Festival Poetas y Universal Poem.

"Mi vida ha tendido a la participación continua con la gente", dice. Entiende la necesidad de anticiparse, de buscar periodistas que sean portavoces adecuados y la calidad del mensaje, y de huir del bombardeo abrumador que confunde comunicación con márketing: "Debemos contar lo que merece la pena, al margen de la maquinaria, porque no todo el ocio es cultura. Los medios acreditan que quien está detrás sabe de lo que escribe, a diferencia de las redes sociales".

Sin embargo, siente que poco a poco avanzamos hacia algo más sostenible mentalmente: "Confío en la inteligencia de mis compañeros y creo que, si tratas a la gente como si fuera inteligente, te lo va a agradecer. El público ya no compra cualquier cosa".