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Las sugestivas y literarias noches de San Juan

La noche del solsticio de verano nos hace iguales, Todos podemos beber del néctar de Puck y caer rendidos ante las tentaciones que envuelve

La Noche de San Juan, recreada en una ilustración de Sara Martínez.

La Noche de San Juan, recreada en una ilustración de Sara Martínez. / EPE

Por alguna razón, la danza seductora del fuego y el olor de la pólvora excitan nuestra imaginación. Como si, de pronto, los poros de la piel se abrieran, y también los ojos, bien grandes, y todo se volviera propicio para crear historias, aunque muchas estén inspiradas en la realidad. Ficción y no ficción. ¡Menudo juego!

Toda la literatura que ha provocado la noche del solsticio de veano, esa que es la más corta en el día más largo del año, es sugerente y misteriosa. Uno de los más reconocidos escritores catalanes, Pere Calders (1912-1994), con una dilatadísima obra, comenzó a ser popular cuando la compañía teatral Dagoll Dagom llevó al teatro la versión de sus cuentos, con música de Jaume Sisa.

Aquellas canciones, con letras de Joan Lluís Bozzo, decían, por ejemplo: "Les flames del foc la nit tornen dia/ Si arribés l’amor, que dolç que seria" (Las llamas del fuego la noche hacen día. Si llegara el amor, qué dulce sería).

La literatura de la Noche de San Juan está repleta de esa búsqueda del amor, o de la pasión, o simplemente de la aventura lujuriosa, o del volver a empezar. Desde William Shakespeare hasta nuestro conocido Juan Marsé, que escoge la verbena en Barcelona como escenografía para narrar una de sus aventuras narrativas más personales.

El rico y el pobre. El sagaz o el más atolondrado. Todos los personajes literarios son posibles en la Noche de San Juan por el proceso de cambio. Recuerden los versos de Joan Manuel Serrat en ¡Fiesta!: "Hoy el noble y el villano/ el prohombre y el gusano/ bailan y se dan la mano/ sin importarles la facha".

La noche del solsticio de verano nos hace iguales. Todos podemos beber del néctar de Puck y caer rendidos ante las tentaciones que envuelve esa noche. Pero todo acaba. El sol nos dirá que llegó el final. "Por una noche se olvidó/ que cada uno es cada cua"», canta Serrat. Así que, ya saben, tienten al destino y busquen el riesgo del solsticio.