MISCELÁNEA

He venido a hablar de mi libro: África Alonso, autora de 'Una luz tímida'

Hace unas semanas, llegó a las librerías su primera novela, que parte de una obra de teatro que ella también escribió

La acrtiz y escritora África Alonso, autora de 'Una luz tímida'.

La acrtiz y escritora África Alonso, autora de 'Una luz tímida'. / Paula Costas

África Alonso

He estado posponiendo escribir este artículo tanto como he podido. Lo he hecho como siempre pospongo las cosas que me piden silencio, excusándome en el trabajo. Mi mente es un reflejo de las pestañas abiertas en mi ordenador: veintisiete páginas, mil asuntos distintos, números, vídeos, e-mails en borrador a medio empezar o a medio acabar… En cada una de ellas meto los morros medio minuto, luego las abandono, y así voy pasando los días.

Hace cuarenta y un días que se publicó el libro y nada parece haber cambiado. Todavía estoy en la cama en la que me levanté la mañana en que entró en librerías, bajo las mismas sábanas de entonces, calentando el mismo café que sobraba en la cafetera. Mi cabeza vuelve a estar fragmentada, sobreestimulada, empeñada en la distracción permanente, igual que lo estaba antes de que empezara el proceso de escritura de mi primera novela.

En mi vida que son mil piezas (ahora actuar, luego producir, dar clases, sufrir, cantar hasta perder la voz, y luego volver a sufrir de nuevo), llegó un momento en que decidí centrarme en una sola. Llevaba años representando Una luz tímida, una obra de teatro en la que interpretaba el personaje de Isabely que había escrito hacía más de media década.

Mantenerla en los escenarios me suponía una batalla diaria contra el durísimo y asolador mundo de la producción artística en nuestro país, pero sobre todo contra mi propia expectativa de que algún día las cosas serían un poco más fáciles. Y pese a que durante meses revivía la historia en el escenario una y otra vez a través de mi propio cuerpo y mis emociones, la sentía cada vez más lejos. Sentía que ya no me pertenecía, que la obra me odiaba. Los sueños se habían manchado demasiado de responsabilidades.

En ese estado, en agosto de 2022, , me auto secuestré. Salí (huí) de Barcelona con la sensación de que la ciudad me expulsaba y me fui hasta el pueblo de Manuel, a unos cuarenta minutos de la ciudad de Valencia, donde sabía que, al menos por un tiempo, habían vivido los personajes reales en los ques la novela se inspiraba. Digo que me auto secuestré porque no hay nada más antinatural para alguien que se dedica al mundo de la interpretación como desaparecer.

Los actores y actrices tenemos que estar. Se nos tiene que ver. Si no estamos en alguna producción de teatro o TV, debemos estar en los estrenos, en los castings, en los workshops o, por lo menos, subides en el carrusel de lo social. Hacer las maletas y salir del mapa (un mapa en el que cuesta años hacerse un huequito) es una grandísima imprudencia. Los primeros meses en Manuel me despertaba con el ruido de mi propio corazón, coceándome desenfrenadamente en el pecho. Y no era hasta después de hora y media de caminar entre los pinos, y de responder como mínimo un par de correos, que lograba acallar la sensación de culpabilidad por todo lo que había dejado atrás en pos de algo tan intangible como una novela y que conseguía ponerme a escribir.

Y escribí. Un capítulo tras otro. Primero lo dejaba planteado en una hoja en blanco. Volvía a salir a caminar y dejaba que la posibilidad de ese capítulo, todo lo que podría ocurrirle a los personajes, me sedujera durante el paseo. Dejaba que las canciones aleatorias de mi lista de Spotify me sugirieran cosas o que reafirmasen aquellas que ya intuía. Me dejaba persuadir por el capítulo y sus posibilidades hasta que las palabras brotaban de la punta de los dedos y, totalmente embaucade, totalmente vendide, no tenía más remedio que escribirlo. Ya era de noche, iba a salir a caminar de nuevo. Tenía la miel en los labios y sólo quería escribir un capítulo más.

Desaparecí del todo y sólo quedan de mí las palabras.

Acabé viviendo los meses de aislamiento con tanto placer, que llegué a temer que aquel proceso fuera irrepetible. Me equivocaba. Hoy vuelvo a estar subide en el carrusel, como al principio. Todo vuelve a pasar tan deprisa a mi alrededor, que no sé si estoy siendo capaz de disfrutar las cosas buenas que está trayendo la publicación del libro. Fuera todo da vueltas, y creo que me gustaría bajarme, aunque sea con el miedo a no saber si podré volver a subir cuando todo se acabe de nuevo.

'Una luz tímida'

África Alonso

Seix Barral

440 páginas

21,90 euros