CRÍTICA

'Acto de presencia', de Carlos Alcorta: la poesía como una forma de vida

El poeta aglutina toda su obra en este libro, 14 poemarios con una notable base autobiográfica y más descriptivos que líricos

El poeta Carlos Alcorta.

El poeta Carlos Alcorta. / EPE

Juan Carlos Abril

Carlos Alcorta (Torrelavega, Cantabria, 1959) ha reunido su lírica bajo el título Acto de presencia, reelaborando algunos textos, suprimiendo algunos de sus primeros poemas y añadiendo a la lista su inicial Doureios Hippos (1986), creando una continuación –que estilísticamente, en efecto, existe– con Lusitania (1988) y los subtítulos Ritual de la luz. Libro primero y Libro segundo, respectivamente. Al mismo tiempo ha añadido al conjunto Los demonios del mediodía, de 1997 y hasta ahora inédito. Los libros recogidos suman 14 poemarios, esto es, sin señalar los anteriores: Un lugar en la memoria (1988), Condiciones de vida (1992), Cuestiones personales (1997), Compás de espera (2001), Trama (2003), Corriente subterránea (2003), Sutura (2009), Sol de resurrección (2009), Ahora es la noche (2015), Aflicción y equilibrio (2020), Fotosíntesis (2020), más tres textos inéditos.

Diferentes galardones avalan esta nutrida trayectoria, destacando el Premio Alegría-José Hierro, el Premio Ciudad de Salamanca, el Premio Hermanos Argensola y el Premio José Luis Hidalgo. Notable prosista, coordina entre otras actividades las Veladas Poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y ejerce su labor de crítico literario en medios como El Diario Montañés y en revistas literarias como Turia, Nayagua y Paraíso.

Generacionalmente, Alcorta se encuadra en la denominada generación de los 80, la cual acabó siendo aglutinada por la entonces hegemónica poesía de la experiencia. Su voz podría enmarcarse, con algunas particularidades y desde la más absoluta singularidad, en esa corriente, si bien sus dos primeras entregas antes citadas se aproximan más al Valente de Mandorla (1982) y Fulgor (1984), con piezas nada desdeñables: "Fue la última noche / junto al mar / más que un deseo / negándose en el agua: / la espuma sin rostros del olvido / en la arena borrada, / septiembre madurando / en el alféizar del tiempo. // Con las primeras luces / del alba / llegó la hora de partir. / Hacia las brumas. / Hacia mí mismo" (38).

Giro conversacional

A partir de Condiciones de vida (1992), opera en la poética de nuestro autor un giro conversacional que –a grandes rasgos– podría definir su obra hasta el día de hoy: "Admítelo. Con la sabiduría / y la experiencia que los años dan / no has logrado cambiar / tu suerte. Volver la vista atrás, / buscando una excusa, sirve de muy poco" (88). Hay matices, por supuesto, y la concentración de pensamiento sería sin duda una de las características fundamentales de este poeta, más allá de anécdotas y modas, tendencias o escuelas. "Percibo en el espejo otra lectura / de la realidad, / transitiva, limítrofe, / tal vez más verdadera. // La tarde no es mis ojos en la tarde, / sino un febril deseo que el lenguaje / pervierte y modifica" (224).

La poesía se presenta como constante forma de vida, acompañando la lectura metapoética de los letraheridos: "Martillea una idea fija mi mente día / tras día: revivir el momento preciso / en que la poesía se apropió de mi vida / y el poema adquirió una apariencia / tan humana que suplantó mi identidad, / hasta el punto de que ahora no sé / si soy yo este que escribe o soy un producto / que nace de la inspiración y adquiere / consistencia en el blanco de la página" (546).

Como señala en la nota preliminar, la "base autobiográfica" de sus poemas "ha sido notable desde el principio y su persistencia ha dado paso a una poesía más descriptiva que lírica, con una marcada tendencia a aumentar la reflexión existencial a partir de las descripciones" (9). De este modo, ese sesgo coloquial posee cierta torsión meditativa intensa que dota a los textos de una valoración, un análisis y una organización según un criterio efectivo, que va en muchos casos del mundo al sujeto, es decir, de lo objetivo a lo subjetivo, pero también a la inversa, alternando el dinamismo a veces paisajístico o topográfico con zooms cinematográficos amplios, recortes compositivos que recrean el espacio más allá del lenguaje espontáneo oral, que evidentemente en la escritura requiere de un proceso –digamos– más selectivo. En definitiva, una voz imprescindible.

'Acto de presencia. Poesía reunida, 1986–2020'

Carlos Alcorta

Ediciones Trea

668 páginas

25 euros