CRÍTICA

'La península de las casas vacías', de David Uclés: el Macondo español

En esta novela, el autor recrea la Guerra Civil con una mirada onírica y llena de fantasía 

El escritor David Uclés, autor de 'La península de las casas vacías'.

El escritor David Uclés, autor de 'La península de las casas vacías'. / José Luis Roca

Marta Marne

En un momento en el que nadie parece tener tiempo para nada y en el que llegamos a las vacaciones de verano con la lengua fuera debido a la explotación (y autoexplotación) del sistema capitalista, este 2024 se está convirtiendo en el año de los libros extensos. Así, si en febrero se produjo el lanzamiento de Los escorpiones de Sara Barquinero, de 816 páginas, no tardó en seguirle La península de las casas vacías, en el que, a lo largo de 700, David Uclés (Úbeda, 1990) reconstruye la Guerra Civil en un proyecto que le ha llevado 15 años de escritura y documentación.

Uclés consigue con esta novela levantar el Macondo patrio. Dividida en cuatro partes, viviremos los días previos al alzamiento, el inicio de la lucha armada, su desarrollo y su ocaso. Como bien indica el narrador –un personaje fundamental–, algunos pasajes transcurren en tan solo una página mientras que en la vida real esto ocupó semanas y meses de la cotidianidad de las personas. No olvidemos que el día a día de los españoles pasaba por seguir trabajando el campo para poder comer mientras se despedían de sus hijos (en muchas ocasiones para siempre) cuando estos eran llamados a filas.

Tenemos a personajes que enferman porque se les acumula tierra debajo de la piel, estorninos que se llenan de agua hasta reventar, lágrimas que se tiñen del color de las emociones

El escritor ubetense escoge a una familia de 40 miembros, a los Arlodento o Ardolento –todo depende del funcionario del registro, que les cambió el apellido en más de una ocasión–. Odisto es el progenitor, un hombre que no es ni de izquierdas ni de derechas sino de campo, que tiene que ver poco a poco cómo les sobrevive a casi todos. Si en algunos puntos de la geografía fueron los nacionales quienes tomaron el mando, en Jándula, lugar de donde parte la novela, lo hicieron los republicanos. Como bien muestra Uclés, cuando se pone al frente un extremista, poco importa del bando que sea: ejercerá su voluntad y capricho por encima del resto.

Belleza y oscuridad

Si la primera parte está plagada de instantes de una tremenda belleza regados de superstición y magia, la novela se torna más oscura con el paso de las páginas. Por si a alguien no le sobrecoge lo expuesto, el narrador de tanto en cuanto nos pide que acompañemos la lectura de determinadas piezas musicales que hacen el resto. Porque sí, este no solo dirige la narración y a los personajes, sino que habla con nosotros y hasta con ellos. Para el recuerdo queda el capítulo en el que se cita con el dictador en el Alcázar de Toledo bajo la belleza de las obras de El Greco. Ahí, Franco da en el blanco, describiendo este país como un lugar en el que cien años después del inicio de nuestra peor guerra aún hay gente que lo idolatra y lo defiende.

Tenemos a personajes que enferman porque se les acumula tierra debajo de la piel, estorninos que se llenan de agua hasta reventar, lágrimas que se tiñen del color de las emociones, lluvias de garbanzos, tórtolas rellenas de sal, crecidas de acelgas. Momentos y situaciones que ayudan a sobrellevar la crudeza de la realidad que esconden detrás. 

Cerca del final, una frase resume no solo lo que es esta inmensa novela, también la realidad de nuestro país: "…una sociedad que, en lugar de tratar la guerra con una firme memoria histórica, firmará un pacto de silencio y dedicará únicamente un par de páginas en los libros de texto al conflicto".

'La península de las casas vacías'

David Uclés

Siruela

700 páginas.

26 euros