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Carme Sánchez, sexóloga: "Rompo una lanza por la literatura erótica, cumple una buena función"

Socia fundadora del Instituto de Sexología de Barcelona, ejerce de terapeuta y es asesora de empresas dedicadas a asuntos referentes al sexo y su seguridad

Carme Sánchez, socia fundadora del Instituto de Sexología de Barcelona.

Carme Sánchez, socia fundadora del Instituto de Sexología de Barcelona. / EPE

Anna R. Alós

P. ¿Títulos relevantes en los años?

R. La metamorfosis, de Frank Kafka. Mi zambullida en el mundo adulto, sin anestesia a los 14 años. Devoré horrorizada las páginas donde Gregorio Samsa se convierte en un monstruo y me impactó mucho el rechazo de su familia a su transformación. He releído trozos y he tenido la sensación de haber atendido a algún Gregorio Samsa en mi consulta.

P. ¿Lecturas posteriores?

R. El amor en los tiempos del cólera. Me provocó un flechazo literario con García Márquez, eso del realismo mágico iba más allá de las metáforas. La mezcla de lo real, lo extrasensorial y lo onírico con tanta naturalidad me cautivaba.  

P. ¿Causó efecto mágico?

R. Pues sí, por el paralelismo familiar con el nombre del protagonista, Aureliano. Es el nombre con el que durante muchas generaciones bautizaban a los primogénitos de mi familia paterna, y desde la primera página me pareció demasiada coincidencia. Fue mágico y real a la vez.

P. ¿Una escritora?

R. Admiro toda la obra de Almudena Grandes, no tanto desde sus inicios eróticos, sino a partir de Atlas de geografía humana hasta llegar a Episodios de una guerra interminable. Sublime La madre de Frankenstein, no tanto por el horror de la historia real, sino por el lugar donde ocurre toda la trama.

P. El inquietante sanatorio mental femenino de Ciempozuelos.

R. Eso es. El ensayo de uno de los primeros antipsicóticos, la clorpromazina. Supongo que es una novela que aúna uno de mis temas profesionales: la salud mental y sus desigualdades de género.

P. ¿Lecturas obligadas?

R. Soy muy viajera y leo historias y autores de los lugares a los que viajo para sumergirme mejor en ellos. En mi viaje a Japón me ayudó mucho leer La dependienta, de Sayaka Murata, y Un grito de amor desde el centro del mundo, de Kyoichi Katayama, para entender una cultura tan diferente a la nuestra. A la costa oeste de EEUU me acompañó María Dueñas y su Misión Olvido; en una escapada a Berlín leí Últimos días en Berlín, de Paloma Sánchez-Garnica.

P. ¿Literatura erótica?

R. Rompo una lanza por ella, cumple una buena función, aunque sea como divertimento o ayuda para aumentar el deseo sexual. Reivindico a autoras como Megan Maxwell y Elisabet Benavent, y el clásico El amante de Lady Chatterley.