'Las facturas doradas', de Paloma Díaz-Mas: recomponer la vida con recuerdos dorados

Paloma Díaz-Mas es una escritora de largo alcance vital. Lleva desde 1973 publicando una colección de relatos y novelas que tienen el favor de los lectores, sobre todo de esos que buscan historias que ahondan en las emociones y sentimientos escondidas y que relatan experiencias cercanas y sencillas en las que se reconocen.

El mérito de Díaz-Mas como escritora de relevancia es mayor si cabe pues ella no es una escritora en estado puro, sino una investigadora, profesora, sefardista y periodista que ha sido catedrática de Literatura Sefardí en la Universidad del País Vasco, y desarrollado después una intensa labor como investigadora en el CSIC.

Y ademas ahí están La tierra fértil, El sueño de Venecia (premio Herralde 1992), Lo que aprendemos de los gatos o El pan que como que testimonian una carrera literaria de largo recorrido y la acreditan como una de las escritoras españolas más prestigiosas.

Paloma Díaz-Mas llega ahora con Las fracturas doradas, uno de sus relatos más encomiables que ahonda, como decíamos antes, en la reflexión y la búsqueda de los sentimientos más dolorosos tras la repentina muerte de su hermano. Díaz-Mas ha escrito uno de los mejores libros sobre la pérdida de un ser querido y el duelo obligado que trae su ausencia.

Hay un doble escenario que circunda el relato: la epidemia de Covid con su obligado confinamiento y la gran nevada Filomena, que en enero de 2021 dejó aislada la ciudad donde murió en soledad el hermano y que dan un sentido más trágico al relato.

Trozos rotos

Ella hace una muy hermosa comparación entre el kintsugi, la técnica que usan los japoneses para reparar cuencos de arroz pintando las grietas con polvo de oro, dando como resultado un cuenco más bonito que antes de romperse, y el proceso que deben seguir ella y su hermana para recomponer esos trozos rotos que quedan del hermano fallecido. Son las fracturas doradas.

Así, gracias a los recuerdos compartidos de compañeros de trabajo, sus hermanas cayeron en la cuenta de la cantidad y diversidad de sus aficiones, de la multiplicidad de sus curiosidades y la ilusión y entusiasmo juvenil hasta su muerte mediada ya la cincuentena. Él era archivero con múltiples aficiones culturales museísticas, especialmente por la encuadernación.

Recuerda también cómo la nieve marcó los tres hitos importantes de su vida. El día en que nació, Madrid sufrió una nevada impresionante. Otra nevada marcó su ingreso en una nueva etapa de su vida, cuando descubrieron que padecía una enfermedad genética llamada hepatitis autoinmune. Finalmente, nunca nevó tanto en Madrid como el día que murió.

Meses después la hermana se muda a la que fue casa de su hermano. La casa vuelve a estar habitada. Vuelve la vida al lugar donde el hermano vivió y fue dichoso.

Antes ella y su hermana debieron enfrentarse a los golpes de la tristeza por la muerte del hermano. Pensaba que era solo eso pero sabía que había algo más, tampoco era rabia; le costó semanas encontrar la palabra que definía sus sentimientos, era congoja; la congoja era lo que la afligía y lo que sentía cada vez que pensaba en el hermano muerto, en sus ilusiones truncadas, en sus ganas de vivir y de disfrutar de la vida, cortadas de repente. Ahora solo quedaban las fracturas doradas para mantener vivo y más bello que antes el recuerdo de él.

'Las fracturas doradas'

Paloma Díaz-Mas

Anagrama

160 páginas. 17,90 euros