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Celsa se la juega en seis meses de obstáculos

A la espera de que entre un socio industrial, aumentan los interrogantes sobre los números del grupo.

Rafael Villaseca, nuevo presidente de Celsa.

Rafael Villaseca, nuevo presidente de Celsa.

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En 1987 el Banco Santander vendía Nueva Montaña Quijano al grupo siderúrgico catalán Celsa. El presidente de esta compañía, Francesc Rubiralta, pidió a su consejero Pedro Nueno, profesor de la escuela de Negocios Iese, y a quien conocía de su paso por la Universidad de Harvard, un nombre para dirigir la nueva filial. El elegido fue Rafael Villaseca (Barcelona, 1951), ingeniero industrial y MBA por Iese. Tres años estuvo Villaseca al frente de esa empresa, posteriormente bautizada como Global Steel Wire. Más de treinta años después, tras una larga carrera profesional que le llevó a ser consejero delegado de Gas Natural (hoy Naturgy) Villaseca regresa a Celsa. Esta vez como presidente. Con una diferencia: sigue siendo empleado, pero ya no trabajará para la familia Rubiralta, sino para los fondos inversores que han tomado el poder de la empresa convirtiendo deuda en acciones. "Es un fuera de serie. Su nombramiento es una garantía de futuro para Celsa", esgrime hoy Nueno. 

Con 6.340 millones de facturación y una deuda estimada de 3.204 millones, el control y estrategia de futuro de Celsa se ha convertido en un serial que agrupa uno de los apellidos empresariales catalanes de más renombre, fondos de inversión, bancos internacionales y nacionales, empresas españolas del sector del acero, auditoras, Moncloa y Generalitat, y un juez, Álvaro Lobato Lavín, en cuya sentencia publicada el 4 de septiembre en la que otorga Celsa a los fondos, exhibe sin complejos un conocimiento exhaustivo de las valoraciones financieras y del sector de la siderurgia a nivel mundial. "Es un drama haber llegado a esta situación tan lamentable", dice Jordi Alberich, socio de M&A y ex director general de Círculo de Economía, que expresa su indignación porque la dirección de la que era mayor empresa familiar catalana la haya dictaminado un juez.

"Siempre estamos atentos a lo que ocurre con la competencia y Celsa siempre acaparaba demasiadas incógnitas. ¿Cómo ha llegado a afectar una política desmesurada de compras en su devenir?" expresan fuentes del sector atentos a lo que pueda ocurrir en los próximos meses. Con tres refinanciaciones de deuda desde 2010, Celsa tuvo que recurrir al Estado durante la pandemia para poder sobrevivir con 550 millones de crédito. "¿Por qué en mayo de 2020, cuando los fondos ofrecen a Francesc Rubiralta, presidente e hijo del fundador de Celsa, quedarse con el 49% del capital manteniendo él la mayoría, dice que no?", se interrogan medios cercanos a las negociaciones. Rubiralta estaba convencido, gracias a las cifras del último año de incremento de ventas y beneficios, que podría haber dado la vuelta a la empresa.

Para el juez, era un acto de fe basado en valoraciones de mercado no adecuadas. Llega a calificar como "una ilusionante carta a los reyes magos" el proyecto estratégico Mill de 370 páginas realizado por PwC al antiguo equipo gestor de Celsa. El sector de la siderurgia depende de los ciclos económicos y , fundamentalmente de China, que acapara el 50% de la demanda.

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Desde los fondos, coordinados por el banco Houlihan Lokey, y las administraciones toca superar algunos obstáculos. Tras oficializar a Villaseca como presidente, se nombrará a un CEO que ya ha sido elegido, pero que no se dará a conocer hasta diciembre al estar trabajando en la filial de una multinacional del sector industrial.Al mismo tiempo, debe seleccionarse a través de agencias de cazatalentos a cuatro o cinco consejeros independientes. El nuevo CEO junto a su equipo directivo bajo la supervisión del Consejo desarrollará una estrategia para Celsa. Posteriormente, empezarán a escucharse las ofertas para que un socio industrial español compre el 20% y se erija en el primer accionista del grupo y lidere la nueva Celsa. Favoritos: la vasca Sidenor, la gallega Megasa y el grupo extremeño CL ¿A qué valoración? Lazard y BDO calculan que Celsa puede valer entre 3.820 y 8.200 millones dependiendo del método; Deloitte y Lexaudit-Grant calculan que vale menos de 3.000 millones.

¿Quién tiene razón? "Hasta que no tengamos más información, no podemos decidir nada. Hay que esperar. Todo es muy opaco", dice un candidato a comprador. El juez pide en su sentencia que los acreedores c umplan sus compromisos, mantengan los empleos -sin especificar si debe vender las filiales internacionales- y el centro de decisión. El papel lo aguanta todo. En seis meses, todo puede cambiar.