PERFIL | COPROPIETARIA DE LA BODEGA PAGO DE THARSYS

Rebeca García, de la City de Londres a los viñedos de Requena

Tras un máster en dirección internacional, empezó su carrera en el exterior, decisión que la llevó a Oxford, a trabajar en banca en la City de Londres, en L’Oréal en París y en Accenture en Madrid. Pero en 2003 dio un cambio de rumbo radical a su vida, justo un año después de que su padre vendiera sus acciones de Torre Oria y emprendiera un proyecto propio: Pago de Tharsys

Rebeca García en los viñedos de Pago de Tharsys en Requena.

Rebeca García en los viñedos de Pago de Tharsys en Requena.

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Rebeca García se alejó de sus orígenes pero acabó volviendo a ellos. El terruño tira un montón y, si está cubierto de viñedos, ejerce una atracción irresistible. "Quien viene de la tierra y lo ha pasado mal no quiere que sus hijos sufran lo mismo y les empuja a buscar otras cosas", apunta para justificar porqué estudió Económicas y recorrió empresas y ciudades de todo el continente antes de incorporarse a la firma de su familia, la bodega Pago de Tharsys, uno de los emblemas del pujante mundo vitivinícola de la comarca valenciana de Utiel-Requena.

Sus bisabuelos eran pastores y también se dedicaban a la producción de uvas, con lo que la afición vitivinícola le viene de lejos, pero el gran cambio familiar lo dio su padre Vicente, perteneciente a la primera promoción de la Escuela de Viticultura y Enología de Requena, una entidad pionera en la España de los años 60. "El Estado los contrató para que formaran a enólogos de otros lugares del país y así fue cómo mi padre acabó en Cataluña", donde trabajó para Segura Viudas, cuenta.

Así que Rebeca pudo ser catalana de nacimiento, pero en aquellos tiempos muchas madres, como hizo la suya, volvían al pueblo para parir y por ello nació en Requena en 1971. Quince años estuvo en Sant Sadurní d’Anoia, la capital del cava, y sus recuerdos de esa etapa son muy gratos, sobre todo por la exigencia de las escuelas catalanas. Cuando regresó a la localidad del interior valenciano, al instituto, observó grandes diferencias en la educación: "Aquí no teníamos idiomas y no había una cultura del deporte", rememora. 

Rutas enológicas

Rebeca García, cuyo padre, pese a estar jubilado desde 2016, "sigue vinculado al negocio, pero de forma más externa", confiesa que el deporte al aire libre, singularmente la bicicleta de montaña, es una de sus mayores distracciones cuando el trabajo no la ocupa. Su otro gran hobby sí está directamente relacionado con su profesión: "Me apasionan el vino y la gastronomía", asegura la bodeguera valenciana. Así las cosas, en cuanto tiene ocasión realiza un viaje a zonas vinícolas para profundizar en el maridaje entre comida y vino. «Ahí destino mi dinero libre», concluye la copropietaria de Pago de Tharsys. 

Quince años

Tenía 15 años. Su padre había preparado el retorno de la familia poniendo en marcha con otros socios Torre Oria, uno de los pioneros del cava valenciano. Cuando le llegó el turno de ir a la universidad, no optó por la enología ni la ingeniería agrónoma, sino por la carrera de Económicas, que compaginó con una licenciatura en marketing y gestión comercial de Esic. "Pensé que estos eran unos estudios de mayor relumbre y que me abrían un abanico de posibilidades más amplio", dice justo antes de admitir que aquella falta de prestigo del vino en su zona quedó rectificada en poco tiempo, porque su hermana, con la que se lleva 12 años, sí estudió enología y agronomía. 

Así que los tiempos cambiaron a velocidad de vértigo, pero García estaba ya en otras latitudes. Tras un máster en dirección internacional, empezó su carrera en el exterior, decisión que la llevó a Oxford, a trabajar en banca en la City de Londres, en L’Oréal en París y en Accenture en Madrid. Hasta que en 2003 dio un cambio de rumbo radical a su vida, justo un año después de que su padre vendiera sus acciones de Torre Oria y emprendiera un proyecto propio: Pago de Tharsys. También por entonces García «había desarrollado como consumidora el gusto por el vino». «Y veo que tenía un negocio familiar al que puedo aportar», añade. Es en ese momento cuando dejó su vida anterior y constituyó una consultora -Ferrer y García Enoconsultores- especializada en el mundo vinícola. Y la empresa familiar la contrató como asesora en materia de marketing y estrategia comercial. Esta vinculación especial se transformó en 2016, cuando su padre se jubiló: cerró la consultoría y se incorporó a la empresa como directora de marketing y ventas, que es el cargo que sigue ejerciendo en la actualidad, además de formar parte del comité de dirección. El accionariado de la bodega no es bullicioso. Son tres mujeres. Rebeca y su hermana tienen el 50%, y el 50% restante es propiedad de la gerente Ana Suria, «segunda ex mujer» de su padre. Afirma que reina la concordia en las relaciones familiares, incluida su madre y primera ex mujer de Vicente García. De hecho, no duda en definir Pago de Tharsys como una empresa familiar con gestión profesionalizada.

600.000 botellas

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Ellas tres están al frente de una bodega que produce al año 600.000 botellas de cava y vino, que factura cinco millones de euros y que destina el 50% de sus ventas al mercado internacional, donde está presente en más de 20 países. Treinta personas trabajan en un complejo integrado por 15 hectáreas de viñedos en torno a la bodega que no les da para cubrir toda su producción, motivo por el cual la completan realizando compras a pequeños viticultores de la zona. "Desde la fundación de la firma hacemos enoturismo, que es una vía de negocio creciente", subraya.

Como presidenta de la Asociación de Elaboradores de Cava de Requena no entra en disquisiciones sobre la batalla con la Denominación de Origen Cava por el uso del nombre de la localidad valenciana en las botellas producidas en esa zona: "Tenemos una resolución judicial favorable que ha sido recurrida. Veremos si se acepta o no el recurso". García no ve con claridad que haya tercera generación para el negocio. Ella no tiene hijos y los de su hermana son todavía "muy pequeños" y de momento no se puede vislumbrar si seguirán o no los pasos de sus mayores.