OPINIÓN

La estacionalidad de las vacaciones y la reforma laboral impulsan el empleo a niveles récord

Aunque es pronto para cuantificar el impacto total del mal tiempo en el PIB, es probable que los servicios vinculados al turismo y actividades al aire libre hayan sufrido

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Un camarero lleva copas de vino para una cata de vinos.

Un camarero lleva copas de vino para una cata de vinos. / Alfredo Aldai

Marzo de 2024 ha marcado un punto de inflexión en el panorama laboral de España, presentando una serie de datos que reflejan un avance significativo en términos de empleabilidad y afiliación. El análisis de los indicadores laborales sugiere que tanto factores estacionales como estructurales están detrás de esta tendencia positiva.

El número de desempleados registrados en las oficinas del SEPE experimentó una disminución de 33.405 personas respecto al mes anterior, situando la cifra total de paro en 2.727.003. Este es el registro más bajo para un mes de marzo desde el año 2008, destacando una reducción interanual de 135.257 personas, equivalente a un -4,73%. Este descenso se distribuye de manera heterogénea entre los sectores económicos, con una notable disminución en servicios, industria, agricultura y construcción, pero un aumento en el colectivo sin empleo anterior.

Por otro lado, la Seguridad Social registró un incremento de 193.585 cotizantes en marzo, alcanzando un total de 20.901.967 afiliados medios al finalizar el primer trimestre del año. Este aumento del 0,9% respecto al mes anterior se posiciona como el segundo más elevado para un marzo en toda la serie histórica, solo superado por el aumento del año anterior.

En lo que respecta a la contratación, marzo cerró con 1.123.488 nuevos contratos, de los cuales 504.893 fueron indefinidos, representando el 44,94% del total. La disminución de los contratos fijos un 3,54% respecto a febrero contrasta con un aumento de los temporales en un 0,75%, evidenciando una dinámica compleja en la estructura contractual del mercado laboral.

El análisis desglosa también las variaciones por sectores, destacando la hostelería por su incremento de más de 81.000 afiliados, impulsado por la estacionalidad de la Semana Santa. A nivel demográfico, el incremento de afiliados fue más pronunciado entre las mujeres, con 108.957 nuevas cotizantes, marcando un récord histórico de 9.896.150 mujeres trabajadoras.

La reforma laboral ha jugado un papel crucial en la evolución de la temporalidad, la cual alcanzó un mínimo histórico del 12,7%, mientras que el porcentaje de ocupados con contratos indefinidos se situó en el 87,3%. Esta mejora en la calidad del empleo refleja un cambio estructural hacia la estabilidad laboral.

Como vemos, los datos sobre el mercado laboral español reflejan tendencias positivas con un descenso en el desempleo y un incremento en la afiliación a la Seguridad Social, impulsados en parte por la contratación estacional de Semana Santa. Sin embargo, este panorama alentador no debe eclipsar las preocupaciones sobre el impacto del clima en la economía durante este periodo crucial. La Semana Santa, vital para sectores como la hostelería y el turismo, puede verse significativamente afectada por la meteorología adversa, lo que potencialmente desincentiva el turismo y el consumo asociado.

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Aunque es pronto para cuantificar el impacto total del mal tiempo en el PIB, es probable que los servicios vinculados al turismo y actividades al aire libre hayan sufrido. Esto subraya la vulnerabilidad de nuestra economía ante factores externos y la necesidad de estrategias económicas que promuevan la diversificación. Los avances en el empleo son indudablemente positivos, pero también es crucial mantener una perspectiva crítica y prepararse para mitigar impactos negativos futuros.

La situación de la Semana Santa de este año nos recuerda la importancia de desarrollar una economía robusta, capaz de adaptarse a adversidades imprevistas como las climáticas. Fortalecer y diversificar los sectores clave, junto con políticas que fomenten la sostenibilidad a largo plazo, son esenciales para construir una resiliencia económica real. En definitiva, la resiliencia económica trasciende la generación de empleo, abarcando la capacidad de mantener y adaptar esos empleos frente a desafíos externos, asegurando así la estabilidad y el crecimiento sostenible de la economía española.