POLÍTICA MONETARIA

¿Qué se espera que haga el BCE con los tipos este jueves?

El banco central lleva varios meses adelantando que bajará los tipos en su reunión de junio, por lo que el mercado está más pendiente de qué hará el resto del año

La presidenta del BCE, Christine Lagarde.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde. / EFE / EPA / RONALD WITTEK

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El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) se reúne este jueves por cuarta vez en 2024 para, como cada seis semanas, valorar la evolución económica de la zona euro y adoptar decisiones sobre política monetaria. Sus miembros -los seis integrantes del comité ejecutivo de la institución y los 20 gobernadores de los bancos centrales nacionales de la unión monetaria- llevan meses adelantando que aprobarán con toda probabilidad la primera bajada de los tipos de interés de referencia de la zona euro desde que estalló la crisis inflacionaria en el verano de 2021, agravada por la invasión de Ucrania por Rusia en febrero de 2022. El mercado, en todo caso, está sobre todo pendiente de las pistas que pueda lanzar su presidenta, Christine Lagarde, sobre los siguientes recortes del precio del dinero. 

¿Qué se espera que decida el BCE sobre los tipos?

Todo lo que no sea una rebaja de los tipos de referencia, con toda probabilidad de 0,25 puntos porcentuales, sería una sorpresa mayúscula. El BCE se juega su credibilidad en ello: lleva varios meses adelantando el recorte y no hacerlo supondría un riesgo de fuerte corrección en los mercados, que dan por descontada la medida. El precio del dinero en la zona euro, así, bajará por primera vez desde septiembre de 2019 y después de que la autoridad monetaria lo aumentase para combatir la alta inflación a un ritmo y escala sin precedentes desde su creación en 1999: 4,5 puntos porcentuales en 10 reuniones sucesivas entre julio de 2022 y el pasado septiembre. El tipo principal bajará al 4,25%, mientras que la facilidad de depósito (el interés con que remunera el dinero que guarda a los bancos, el más relevante en el actual contexto) se reducirá al 3,75%, en ambos casos hasta niveles del pasado agosto.

Lagarde apuntó por primera vez a mediados de enero que era "probable" que el banco central comenzase a bajar los tipos en verano, si no se producían sorpresas negativas en la senda a la baja de la inflación. Su principal objetivo, eso sí, era enfriar las expectativas del mercado, que llevaba desde finales del año pasado esperando que el banco central del euro comenzase a bajar tipos en primavera y lo continuase haciendo a un ritmo notable a lo largo de 2024, ante la rápida bajada de la inflación en 2023 y la debilidad que estaba mostrando la economía de la unión monetaria. Ello provocaba que los tipos del mercado -como el euríbor- estuvieran bajando de forma anticipada, lo que suavizaba las condiciones de la financiación de la zona euro y, con ello, se dificultaba la lucha contra la inflación. 

En la reunión de principios de marzo, Lagarde dio un paso más al indicar que el consejo había "empezado a discutir (oficialmente) la retirada del carácter restrictivo" de la política monetaria, al tiempo que apuntó -sin decirlo directamente- a la reunión de junio, como ya esperaban la mayoría de los analistas. En una entrevista a El Periódico, del mismo grupo editorial, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, fue aún más explícito: "Lo normal es que empecemos la reducción de los tipos pronto y junio podría ser una buena fecha". Tras la reunión del consejo de gobierno de abril, el BCE y Lagarde volvieron a insistir en esa idea. De ahí que no bajar los tipos sería una sorpresa negativa de consecuencias imprevisibles. 

¿Qué sucederá en las próximas reuniones del año?

Esa es en realidad la gran pregunta. El consejo de gobierno tiene previstas otras cuatro reuniones en lo que resta de 2024 para decidir sobre la política monetaria de la zona euro: el 18 de julio, 12 de septiembre, 17 de octubre y 12 de diciembre. Antes de que Lagarde retrasase en enero la primera bajada de la primavera al verano, el consenso del mercado esperaba cinco rebajas a lo largo del ejercicio a partir de abril. Tras asumir las advertencias del BCE, los analistas corrigieron sus expectativas y redujeron los recortes esperados a tres de 0,25 puntos. En las últimas semanas, sin embargo, las previsiones se han enfriado aún más: el consenso pasa por una bajada de 0,6 puntos en el año, incluida la de este jueves, lo que implica que la mayoría se divide entre esperar dos recortes en el ejercicio (0,5 puntos) o tres (0,75 puntos).

Algunos datos recientes lo explican. Los salarios en la zona euro subieron en el primer trimestre un 4,7%, frente al alza del 4,5% de los últimos tres meses del año pasado, pese a que se esperaba que la subida se ralentizara. Además, el número de empresas que declara problemas para encontrar mano de obra ha vuelto a aumentar tras un periodo de relajación, lo que implica que los trabajadores tienen mayor poder para negociar sueldos. Asimismo, la inflación de la zona euro subió en mayo dos décimas, al 2,6%, pero lo más relevante es que la de los servicios (la que más tira de los precios desde hace meses) aumentó del 3,7% de abril al 4,1%. 

Lagarde ya viene dejando claro desde hace tiempo que era previsible que en los próximos meses la inflación "fluctúe" en torno a los niveles actuales, para luego bajar hasta el objetivo del 2% a medio plazo a mediados de 2025. En parte se deberá a que los precios de la energía se compararán con los del año pasado, en que registraron dos procesos de caídas acusadas. La clave para que los tipos sigan bajando es que los servicios y los salarios no se desvíen de la senda prevista por el BCE, además de que no haya algún shock geopolítico imprevisto. Ante estas incertidumbres, y para no atarse de manos dando una orientación muy explícita a los mercados, es probable que el BCE insista en que irá decidiendo reunión a reunión en función de los datos que reciba y que Lagarde vuelva a negarse a dar una senda clara de bajadas. 

Con todo, es posible que abra la puerta implícitamente a recortes en las reuniones de septiembre y/o diciembre, que es cuando el BCE revisa sus previsiones macroeconómicas. Su economista jefe, el irlandés Philip Lane, apuntó recientemente que la política monetaria seguirá siendo restrictiva este año (es decir, que los tipos estarán por encima del nivel que ni constriñe ni incentiva la actividad económica, estimado en torno al 2-2,5%). Pero al tiempo, apuntó que "el nivel exacto de restricción necesario dependerá de los datos", lo que deja la puerta abierta a algunas pequeñas bajadas adicionales en el ejercicio.

¿Qué se espera de las nuevas previsiones macroeconómicas?

Una de las claves de esta reunión es la actualización trimestral de las previsiones macroeconómicas del BCE. En marzo, sus economistas previeron que el IPC de la zona euro se situará de media en el 2,3% en 2024, el 2% en 2025 y el 1,9% en 2026, por debajo del 2,7%, 2,1% y 1,9% que calcularon en diciembre. También rebajaron sus estimaciones sobre la inflación subyacente (la que excluye los más volátiles precios de la energía y los alimentos) hasta una media del 2,6%, el 2,1% y el 2%, frente al 2,7%, 2,3% y 2,1% anteriores. Además, auguraron un menor crecimiento económico este año (0,6% frente al 0,8% de diciembre), mientras que lo mantuvieron para 2025 (1,5%) y lo revisaron una décima al alza para 2026 (1,6%). 

Ese escenario de menor inflación y menor crecimiento a corto plazo, de cumplirse, da margen a la institución para comenzar a suavizar la política monetaria. Sin embargo, algunos analistas como Françoise Rimeu, de La Française AM, espera que las nuevas proyecciones reflejen un mayor crecimiento este año con una inflación prácticamente sin cambios y con el objetivo del 2% alcanzándose a mediados de 2025. De ser así, el BCE tendría algo de menos margen y presión para bajar los tipos, aunque dicho escenario tampoco sería contradictorio con que el precio del dinero pudiera recortarse una o dos veces más en el año en 0,25 puntos cada vez.

¿Qué podría ralentizar el ciclo de bajadas de tipos?

El BCE está particularmente pendiente de los datos sobre la renegociación de salarios y de saber si los beneficios empresariales son o no capaces de absorber dicha subida sin repercutirla a sus clientes. También de la inflación de los servicios, la que más tira de los precios desde hace meses, una vez superado el choque que sufrieron los precios de la energía y los alimentos tras la invasión de Ucrania. Además, están por ver las implicaciones de la evolución de esta guerra y de las ramificaciones que pudiera tener el conflicto entre Israel y Palestina, así como la evolución de la política fiscal de los países del euro ahora que van a volver a estar en vigor las reglas de disciplina presupuestaria.

Otro factor clave es que todo apunta a que el BCE comenzará a suavizar sus tipos antes que la Reserva Federal estadounidense (el mercado prevé que esta baje tipos por primera vez en noviembre). Lagarde ha insistido en todo momento en que la inflación estadounidense tiene unas causas distintas a la europea y que, aunque su alza será tenida en cuenta, la responsabilidad del BCE se limita a la zona euro. Sin embargo, el desacople entre las políticas monetarias de las dos zonas monetarias tiene implicaciones en el tipo de cambio entre el dólar y el euro, lo que a su vez impacta en los flujos de capitales y la competitividad de las exportaciones y, por tanto, impacta en la economía. 

¿Qué efecto tendrá en las hipotecas y los depósitos?

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La expectativa de que el BCE comenzase a rebajar los tipos oficiales en primavera provocó que el euríbor se redujese desde el 4,16% de octubre al 3,609% de enero. La corrección posterior de Lagarde ha provocado que el índice se mueva en un rango horizontal de entre el 3,6 y el 3,71% desde entonces. Las cuotas de las hipotecas a tipo variable con revisión semestral llevan varios meses bajando, mientras que las de revisión anual lo comenzaron a hacer en abril y mayo, porque se comparan con los niveles más elevados del euríbor del año pasado. Sin embargo, los próximos abaratamientos de las cuotas dependerán del ritmo y la dimensión de las próximas bajadas de tipos del BCE.  

El tipo medio de las nuevas hipotecas contratadas, en cambio, sí que está anticipando de forma más clara la relajación de la política monetaria. Ha bajado del 3,94% de octubre al 3,51% de abril, mes en que sin embargo aumentó ligeramente respecto al 3,49% de marzo. El interés medio de los nuevos depósitos, paralelamente, subió hasta el 2,58% en diciembre, ya que los bancos comenzaron a aumentar su remuneración más tarde, para luego bajar hasta el 2,38% en febrero, y repuntar posteriormente de forma leve al 2,49% en marzo y al 2,53% en abril.