Trabajo

La generación que cambia de empleo cada dos por tres

El trabajo deja de estar en el eje de la vida de las nuevas generaciones que se incorporan al mercado laboral, lo que junto a la precariedad está originando una frecuencia mayor en el cambio de trabajo

Un cartel en un restaurante de Benidorm en el que buscan trabajadores.

Un cartel en un restaurante de Benidorm en el que buscan trabajadores. / DAVID REVENGA

9
Se lee en minutos
J. A. Rico

El cambio en el eje vital de los jóvenes está detrás de la gran rotación en el empleo que se viene registrando en los últimos años. Ya no viven para trabajar, sino que trabajan para poder disfrutar de la vida. Ya no se casan con un trabajo para toda la vida, como venía pasando desde hace décadas. El empleo ya no se sitúa en el centro de sus vidas, y se acepta de forma natural el riesgo, se orilla la rutina, y se busca no solo un mejor salario, que es el motor principal, sino también unas mejores condiciones laborales y más tiempo libre. Pero muchas veces la flexibilidad y la sucesión de trabajos es consecuencia de precariedad, y un frecuente cambio de empleo solo esconde la búsqueda desesperada de unas condiciones dignas y la imposibilidad de emanciparse y desarrollar un proyecto de vida propio.

Según el primer informe sobre rotación del empleo realizado por Randstad Research España, la multinacional del trabajo temporal y servicios de recursos humanos, refleja que en 2022 esta rotación fue del 17% en el país, es decir que de media, a lo largo del año, un 17% de la plantilla ha dejado el trabajo. Y esta rotación se estimaba que en 2023, del que aún no hay datos, se iba a incrementar en 1 de cada 4 empresas por encima de ese 17%, siendo la previsión en sectores de la hostelería y comercio, claves en la provincia de Alicante por su carácter turístico, la subida mayor, en 4 de cada 10 empresas. Y los jóvenes tienen mucho que ver en todo esto: bien es conocido el problema en la provincia para encontrar camareros.

Además, los últimos datos dados a conocer por Eurostat, muestran que la tasa de jóvenes que ni estudian ni trabajan, los conocidos como "ninis", ha caído en España hasta el 12,3%, uno de los porcentajes más bajos de la historia y que se encuentra muy cercana a la media de la Unión Europea (11,2%). No se quedan en casa, pero el mercado laboral los fagocita.

Javier Ortega, profesor de Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Alicante, aporta luz sobre un fenómeno en alza: “La forma del trabajo ha cambiado de forma sustancial desde los años 60 y 70. Entonces el trabajo era el eje central de la vida y actualmente ha dejado de estar en el centro, pero paradójicamente seguimos dependiendo de él. Pero simbólicamente no se percibe como tal la dependencia”. Es algo que se produce en la generación Millenials (nacidos a partir de 1981) y generación Z (a partir de 1995).

Sobre las causas de este cambio, apunta al sociólogo estadounidense Richard Sennett y su obra “Corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo” (2006), para entender el fenómeno. Así, enumera cuatro razones. Por una parte la rutina. “En tiempos pasados la rutina se veía como un elemento positivo en la vida. Sin embargo, ahora se mantiene la rutina como elemento central del trabajo en muchos casos, pero no es vista con buenos ojos, sobre todo por los jóvenes”. Por ello los jóvenes no se ven toda la vida en una misma empresa, tienen la “libertad” de pensar que pueden ir de una empresa a otra, cambiando así de rutina.

Otra causa es la “flexibilidad, que es un valor fundamental en la sociedad posindustrial y neoliberal. Es un éxito del neoliberalismo”. Explica que se ha asumido por el trabajador que es un valor a tener en cuenta. Pero esta flexibilidad quiere decir en muchos casos precariedad. “La flexibilidad puede llevar a que se haga atractivo algo que ciertamente es un elemento de precariedad”, señala el sociólogo de la UA.

La hostelería es uno de los sectores donde más rotación de empleo hay en la provincia de Alicante. /

ANTONIO AMORÓS

Un tercer punto a tener en cuenta es la idea del riesgo. “Nuestros abuelos no querían asumir riesgos, se reducían riesgos. Pero actualmente el riesgo es un elemento que funciona como motor para seguir avanzando. En esta sociedad innovadora y de las nuevas tecnologías, es un elemento fundamental para seguir evolucionando. Se ha generalizado y asumido”.

Y por último ha habido un importante proceso de individualización y atomización de los trabajadores, sobre todo de los más jóvenes. El tipo de trabajo está desvinculado de las condiciones de trabajo y de la cultura de organización. Son “fichajes” como en el deporte, “durante un tiempo el trabajador tiene que dar el máximo, está en una evaluación continua. El motor es que siempre tiene que estar alerta”.

Fenómeno global

Ortega explica que este fenómeno de mayor rotación del empleo en los jóvenes es generalizado en la sociedad occidental: “Es global, es un fenómeno promovido por el neoliberalismo, procedente de EEUU”. Así, sobre si esto se relaciona con bajos salarios que impiden la emancipación, señala que “habría que ver si está vinculada a escenarios de salarios dignos también, a aquellos trabajadores que tienen sueldos elevados”, ya que hay sectores determinados en los que esta movilidad se produce pese a tener retribuciones altas.

Otro factor que mueve más a los jóvenes es que no solo miran el sueldo, que sigue siendo importante, sino también las contraprestaciones, “como unas mejores condiciones laborales, más tiempo libre, posibilidad de teletrabajar… tener una vida, porque el trabajo deja de ser el eje y los jóvenes valoran otras cosas”. De ahí por ejemplo los problemas que existen en hostelería para encontrar personal, en un sector donde se hacen muchas horas y se tiene poco tiempo libre

Por último, sobre las posibilidades de ascenso en una empresa, este sociólogo de la UA ha señalado que las empresas prefieren tener a jóvenes sin declaradas expectativas y si desarrollarse. 

Sindicatos

Desde CC OO han apuntado a la precariedad y la temporalidad como causa principal de este fenómeno. La secretaria de juventud del sindicato en l’Alacantí-Les Marines, María Cuevas, ha explicado que “la razón que siempre venimos denunciando, los contratos temporales, y aunque ahora está el fijo discontinuo, no deja de ser un contrato temporal”.

Así, ha señalado que la problemática es mayor en la provincia de Alicante, ya que “cuando empieza la temporada turística hay mucha demanda en hostelería y comercio”, empleos temporales y en muchos casos precarios que favorecen la rotación.

No es culpa de los jóvenes, sino que no tienen alternativasNo hay estabilidad, las ofertas de trabajo para los que se han formado requieren una experiencia imposible para poder acceder”. Así, enlazan un trabajo tras otro, cubren bajas, prácticas… sin ninguna estabilidad. “Van rotando de empleo sin poder generar un proyecto de vida”. 

CC OO advierte que todo esto se agrava en la provincia por la dependencia del turismo, ya que “si te has formado en algo que no tiene que ver con el sector, no te queda más remedio muchas veces que salir de la ciudad, provincia o incluso del país”. 

Esta precariedad y rotación de los jóvenes también dificulta su organización sindical para mejorar sus condiciones, lo que a su vez favorecer que se puedan producir más abusos laborales.

Una feria de empleo el mes pasado en Elche. /

ÁXEL ÁLVAREZ

Y el problema se traduce en la imposibilidad de poder emanciparse y acceder a una vivienda, ya que “muchas veces dos sueldos en una casa no es suficiente para asegurar el pago de un alquiler y todo lo que conlleva de agua, luz, internet… Esto solo hace que aumentar la rotación para buscar otro empleo para ver si esto cambia”. 

Por último Cuevas también ha manifestado que detrás de la flexibilidad laboral, “lo que se esconde es una precariedad”. Y que las empresas prefieren coger a un joven, formarlo y coger luego a otro, antes de formarlo para que se quede, “ya que priman la mano de obra barata por encima de lo que al final no dejaría de ser un beneficio para la empresa” al formar a una persona para quedarse en ella.

Testimonios

Víctor Carratalá (32 años) ha dado muchos tumbos por la hostelería, sobre todo en la noche alicantina. Y ahora tiene su propia inmobiliaria en Alicante. Ha estado en los dos lados. Mientras estudiaba en la universidad, lo compaginaba con dos trabajos para pagarse los estudios, hasta que decidió dejarlo ya que veía que no le iba a compensar el salario. Pero al final acabó muy quemado y entró en una inmobiliaria sin ninguna experiencia, para después montarse su propia empresa. “Yo veo que los jóvenes están muy acomodados por las entrevistas que hago en la inmobiliaria. Me han llegado a decir que es que ya cobran 1.000 euros por no hacer nada. O que dicen sí, pero que no quieren incorporarse en pleno verano, sino en pasar las vacaciones…”. Por no hablar cuando ni se presentan a la entrevista de trabajo. 

En cuanto a su trayectoria profesional, “tenía dos trabajos en la hostelería para pagarme la universidad, donde estudiaba Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Pero al final dejé la universidad, ya que veía que no iba a suponer una mejora en el sueldo, sino incluso que cobraría más en la hostelería que con lo que estaba estudiando. Pero al final de los años acabé quemado y me salió la posibilidad de entrar en una inmobiliaria, sin tener ninguna experiencia, y así lo avisé. Y me fue bien y ahora tengo mi propia inmobiliaria. Al final si quieres ganar dinero tienes que trabajar para ti”.

Sandra Sanz (30 años) reside en Alicante y trabaja en una empresa como social media manager y performance marketing. Estudió periodismo y su vida laboral se ha centrado en el marketing y las redes sociales, y ha visto de todo. “Mucha precariedad”. Ahora afirma encontrarse muy bien en su empresa, pero sus cambios de empleo han sido siempre buscando mejorar. “Me ha costado una barbaridad engancharme al mercado laboral, y solo de lo mío, sino de cualquier cosa. Al terminar la carrera y el máster me encontré que en el mercado, para mi formación, no había nada, y para otros trabajos te pedían una experiencia de la que carecía”. 

Así, ha tenido contratos de 10 horas por semana, ha conocido empresas fantasma, se ha tenido que dar de autónoma “para cobrar un sueldo miserable” y ha tenido que aguantar “jefes que nos insultaban a la cara”, aunque insiste en que afortunadamente en su actual trabajo está bien y “he mejorado en todo”. 

Noticias relacionadas

Y destaca sobre todo la precariedad a la que se enfrentan los jóvenes, “que es lo que nos conduce a la búsqueda de otro empleo. Yo he llegado a tener un contrato de ocho horas diarias, que se cumplían a rajatabla, pero después me podían llamar a la 1 de la mañana, o domingos y festivos, para seguir trabajando. Eso no era flexibilidad, era precariedad”.

Del mismo modo recuerda que con una inestabilidad y condiciones así “uno no puede tener una casa y una familia”. Y lamenta también que en entrevistas le han trasladado al ver su currículum que les daba “desconfianza” el hecho de que hubiera cambiado tanto de trabajo, cuando la razón es la precariedad de las condiciones en las que estaba.