Opinión

Dos dudas tras la propuesta de Escrivá para el Banco de España

Escrivá no es precisamente un gestor que suscite muchos apoyos ni siquiera en el partido que lo ha propuesto

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El ministro para la Transformación Digital, José Luis Escrivá,

El ministro para la Transformación Digital, José Luis Escrivá, / Juanma Serrano - Europa Press

El nombramiento de gobernador del Banco de España, que parecía encarrilado tras el acuerdo PSOE-PP para renovar el Poder Judicial (CGPJ), y que daba la impresión de estar centrado en quién era el candidato más idóneo en virtud de sus méritos, se enfangó tras filtrarse el nombre que proponía el Gobierno: José Luis Escrivá. El PP ha rechazado frontalmente apoyar la candidatura afirmando que dicho nombre ya había sido descartando hace algunos días y que no es de recibo cruzar otra vez una evidente línea roja: que Escrivá pase de estar sentado un día en el Consejo de Ministros y al siguiente en el despacho de gobernador dinamita la imprescindible independencia que debe tener el puesto.

El problema es que Sánchez, que ha alabado la “experiencia acreditada de Escrivá, ya ha demostrado que no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones arriesgadas. No hay más que recordar el salto de Dolores Delgado de ministra de Justicia a Fiscal General del Estado de un día para otro. ¿Puertas giratorias, respeto a las instituciones?

Además, ya el PSOE de Rodríguez Zapatero sentó un muy mal precedente cuando, pese al rechazo del PP, nombró gobernador en 2006 a Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Su gestión en la crisis financiera dejó muy tocado el prestigio de la institución.

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La pregunta ahora es: ¿qué pasará si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, impone a Escrivá? Desde luego, reventaría la frágil (¿ingenua?) esperanza que nos llevó a muchos a pensar que tras el pacto del CGPJ se había abierto una vía entre los dos partidos mayoritarios (y moderados) para llegar a acuerdos en temas de Estado. Pero además hay que tener en cuenta que Escrivá no es precisamente un gestor que suscite muchos apoyos ni siquiera en el partido que lo ha propuesto. No hay dudas sobre su capacidad técnica, pero lo cierto es que muy pocos recuerdan con cariño haber trabajado con él, empezando por los equipos del propio Banco de España.

Y si la imposición tiene lugar, la pregunta es ¿qué hará el PP? El partido de Feijóo debe decidir si, como en 2006, renuncia a proponer subgobernador para responsabilizar al PSOE de lo que pueda ocurrir o si decide proponer a alguien con peso específico para contrarrestar el poder de Escrivá. Y esa no es una cuestión menor. Un subgobernador con peso específico puede servir de dique de contención ante un gobernador intervencionista sobre todo en el departamento clave de la institución, el servicio de Estudios. Aquél que critica, con más o menos dureza, pero sobre todo que avala, con más o menos entusiasmo, la política económica de un Gobierno.