OPINIÓN

Siniestralidad vial vinculada a los peajes

La cuantificación de las consecuencias de la eliminación de las barreras en las vías rápidas debe contemplar lo que ocurre en el corredor completo, incluyendo tanto la propia autopista como la carretera alternativa.

Peajes en una carretera

Peajes en una carretera

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A medida que las concesiones llegan a su fin, las autopistas de peaje se incorporan progresivamente a la red pública. La supresión del peaje genera un aumento significativo del tráfico en estas autopistas, que es especialmente intenso en cuanto a los vehículos pesados. Los datos para las autopistas donde se ha eliminado el peaje muestran que el tráfico de vehículos ligeros ha crecido entre el 25% y el 40%, mientras que el flujo de vehículos pesados ha aumentado por encima del 50%, llegándose a doblar en ciertos casos. En algunos tramos de la red, el tráfico pesado supone más del 30% del total.

Como consecuencia del incremento del flujo de vehículos, los episodios de congestión y los accidentes son cada vez más frecuentes en estas vías. Una parte de este aumento de tráfico se explica por nuevos viajes, cambios de modo de transporte y viajes más largos. Sin embargo, al menos a corto plazo, la mayor parte del aumento corresponde a viajes provenientes de carreteras libres de peaje. En el caso de los vehículos pesados, y dado que en España la carretera supone más del 95% del tráfico interior terrestre, cabe pensar que el incremento de camiones en las autopistas corresponde de manera muy mayoritaria a tráfico desviado de las carreteras alternativas. No obstante, la cuantificación de las consecuencias de la eliminación del peaje debe contemplar lo que ocurre en el corredor completo, incluyendo tanto la autopista como la carretera alternativa.

Los autores de este artículo hemos llevado a cabo un estudio sobre la ratio de accidentabilidad grave (accidentes con heridos graves y/o fallecidos) distinguiendo, por un lado, entre autopistas (y autovías) y carreteras convencionales y, por el otro, entre vehículos ligeros y pesados. Los resultados muestran que, para una misma intensidad de tráfico, el impacto sobre el riesgo de accidentes de la entrada de un vehículo adicional, como media, es del orden de tres veces mayor en una carretera convencional que en una autopista.

El efecto diferencial entre tipo de carreteras es similar para los vehículos ligeros y los pesados, aunque la probabilidad de que estos últimos aumenten el número de accidentes (y fallecidos) es mucho mayor. Esta ratio es igual a cuatro cuando se analiza el número de fallecidos.

Incrementos estimados

En valores absolutos, se estima que la entrada a lo largo de un año de un millón de vehículos ligeros en una autopista aumentaría el número de accidentes graves esperados en nueve, mientras que en una carretera convencional el aumento sería de 34. Para un millón de vehículos pesados adicionales, estas cifras serían 28 y 79, respectivamente. Los resultados ponen de relieve que el trasvase de vehículos desde las carreteras convencionales a las autopistas reduce de manera significativa el riesgo de accidente en el corredor de tráfico. 

Como mera ilustración de los costes y los beneficios que la supresión de peajes en las autopistas puede haber supuesto en términos de fallecimientos, se ha efectuado una simulación referida a la desviación del tráfico pesado de carreteras convencionales a autopistas a consecuencia de la eliminación de peajes en las autopistas AP-1, AP-2, AP-4 y en el tramo La Jonquera-Alicante de la AP-7. En 2022, el total de fallecidos en las vías liberadas de peaje fue de 41. De estos 41 fallecimientos, nuestro trabajo estima que 10 pueden atribuirse al aumento del tráfico pesado. Este sería, en consecuencia, un indudable coste derivado de la supresión de peajes que se manifiesta en la mayor sensación de inseguridad que los usuarios de autopistas claramente experimentan a partir de la intensificación del tráfico de vehículos pesados.

Pero no deben olvidarse los beneficios. Al desviar tráfico de carreteras convencionales a vías más seguras, la siniestralidad en las primeras se habrá reducido. Bajo la hipótesis de que este tráfico pesado se ha desviado de carreteras convencionales a autopistas que previamente eran de pago, se estima que ello ha evitado unos 43 fallecimientos. Desde esta perspectiva el saldo global sería positivo. Los 10 fallecimientos adicionales en autopistas tienen como contrapartida una reducción de 43 fallecidos en carreteras convencionales.

Debate abierto

Mucho se ha discutido acerca de la necesidad de introducir un peaje en las carreteras principales para que los usuarios paguen los costes de mantenimiento y conservación de las mismas. Dado que los camiones causan los mayores costes de deterioro del pavimento, el monto del peaje debería ser superior para estos vehículos que para los ligeros. La idea de pago por uso es atractiva puesto que, más allá de resolver un problema presupuestario, el peaje proporciona las señales adecuadas para el uso eficiente de la red de carreteras.

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No obstante, la propuesta de pago por uso debe valorarse en un contexto más amplio. En primer lugar, debe contemplar por igual todos los modos de transporte para no distorsionar las decisiones de movilidad de los agentes. En segundo lugar, es necesario tener en cuenta todos los costes, entre los cuales los de congestión, contaminación y, tal y como se ha destacado en este artículo, los costes de accidentes.

Por tanto, una valoración equilibrada de cualquier decisión económica debe considerar conjuntamente costes y beneficios, no solo en términos de siniestralidad, también contemplando otras facetas. No hay beneficios libres de costes y para la toma de decisiones hay siempre que plantearse cuál de los dos componentes tiene mayor peso.