Opinión

Diversificar sin olvidarse de la buena leche

El negocio de la bebida clásica creció el año pasado en España a pesar de la existencia de una mayor oferta de jugos derivados de vegetales, cereales y frutas

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Botellas y tetrabriks de leche en un supermercado de Barcelona

Botellas y tetrabriks de leche en un supermercado de Barcelona / Manu Mitru

Encontrar leche de verdad, léase entera, en el lineal de la mayoría de los supermercados es cada vez más difícil. Tanto que algunos echamos de menos aquellos tiempos en que íbamos a la vaquería a comprar una leche cuyo sabor aún recordamos. Hay que haber estudiado mucho para distinguir entre leche semidesnatada, desnatada, sin lactosa o con agregados como omega 3 , calcio o lo que sea.

Luego está una oferta que ha ido expandiéndose últimamente: lo llaman leche, pero no lo es. Está elaborada con productos vegetales, cereales o frutos diversos. Por ejemplo, procedente de avena, soja, arroz, quinoa, sésamo, alpiste, coco, almendra, etcétera. Es jugo, no es leche.

Esta siempre ha sido un producto natural muy sencillo de entender. Es un líquido de color blanco o ligeramente grisáceo procedente de las ubres de un mamífero hembra que sirve para alimentar a sus crías. En algunos casos, ya sea vaca, cabra, oveja, yak, llama o burra (en honor a Cleopatra), sirve para alimentar a las personas. Por supuesto, incluye la leche materna, que succionan y beben con todo el gusto del mundo los recién nacidos. Algunos, incluso, más allá de los seis meses.

A nivel mundial, según cálculos de la FAO (Food and Agriculture Organization), dependiente de las Naciones Unidas, consumen leche 6.000 millones de personas, el doble que a comienzos de los años sesenta del siglo pasado y, mayoritariamente, en países desarrollados. 

Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), tiene razón cuando califica de "ilegal" llamar leche a estos jugos. La Real Academia Española, en un arrebato incomprensible, imagino que fruto de las modas o de la incompetencia (los sabios también yerran), considera leche a estos brebajes blancos de origen vegetal y a las cremas hidratantes para el cuerpo. En fin, como si el color lo tuviera que definir todo.

Calabozo se alegra de que se haya frenado la caída de las ventas de leche líquida en España. En 2023, el consumo de leche envasada clásica llegó a 1,9 millones de toneladas, un aumento del 1,8% respecto al año anterior, según la consultora Circana. Aún recordamos la campaña a favor de la leche -Ningún niño sin bigote- en sus distintas fases. La última consistía en recaudar leche para alimentar a los niños que vivían en familias en peligro de exclusión social. Sirvió para insistir en las cualidades nutricionales de la leche de verdad.

En 2023, la venta de leche y otros derivados lácteos sumó 4,2 toneladas, el 0,16% más. El incremento, según Fenil, habría sido mayor de no ser por la caída del 3% en el consumo de yogures. Por comparar, la venta de bebidas vegetales de color blancuzco sumó 240.000 toneladas.

En España, según Calabozo, el sector lácteo todavía tiene muchos deberes por delante. Calcula en 10.000 el número de ganaderías que hay en la actualidad, concentradas en un 60% en Galicia. Para el director general de Fenil, es necesaria una mayor consolidación, tamaño y más diversificación en productos lácteos. Recuerda que el 45% de los quesos que se venden de España son de procedencia extranjera.

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¿Acaso no hay producto nacional con la suficiente capacidad o, simplemente, se debe a que las marcas francesas, italianas, suizas o neerlandesas venden más y mejor? Volviendo al lineal, la oferta de brie, camembert, gruyère, gouda, conte, roquefort, mozzarella, gorgonzola y burrata es muy superior a la de cualquier queso de denominación de origen española, con la salvedad, en algunos casos, del manchego. Solo puede encontrarse la extraordinaria torta del Casar, un cabrales o un buen idiazábal, por poner tres ejemplos de quesos españoles de calidad indiscutible, en tiendas especializadas.

activos’ ha querido apostar en este número por explicar los desafíos de una de las contadas marcas lácteas españolas conocidas: Leche Pascual. La empresa castellana es una de las más presentes en los grandes centros de distribución del  conjunto del país que no se han entregado a la marca blanca. Juan Carlos Lozano desentraña en ese reportaje cómo el grupo familiar de Aranda de Duero decidió diversificarse en su momento en distintas áreas de negocio para no depender del producto original lácteo. Desde el agua -Bezoya representa cerca del 20% de su facturación- hasta la entrada en bebidas no lácteas derivadas de la fruta y el café. Mantener esta estrategia, donde la batalla por el margen y la generación de beneficios es cada vez más dura, es el desafío que marca una ruta para un sector que aspira a no perder su principal negocio: buena leche.