AGRICULTURA

La sequía deja bajo mínimos los campos de cultivos mediterráneos

El déficit hídrico causa estragos en la agricultura española. Este año ha caído aún más la producción de cereales, frutas y hortalizas, cuyos costes de explotación se han disparado. Además, el sector del cava ha autorizado la inclusión de hasta un 15% de variedades de uva "no aptas" para elaborar el espumoso y la elevada mortalidad de abejas ha llevado a importar más miel

Agricultores trabajando en el campo.

Agricultores trabajando en el campo. / Agencias

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El campo tiene sed. Pese a las lluvias y los episodios de aguas torrenciales que acompañaron a las diversas danas (depresiones aisladas en niveles altos) que cruzaron el país a finales de junio y principios de julio, en la franja que va desde Almería hasta el delta del Ebro, sobre todo en Murcia, Almería y todo el litoral de la Comunidad Valenciana, se han registrado menos de una cuarta parte de las precipitaciones respecto al valor medio del periodo 1991-2020, según datos oficiales ofrecidos por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Las organizaciones agrarias Asaja, Unión de Uniones, COAG, UPA y las Cooperativas Agroalimentarias de España aseguran que en los territorios del Mediterráneo con menor nivel de pluviometría las pérdidas se elevan por encima del 70% respecto a un año normal y que los agricultores del lugar, por tercer año consecutivo, "no tendrán apenas cosecha". Así se lo han comunicado al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, quien después de varias reuniones ha decidido tomar cartas en el asunto y convocar la llamada Mesa de la Sequía para aprobar ayudas al sector y un plan de medidas.

Y es que el sur y el este de España están en una situación crítica, que ya dura tres años, con pérdida de cosechas, muerte de viñas y almendros, y ausencia de pastos para la ganadería. Cereales, frutos secos y leñosos de secano (viñedo, olivar y frutales) son los cultivos más afectados en las provincias de Lleida, Zaragoza, Teruel, La Rioja, Castellón, Valencia, Alicante, Albacete, Murcia, Almería y Granada. ¿Consecuencias? Por ejemplo, la caída de la producción de cava en Catalunya abre la puerta a una subida del precio del espumoso, como ya han experimentado frutas y hortalizas. Los cultivos de regadío ven dispararse sus costes de explotación por el mayor consumo de energía y de agua, y eso se traslada al precio de venta al público.

Merma "irreversible"

Uno de los cultivos de secano más afectados por la falta de precipitaciones continuadas son las explotaciones de cereales. Así, en 2024, no habrá casi existencias en Alicante, según la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja), que confirma la pérdida de más del 90% de los cultivos de cebada, avena y trigo. Una merma que es "irreversible" llegado a este punto de la campaña, según inciden los técnicos de la asociación, quienes visitaron recientemente las zonas de cultivo de cereales de L'Alcoià, El Comtat y el Alto Vinalopó. Asaja calcula que las pérdidas económicas para los agricultores superarán los dos millones de euros esta temporada y que habrá 9.400 toneladas menos de cereal en las alrededor de 3.500 hectáreas de dicho cultivo. A esta misma altura del año pero de 2023, las matas ya habían enraizado pero este ejercicio el calor las ha acabado por quemar. No ha absorbido agua suficiente para proliferar, por lo que las visibles no serán fructíferas.

En Aragón, tierra de cereales, la sequía de enero a julio ha sido una de las más severas en la historia reciente, golpeando con especial virulencia al sector del trigo. La organización agraria UAGA calcula que alrededor de 146.000 hectáreas de este cereal, fundamental para la economía de la región, se han perdido totalmente, mientras que otras 175.000 hectáreas se encuentran gravemente afectadas.

También pintan bastos en Catalunya. Según los datos que manejan organizaciones de productores como la Unió de Pagesos en zonas de este territorio, la cosecha de pera se va a reducir el 30% debido a la sequía. La asociación de empresas frutícolas Afrucat, que agrupa a casi un centenar de firmas, prevé un total de 80.426 toneladas de fruta para este verano, lo que supone un "bajón generalizado" en la mayoría de las variedades de melocotón, nectarinas, peras y manzanas en algunas zonas de Lleida.

Tampoco se libra Baleares, donde la producción de cereales en Mallorca ha caído el 60%, con pérdidas por valor de 12,5 millones de euros, subraya Asaja.

Flexibilizar la normativa

Otro problema grave lo tienen las bodegas de cava, un sector que bajo el paraguas de la DO Cava agrupa a 349 bodegas con 38.000 hectáreas de viñedo y donde trabajan aproximadamente unos 6.200 viticultores. Por eso, el sector ha decidido flexibilizar la normativa para suplir la preocupante carencia de producto. Para ello, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha resuelto favorablemente una modificación normal y temporal del pliego de condiciones de la Denominación de Origen Protegida Cava solicitada por el Consejo Regulador (el organismo encargado de regular y normalizar las actuaciones de las partes implicadas, así como responsable del cumplimiento efectivo de las mismas).para, entre otras cosas, hacer frente a las consecuencias de la sequía. Básicamente, el Gobierno autoriza a crear un fondo de vino que potencialmente pueda servir de vino base para la elaboración de cava y compensar así la falta de materia prima a la que se enfrentan las bodegas por la falta de lluvias de los últimos años.

Así, y de modo excepcional para este año, se permite la inclusión de hasta un 15% de variedades de uva "no aptas" para la elaboración de cava siempre que esas explotaciones se encuentren dentro del término reconocido como productor de dicho espumoso. En España hay cuatro zonas: Comtats de Barcelona, Valle del Ebro, Viñedos de Almendralejo y Requena.

Solo un respiro

Más allá del cava, sufren el estrés hídrico olivares y almendros. Un estudio elaborado por la Unió Llauradora calcula que la incidencia de la sequía persistente en los cultivos de secano de las diferentes comarcas de la Comunidad Valenciana ya ha causado n esta campaña unas pérdidas de alrededor de 73 millones de euros a los productores. «Las lluvias de las últimas semanas simplemente han sido un respiro, pero los daños y las pérdidas son ya, en muchos casos, irreversibles. Se necesita una compensación por parte de las administraciones para ayudar a las personas afectadas», asegura el secretario general de la Unió, Carles Peris. Más de la mitad de las hectáreas de suelo cultivadas en territorio valenciano -concretamente, el 51%- son de secano. Olivar, almendro, uva de vinificación y cereal, productos localizados fundamentalmente en las comarcas del interior, con 264.098 hectáreas, son los más representativos, pues suponen el 93% del total cultivado en secano. "También hay pérdidas todavía por cuantificar en otros cultivos como la cereza y en sectores ganaderos en extensivo ante la falta de pastos y agua", destaca Peris.

En términos similares, la Unió de Pagesos explica que en Catalunya los cultivos de olivar y fruta dulce se han visto especialmente dañados. "La fruta dulce encadena años de sequía, con numerosas plantaciones con un elevado número de árboles muertos que no se han podido arrancar enseguida a la espera de conocer las medidas de ayuda, con el consabido riesgo de que aparezcan plagas y enfermedades", explican de esta organización agraria.

Pese a ello, y teniendo en cuenta además el catastrófico año 2023, la producción estimada de aceite de oliva en la actual campaña 2023-2024 ascenderá a 845.000 toneladas, lo que supone el 27% más que en la anterior, según las últimas cifras del ministerio que dirige Luis Planas. El balance del sector del olivar en España refleja que las importaciones de aceite de oliva sumarán 215.000 toneladas; es decir, el 1,7% más que en la campaña 2022-2023. De esa cantidad, 111.455 toneladas procederán de países comunitarios, y otras 99.545 toneladas, de países de fuera de las fronteras de la Unión Europea.

La sequía, además, genera graves consecuencias al sector apícola porque dispara la mortalidad de abejas. Si al déficit hídrico se une la competencia desleal por las importaciones masivas de mieles y productos derivados procedentes de terceros países, sobre todo de China, se produce la tormenta perfecta para que la rentabilidad del sector caiga por los suelos y los precios disminuyan el 15%. A la vista de la situación, el responsable de la sectorial apícola de AVA-Asaja, Pascual del Valle, defiende que la miel "producida en Europa es la mejor que hay, por los máximos estándares de calidad que garantiza, pero muchas veces los supermercados ofrecen mieles mezcladas con apenas el 3% de miel española para abaratar el producto".

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Este apicultor recuerda que una investigación de la propia Comisión Europea constata que el 74% de las muestras de miel china importadas a la UE eran sospechosas de incumplir las normas comunitarias, en particular por estar transformadas de manera artificial e incorporar jarabe de azúcar, práctica que permite reducir los costes de producción y hacer llegar al consumidor mieles cuatro veces más baratas de media que la europea, que sí cumple todas las exigencias establecidas. Apenas han pasado seis meses y en muchas zonas apícolas de España los apicultores ya encienden luces de emergencia.

Fondos extraordinarios

Ante este panorama, cabe preguntarse: ¿habrá este año más ayudas para paliar los efectos de la sequía? El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha asegurado esta misma semana que hay 2.302 nuevos titulares de explotaciones agrícolas en la lista de beneficiarios de los fondos extraordinarios para compensar las dificultades por el déficit hídrico y la guerra de Ucrania, por un importe estimado máximo de 4,9 millones de euros. Se trata de productores de tierra de cultivo de secano, arroz y tomate de industria, según informa el departamento. Hasta el momento, esas ayudas estatales ascienden a 264 millones de euros, cantidad que ha servido para beneficiar a 135.137 agricultores, que, sin embrago, siguen mirando al cielo.