LA OPINIÓN DE MÁLAGA

Las tipuanas llenan de color el adelanto veraniego en Málaga

Desde El Palo al Cortijo Alto, estos árboles que, asegura una leyenda, se estrenaron en Málaga en el Hotel Miramar, toman el relevo colorido de las jacarandas

Pétalos de tipuana en una calle de Cortijo Alto a final de mayo.

Pétalos de tipuana en una calle de Cortijo Alto a final de mayo. / A.V.

Alfonso Vázquez

Ya comentamos hace unos días que Málaga , en su camino hacia una ciudad más civilizada, vivible y moderna, necesita muchos más árboles y bastantes menos pisos de uso turístico. 

Las tipuanas, sin ir más lejos, no transmiten la indeseada sensación de convivir, pared con pared, con una habitación de hotel metida con calzador en tu bloque. 

Esta fastuosa especie, ajena a la descontrolada epidemia malaguita de la turistificación, ha cogido el relevo de las esplendorosas jacarandas para despedir la primavera veraniega con todos los honores. Aportan belleza en lugar de ruido y realzan las calles en vez de devaluar las viviendas.

Una leyenda señala que las primeras tipuanas fueron las plantadas en los jardines del Hotel Miramar. Hoy quedan menos pues la construcción de un aparcamiento subterráneo obligó a deponer algún que otro fastuoso ejemplar.

Estos hermosísimos árboles de origen boliviano recuerdan por su tronco y hechuras a la jacaranda. Su floración también es memorable gracias a la legión de flores con pétalos amarillo anaranjado que incluso pueden evocar alguna ceremonia religiosa en la India, sobre todo cuando la lluvia de pétalos cubre los techos de los coches, calzadas y aceras.

Como los pisos de uso turístico, las tipuanas se dan muy bien en Málaga y están presentes en un gran número de barrios. La sombreada avenida de la Estación en El Palo ofrece estos días un espectáculo floral inmejorable con su marejada de pétalos arriba, en las copas y abajo, en forma de alfombra natural para el Corpus

Por supuesto, como hemos dicho, no es el único rincón. En muchas calles como la dedicada al barojiano Shanti Andía, en Cortijo Alto, el espectáculo es soberbio, aunque luego haya que barrer lo que la ley de la gravedad provoca, pero con los nuevos barredores que ventean el producto, el esfuerzo disminuye.

También pueden verse tipuanas en muy buen estado en varias calles de El Cónsul, como calle Sófocles, a quien, estamos seguros, le habría entusiasmado esta función teatral de la Naturaleza con árboles de otro mundo que jamás pudo conocer.

Y también escoltando a la antigua prisión provincial, en una calle como Virgen del Pilar, las tipuanas dulcifican la dureza de los muros de la cárcel dejando a sus pies el rastro de color que cae de las copas.

A la vez, los pétalos continúan su camino hasta hermosear uno de los antiguos patios delanteros de la cárcel, ya en la avenida de Ortega y Gasset, hoy solares con basura a la espera de mejora. Para eso sirven las tipuanas.