LA CAÑA Y EL VINO, A DEBATE

Con el alcohol, ¿consumo moderado o tolerancia cero? Esto es lo que dicen nutricionistas y bebedores

Revisamos informes y consultamos a expertos para tratar de dar una respuesta

El alcohol está presente en la gran mayoría de las reuniones sociales

El alcohol está presente en la gran mayoría de las reuniones sociales / Freepik

Nos gusta beber alcohol. Es un hecho. No hace falta más que asomarse a un bar, colarse en un restaurante o echarle un ojo a una terraza. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, solo un 13% de los españoles son abstemios. El resto consume alcohol en cantidades variables. De hecho, somos el país europeo, tras Portugal, que lo consume con mayor regularidad (un 13% lo hace cada día). Eso sí, en episodios de ingesta excesiva somos los terceros por la cola: un poquito cada día pero nunca demasiado, o al menos eso dicen los datos de Eurostat. Las cifras también hablan de que el consumo de alcohol en España experimenta desde hace unos años un descenso constante. En 2022, se redujo en 2,7 puntos en la población española de entre 15 a 64 años respecto a 2020, bajando de un 19,4% a un 16,7%. Así lo refleja la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES 2022). 

En el centro del (aparente) abandono del alcohol (o de ciertos patrones de consumo abusivo, al menos) parece estar, entre otros factores, la creciente preocupación por la salud. En los albores del siglo XXI no era infrecuente leer en la prensa afirmaciones como que una copita de vino al día era buenísima para la salud o que la cerveza resultaba el mejor reconstituyente tras una sesión de ejercicio. “En ocasiones vemos verdades aisladas en relación a las bebidas alcohólicas pero que no son representativas de la imagen total. Claro que la cerveza puede tener vitaminas, claro que el vino posee un antioxidante como el resveratrol, pero ambas bebidas tienen también su contribución de grados alcohólicos que finalmente hacen que el balance sea muy negativo”, explica el nutricionista Aitor Sánchez, que acaba de publicar el libro ‘¿Qué pasa con la nutrición?’ (Paidós). 

El número de abstemios en España sigue siendo muy reducido.

El número de abstemios en España sigue siendo muy reducido. / Freepik

Aunque cada vez menos habituales, estas asociaciones entre alcohol y un estilo de vida saludable siguen produciéndose… Hace tan solo unos días, el nutricionista Julio Basulto mostraba su indignación en redes sociales por la concesión de la placa de oro al mérito deportivo a la asociación de productores de cerveza. En su libro ‘Come Mierda’ (Vergara), publicado en 2022, escribiía que “la OMS calculó que en 2020 el consumo ‘alto’ de alcohol ocasionó 346.400 cánceres, mientras que el consumo ‘de riesgo’ produjo 291.800 cánceres. Lo importante es que también se ha constatado que el consumo ‘moderado’ de alcohol causa 103.100 cánceres anuales y que consumir tan solo una bebida al día causó 41.300 cánceres en 2020”. Uno de los estudios a los que suele remitir Basulto fue publicado por el prestigioso diario médico 'The Lancet' en 2018 y su título es revelador: ‘No level of alcohol consumption improves health’ (Ningún nivel de consumo de alcohol mejora la salud).

Un estudio con muchas caras

Es precisamente este estudio sobre consumo de alcohol de 'The Lancet' el que, en un principio, dio carpetazo a los posibles efectos beneficiosos de tomar unas copitas, negando la mayor que habían promulgado informes anteriores. François Monti, periodista y asesor especializado en cocteles y destilados y bebedor, se refiere a ese mismo informe, pero fijándose “en una revisión publicada en 2022, donde se pone de relieve que, para personas mayores de 40 años, el consumo moderado podría reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2”. En esta nueva investigación se establece que “el nivel de consumo de alcohol asociado con el menor riesgo para la salud depende de la estructura de edades y composición de enfermedades de una población concreta”. Asimismo, el texto habla de "contradicciones" y de la necesidad de "continuar estudiando" sobre este particular.

España es uno de los países europeos con mayor consumo frecuente de alcohol.

España es uno de los países europeos con mayor consumo frecuente de alcohol. / Imagen de Drazen Zigic en Freepik

Para Monti, la clave de todo es “buscar un equilibrio” y huir tanto de los estudios irreales que hablan de que tomar alcohol a diario es buenísimo y que solo buscan “infantilizar al consumidor” como de los “mensajes poco realistas” de algunos nutricionistas. “El consumo cero de alcohol es como la abstinencia total en cuanto al sexo que promulgan algunos religiosos. Lo sensato es buscar un nivel aceptable. Una vida que merece la pena no es una vida sin riesgos. Yo no hago paracaidismo ni me pongo en peligro de otras maneras: me dedico a la gastronomía”, sentencia Monti que, además, esgrime que el alcohol es “una sustancia adictiva, desde luego, pero que permite que el que la toma con moderación pueda seguir llevando una vida activa”. Monti niega, además, que haya una situación de alarma social con el alcohol en España. “Ahora mismo se bebe menos que hace 20 años y no digamos ya que hace 50 años. Además, España es uno de los países con menor consumo problemático de alcohol de toda Europa”.

El alcohol, ¿parte de nuestra cultura?

Miguel Ángel Palomo, periodista experto en el mundo de las bebidas y coautor, junto al barman Diego Cabrera, del libro 'Gurú' (Planeta Gastro,) contesta a este debate desde la “resaca” de una noche (de trabajo) entre cocteleros y señala una contradicción: “Vivimos una época de radical proteccionismo al tiempo que se bebe menos que nunca”. Para Palomo, escribir sobre alcohol es hablar de “cultura y de patrimonio de la humanidad: es una forma de entretenimiento, pero también de conocimiento”. Niega que su trabajo sea “hacer alegatos en contra de la adicción” sino dar a conocer un acervo cultural: “El alcohol forma parte de la historia del hombre para bien y para mal. El bar es y ha sido un espacio social”. Sí reconoce que debe haber una responsabilidad compartida a la hora de lanzar mensajes en torno “a la moderación” aunque sostiene que la sociedad actual ya debería tener una suficiente madurez como para darse cuenta de que “no hay ningún doctor que prescriba a nadie tomar una dosis determinada de alcohol”.

En los últimos años, ha aumentado la oferta de cócteles sin alcohol.

En los últimos años, ha aumentado la oferta de cócteles sin alcohol. / Freepik

Una de las posibles preguntas que se plantean es: ¿Hay posibilidad de que esa cultura de bar, de socializar en torno a una mesa o de tomar un cóctel, pueda continuar sin la presencia del alcohol? Por un lado, hay indicios de que podría suceder: España es el país del mundo en el que se bebe más cerveza sin alcohol y en los lineales de cualquier supermercado pueden encontrarse multitud de marcas y de versiones. Los últimos años también han sido los de la aparición de sustitutos 0,0 en el campo de los destilados de la mano de firmas como Tanqueray o Martini. En las mejores coctelerías del país hay, también desde hace años, una propuesta de ‘mocktails’, combinados sin alcohol obra de auténticos magos de la mezcla.

Este proceso de ‘desalcoholización’ se está produciendo incluso en el terreno del vino, quizá el sector que más ha luchado por afianzar su lugar como elemento no nocivo en la dieta mediterránea. Jaime Bermúdez, director técnico de Vinoselección, club de venta de vinos que cumple 50 años en 2023, reconoce que algo se mueve. “En los últimos cinco años ha crecido en todo el mundo el consumo de vinos sin alcohol. Con el movimiento en pos de una vida sana que estamos viviendo, se ha moderado el consumo de vino, y los consumidores quieren disfrutar de sus aromas y sabores, pero sin alcohol. Gracias a los avances en la tecnología, en la actualidad esta bebida se acerca mucho al vino normal, tanto en acidez como en fruta, y desde el año pasado ya se puede denominar “vino”. Fue entonces cuando la PAC (Política Agraria Común) oficializó los vinos 'desalcoholizados' después de años de una lucha que fue, en gran medida, liderada por España”.

El consumo esporádico, posible punto de encuentro

Con todas las opciones sobre la mesa -con y sin-, el consumo de un mayor o menor nivel de alcohol parece, salvo en el caso de los abstemios, obedecer al sentido común. Aitor Sánchez reflexiona sobre unos hábitos -el de tomarse una caña de cuando en cuando o un vino con algunas comidas- con una recomendación que parece realista: “El consumo de alcohol esporádico puede ser compatible con un estilo de vida saludable. Sucede lo mismo con muchas otras cosas que hacemos a lo largo de nuestro día a día (dormir poco, estar estresados, ser sedentarios...) y que, aunque son perjudiciales, pueden ser compensadas si seguimos ese patrón de vida sana. En toda esta visión de conjunto, si tomamos alcohol de manera muy eventual claro que será compatible con una vida saludable. Lo importante es tener en cuenta que esa bebida no está contribuyendo a nuestra salud, y que el mensaje a transmitir sería que “cuanto menos, mejor”. O cómo darle la vuelta a ese tópico falso de “una copita de vino al día alarga la vida” cambiándolo por “una copita MENOS de vino al día alarga la vida”.