5 mercados de Madrid para comer bien que aún no conoces

En 2009 el Mercado de San Miguel, uno de los más tradicionales de Madrid, reabría convertido en algo que, hasta ese entonces, no sabíamos que existía: un “mercado gastronómico”. Muchos de los puestos de abastos se reconvertían en establecimientos para comer y beber de todo tipo. Al de San Miguel le siguieron muchos otros. El de San Antón renació en 2011 y otros, como los de Vallehermoso, Antón Martín ode San Fernando llevaron a cabo esa transición a un modelo mixto de abastos y restauración con la mayor naturalidad. Adiós pescadería, hola taquería mexicana. Cierra una frutería, abre un pequeño local de autor, pero con ambición gastronómica.

Junto a esos mercados conocidos, hay otros que han ido adoptando ese modelo por lo bajini, sin armar demasiado escándalo. También hay otros que nacen en pleno siglo XXI bajo los restos de antiguas galerías de alimentación. Hay algunos a los que merece la pena peregrinar por una sola dirección, como las Galerías Florida de la Ribera del Manzanares con el restaurante ‘omakase’ Surgeon Kitchen, o el de Villa de Vallecas con el histórico puesto de Bombas, lagartos y cohetes de Vallekas. Pero hay más, como estos cinco que pateamos a continuación.

Mercado de San Leopoldo

El último en llegar. Las modestas galerías de alimentación San Miguel se transforman en el Mercado de San Leopoldo (en el número 8), situado en la calle del mismo nombre, unos metros por encima de Plaza de Castilla. El proyecto nace a lo grande con negocios ya con una solera importante como Casa Dani, celebérrimo por su tortilla de patata, o Juancho’s BBQ, una referencia por la calidad de sus hamburguesas.

A este dúo de referencia se suman La Martinuca, más tortilla elaborada al gusto de 2023 -muy melosa-, Döggo, que ofrece perritos calientes con distintas recetas o Montchis, que prepara tartas de queso artesanales. Son solo algunos nombres pero vendrán más en el futuro: una apuesta sorprendente en territorio comanche (entre Plaza de Castilla y las Cuatro Torres poca oferta gastronómica hay) y que deberá asentarse en los próximos meses.

Mercado de la Guindalera

Hay algo en este mercado que remite al Madrid de siempre. Puede ser su edificio, de apenas una altura y escala modesta, o quizá la pequeña placita en la que se asienta (la dirección es Eraso, 14). Lo cierto es que, aunque se recorre en un suspiro, esconde sorpresas en su interior que hacen que merezca la pena dejarse caer por aquí. Una de ellas es la vermutería Don Guindo, inaugurada hace poco más de un año. Con un neón de otra época como reclamo, es uno de esos negocios con carácter, en el que se puede tomar alguno de sus vermuts personalizados mientras se pica su personalísima tortilla de patata, una tabla de chacinas o conservas selectas.

Otro puesto más que recomendable es Hiwakaya Sushi Fusión, un pequeño restaurante distinguido con un solete Repsol -que premia a los mejores locales de barrio- y en el que se ofrece cocina japonesa y peruana, entre la que destacan los ceviches y los nigiris, siempre con un punto de imaginación. Más comida del mundo interesante: la siciliana de L’Incanto Gastrobar, un delicioso local en el que no solo se come (buena) pasta sino también bacalao o salchichas con recetas traídas de Italia.

Mercado de Tirso de Molina

Que nadie se llame a error: este mercado no está en la concurrida plaza del centro de Madrid sino en la zona de Puerta del Ángel (Doña Urraca, 15). En los últimos tiempos, se ha convertido en una especie de versión menos trillada del Mercado de San Fernando de Lavapiés. Encandila ya desde su edificio, un vestigio de la Segunda República, que alberga un curioso microcosmos de bares con personalidad.

Un ejemplo es La Desahuciada, con su buena selección de vinos -algunos naturales-, platos de cucharas, tablas de quesos y embutidos y tartas caseras. También merece la pena vermutear en El Malamé -con otro neón presidiendo la barra- con sus raciones de migas y de croquetas. Bien también La TraMoya con sus guisos, su carrillera y sus raviolis caseros de rabo de toro. Para un cóctel, el puesto perfecto es Cuarto y Mitad Bar.

Mercado de Ibiza

El edificio del Mercado de Ibiza (Ibiza, 8), inaugurado en los años 50 en el barrio de Retiro, cuenta con un restaurante del mismo nombre en uno de los bajos exteriores. Como es lógico se ofrece cocina de mercado y de temporada. En los meses de otoño toca disfrutar de su cocido, los huevos rotos con jamón ibérico o el arroz meloso con carabineros. Una generosa selección de vinos y unos postres a la altura, como su tarta cremosa de chocolate, redondean la experiencia.

Pero hay más: de puertas adentro, la lista de locales recomendables sigue. Barracruda también presume de solete Repsol con una apuesta basada principalmente en la cocina sin fuego como el ‘tataki’ de bonito y tomate o el ‘steak tartar’ sobre 'brioche'. Además, el mercado acoge una vinoteca con referencias inquietas como Vin La Vie, La ventita del foodie by Acanto, especializada en productos canarios, o La Turulita, una dirección de referencia para los amantes de la cocina mexicana.

Mercado de Prosperidad

Probablemente uno de los mercados de barrio más inquietos es el de Prosperidad (López de Hoyos, 81), abierto también en los años 50, pero que bulle de actividades, muchas de ellas asociadas a los puestos. Un ejemplo es el mes de la cocina vietnamita que festejan en septiembre para conmemorar la independencia del país asiático y que tiene como epicentro Nem Nem, restaurante donde se pueden tomar sopas 'Pho', arroz de loto pero también los tan de moda ‘bubble teas’.

Más cocinas del mundo: en Ceviches & Wok el chef Jowee Beston prepara clásicos peruanos como causa limeña, ají de gallina o arroz chaufa en versiones fieles a la tradición. Casa Vecchia es un italiano el que destacan las pastas tradicionales o las 'focaccias', con recetas fuera de carta que miran a la temporada. Para regarlo todo, Lambeer, donde es posible darse una vuelta por el mundo a base de cervezas artesanas.