EL CUADERNO DE... (5)

En la guarida de Blas Cantó: “Los artistas no somos políticos, no es nuestra responsabilidad cambiar el mundo”

Con cinco años descubrió que la música era su motor y, desde entonces, ha luchado por hacer de ella una forma de vida. Auryn y Eurovisión salpican un fructífero currículum que ha alcanzado su culmen gracias a 'El príncipe', un disco donde relata las luces y sombras de su carrera

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Entramos en 'la guarida' de Blas Cantó: en su casa ha compuesto gran parte de las canciones de 'El príncipe'.

Entramos en 'la guarida' de Blas Cantó: en su casa ha compuesto gran parte de las canciones de 'El príncipe'. /

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Blas Cantó parece más serio de lo que verdaderamente es. Quizá, la imagen de niño prodigio que proyectó bien pronto haya tenido la culpa. Pero, en realidad, es un tipo risueño, pillo y jovial. No para de hacer bromas. E incluso, de vez en cuando, suelta algún taco. Algo impensable cuando, tan riguroso y tan educado, se estrenó en los escenarios. Lo hizo en Veo, veo y Eurojunior, dos formatos donde ya dejó patente la riqueza de su garganta.

Ahí comenzó una trayectoria que, aún sin intuirlo, le ha impulsado al número 1 en numerosas ocasiones. Primero, como parte de la boy band Auryn. Y, siete años después, en solitario. Sin embargo, el éxito no le ha cegado. De hecho, podría decirse que le ha quitado capas. Hasta el punto de que, desprovisto de armaduras, hoy puede cantar lo que le salga del corazón. Sin temores, sin dudas.

Blas, que suele componer con el móvil, muestra el boceto del que salió 'El príncipe'. 

Blas, que suele componer con el móvil, muestra el boceto del que salió 'El príncipe'.  / ALBA VIGARAY

Era un niño viejo. Mis amigos dicen que hablo como un presentador. Y tienen razón porque esa rectitud la adquirí en la televisión. Me ha costado relajarme”, apunta Blas. Se nota que ahora lo está: dice lo que siente y para cuando lo necesita. No le intimidan las cámaras que EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ha metido en su casa. Al contrario, quiere mostrar su interior con naturalidad.

Hay premios, cuadros, juguetes. Un disco de oro salpica la pared del estudio donde ha alumbrado parte de sus temas. Está en la planta de arriba, con vistas al cerezo que corona su jardín. En este rincón pasa buena parte del día: no sólo escribe, también toma decisiones y organiza fechas. Suele hacerlo acompañado de su perrita Tirma que, tan espontánea como él, quiere aparecer en la entrevista. Aunque algún ladrido se cuela, no lo borramos: es parte de su vida.

El estudio de Blas se encuentra en la planta superior de su casa, un espacio repleto de cuadros y premios. 

El estudio de Blas se encuentra en la planta superior de su casa, un espacio repleto de cuadros y premios.  / ALBA VIGARAY

El artista suele componer en cuadrilla, por lo que es habitual encontrarle junto a otros músicos. Eso sí, casi siempre en este refugio. “Es curioso porque, aunque hice el conservatorio de trompeta y piano, no sé tocarlos. Por eso trabajo con compañeros: es iniciar una melodía y, de inmediato, llegar la inspiración. Necesito esa palmadita en la espalda para arrancar, ¿sabes?”, explica.

Entonces, un sinfín de imágenes asaltan su cerebro. Lo difícil no es quedarse con una de ellas, sino trasladarlas al papel con el mismo fulgor con que las vivió. Una tarea que, por pura necesidad, le teletransporta a una infancia donde Camilo Sesto, Rocío Durcal, Isabel Pantoja y Pimpinela impregnaban cada momento. “Escuchábamos mucha España”, señala entre risas.

P. ¿Quién le dio su primera oportunidad?

R. Ginés Torrano Soler, el mejor tenor de Murcia. Le visitamos cuando tenía cinco años, pero nos aconsejó esperar a que las cuerdas vocales se ajustasen. Luego, jamás me cobró por las clases.

P. ¿No se planteó una alternativa?

R. No, nunca he hecho otra cosa. Y, desde pequeño, ha sido remunerado. Mi madre hizo una buena gestión económica y eso me permitió, cuando cumplí 18, mudarme a Madrid.

P. ¿A qué se dedicó hasta entonces?

R. Fue una época complicada por mi cambio de voz. Lo recuerdo como algo dramático en casa. Todavía lo arrastro. De algún modo, aún me cuesta estar tranquilo sin pensar que se va a romper. Es un miedo más psicológico que físico. Siempre me he cuidado: no bebía, no fumaba y no me drogaba. Últimamente, sí salgo de fiesta y me tomo alguna copa. Pero lo vivo con tranquilidad porque sé que luego tengo unos días para recuperarme.

El fin (comercial) de Auryn


Nada más alcanzar la mayoría de edad puso rumbo a la capital, donde fundó Auryn. Junto a Álvaro Gango, David Lafuente, Carlos Marco y Dani Fernández puso en marcha un proyecto que, entre 2009 y 2016, desató un fenómeno fan hasta entonces desconocido en el país. Parecía que las boy bands no triunfaban de Reino Unido para abajo, una predicción que ellos se encargaron de romper.

La gigantesca popularidad que les dio I Don’t Think So, Don’t Give Up My Game, Heartbreaker, Puppeteer y Electric provocó distintas críticas. ¿Estábamos ante un grupo prefabricado más? “Todos lo estamos de alguna manera. Y eso es algo que me estoy quitando. No puedo ofrecer al público lo que fui ayer o lo que seré mañana. Fue una etapa en la que aprendí muchísimo”, subraya Blas, que publicó cuatro elepés y ganó 20 premios bajo este nombre.

Junto a Álvaro Gango, David Lafuente, Carlos Marco y Dani Fernández, Blas protagonizó el fenoméno fan Auryn. 

Junto a Álvaro Gango, David Lafuente, Carlos Marco y Dani Fernández, Blas protagonizó el fenoméno fan Auryn.  / ALBA VIGARAY

En las siete temporadas que duró, las comparaciones con One Direction no escasearon. Una etiqueta que vivieron con escepticismo: “Era raro ya que no podíamos ofrecer lo mismo por una cuestión de presupuesto. Nosotros empezamos como independientes y, en 2012, nos fichó Warner. En cualquier caso, es verdad que creamos esa expectativa. No obstante, supimos encontrar nuestro sonido. Lo que ocurre es que hay que lanzar bastantes canciones para saber qué es lo que te diferencia del resto”.

Si bien contaron con Vanesa Martín, Zahara, Vega, Xabi Sanmartín y Belén Arjona entre sus colaboradores habituales, ellos optaron por imprimir su sello pseudojuvenil en cada nota. De ahí que mantuvieran una multitud fiel que, a la par, fue creciendo de su mano. Pese a ello, el éxtasis fue poco a poco mermando.

P. ¿La fama le pilló por sorpresa?

R. No. Tras mi paso por Eurojunior, ya no podía comerme el bocadillo en el recreo. Lo hacía en una esquina, mientras me tomaban fotos y me pedían autógrafos. Yo ya sabía lo que era salir a la calle y que todo el mundo te conociera. Para mí, no era raro estar en un plató de televisión o viajar por trabajo. A algunos de mis compañeros les impresionaban cosas con las que a mí me costaba emocionarme. Las había normalizado. Error mío, lo admito. Tuve que alejarme de la música un tiempo para recuperar la ilusión.

P. El último sencillo que lanzaron fue Who's Loving You?, junto a la estrella internacional Anastasia. Daba la sensación de que estaban asentando su carrera cuando, sin esperarlo, anunciaron su separación. ¿Qué ocurrió?

R. Hubo mentes grandes que decidieron que era el momento de parar. El ciclo comercial estaba llegando a su fin. Seguíamos en un buen momento… pero, cuando quieres finiquitar algo, tienes que hacerlo arriba. Fue noticia hasta en el telediario.

P. ¿Volverán?

R. Quién sabe. Un regreso esporádico sería bonito dentro de unos años.

La presión de Eurovisión


Este frenazo trajo consigo una transformación radical: Blas Auryn pasó a ser Blas Cantó. Un giro que, lejos de atenuar las pulsaciones, las disparó. Ganó Tu cara me suena y, en 2017, editó su debut en solitario. “No paré. Las revoluciones no bajaron. De hecho, se quedaron tan arriba que sufrí varios episodios de ansiedad”, expone.

Complicado fue un álbum en el que intentó alejarse del tono teen que tanto caracterizó a su exformación. El proceso no fue sencillo, quería estar seguro de cada decisión: “Me sigo sintiendo identificado con aquellas letras. No me importa si las he escrito yo o no, sólo si conmueven al oyente. Si lo hacen, las seguiré cantando. Es como si Laura Pausini dejara de tocar Se fue”.

Blas intentó representar a España en Eurovisión con 'Universo', pero el covid-19 frustró aquella edición. 

Blas intentó representar a España en Eurovisión con 'Universo', pero el covid-19 frustró aquella edición.  / ALBA VIGARAY

De ahí salieron Él no soy yo y No volveré, canciones que le recolocaron en el panorama musical. Su ojo no le ha fallado a la hora de identificar posibles pelotazos. “También he pasado por bloqueos creativos, ¿eh? Llegan cuando menos te lo esperas. Yo no uso nada externo para estar inspirado. La vida me da lo que necesito. Eso es por lo que bloqueo días en el calendario: quiero vivir para seguir contando historias”, añade.

Fuera la lluvia ha empezado a caer con fuerza, como si quisiera remarcar el siguiente tramo de la conversación: Eurovisión. Fue seleccionado por TVE para representar a España en 2020, pero la pandemia de covid-19 hizo imposible su celebración. Un compromiso que se extendió, por excepción, hasta 2021. Quedó en el puesto 24 con seis puntos.

P. ¿Con cuál de las dos propuestas que envió se quedaría: Universo o Voy a quedarme?

R. La segunda. Nació en el peor momento de mi vida personal, pero no quería rechazarlo. Así que me acerqué a él. La compuse durante el confinamiento, justo cuando acababa de morir mi padre. Y la grabé tras el fallecimiento de mi abuela. Hoy la sigo tocando y aún me emociona. Haberla sacado adelante frente a tantos millones de espectadores dice mucho de lo que puedo llegar a hacer.

P. ¿Cómo es subirse a las tablas con un nudo así en la garganta?

R. Difícil. Requiere concentración. Si me iba demasiado al corazón, no podría haberme enfrentado a ella. Cada vez que me veo, me siento frío. Aunque estaba roto, no podía dejar que eso me superara. Así que me volví más mecánico. Tuve un control absoluto de lo que fluía.

P. La puesta en escena, gobernada por una luna gigante, no encandiló a la masa. ¿Fue lo que imaginaba para su paso por el certamen?

R. Me daba igual. No tenía la cabeza para eso. Y tampoco es que hubiera otras opciones. Tuve que luchar por otras tantas cosas... Claves, además. No tuve diseñador ni gente en el escenario. Simplemente, unos visuales espectaculares. La luna era impresionante, por lo visto era una referencia que Marvin Dietmann y su equipo habían visto en otros shows. ¿La hubiese corregido? Si hubiese estado en otro momento, sí. O no. No lo sé.

Una liberación necesaria


El resultado obtenido no le inmovilizó. Al revés, le incitó a seguir desarrollando su arte. En esta ocasión, con un enfoque renovado: en El bueno acaba mal canta al amor dirigiéndose por primera vez a un chico. “Fue un pasito más. Lo di cuando descubrí que estaba preparado”, aclara.

Un punto de vista que pone sobre la mesa un prolífico debate: ¿deben las canciones tener una función social? El intérprete lo tiene claro: “Los artistas no somos profesores ni políticos. No es nuestra responsabilidad cambiar el mundo, sólo hacerlo más fácil. Cuando era pequeño vi que había música en funerales, telediarios, bodas… Y eso me hizo ser consciente de la importancia que tenía”.

'El príncipe' es el segundo disco en solitario de Blas tras su debut con 'Complicado' (2018). 

'El príncipe' es el segundo disco en solitario de Blas tras su debut con 'Complicado' (2018).  / ALBA VIGARAY

El príncipe es una liberación hecha elepé. A lo largo de sus 12 cortes, la oscuridad del pasado va dando paso a la luz del presente. Ceniza, La cura, El perdedor y Tempo son un buen ejemplo de ello. Ya no hay máscaras ni dobles sentidos. Ahora, a sus 31, Blas tiene la confianza suficiente para mirar de frente al público. Aguantando la mirada. Y desabrochando la coraza.

Rebeldías que han hecho de la industria un sitio más inclusivo: “Aún queda por hacer, pero honestamente soy un privilegiado. Deberíamos empezar a tratar a los seres humanos como lo que son. Todos necesitamos entendernos y pertenecer a un lugar. Por eso intento que, a través de mis temas, la gente tenga la oportunidad de ser”.

P. ¿A quién no le compondría nunca una canción?

R. A Dios porque ya se la escribí al universo. Le pedí perdón y siento que lo ha hecho.