ENTREVISTA

Gonzalo Suárez: “Todo es tan fugaz que no es ni siquiera fugaz”

El literato y cineasta, "inclasificable" en palabras de Julio Cortázar, ha escrito crónicas y libros, pero también ha dirigido películas y ha practicado boxeo: se ha enfrentado a todas las artes y en cada una ha respirado literatura

El cineasta y escritor Gonzalo Suárez.

El cineasta y escritor Gonzalo Suárez. / JOSÉ LUIS ROCA

Juan Cruz

Juan Cruz

Gonzalo Suárez es la literatura. Es el autor de Once y uno, donde el fútbol se encuentra con él, De cuerpo presente, “una de las novelas más veloces que he leído nunca" (Juan José Millás), Gorila en Hollywood o Rocabruno bate a Ditirambo… Pura literatura, lo que hace cuando no hace, por ejemplo, puro cine.

Dirija cine, arte en el cual es el maestro de algunas obras inolvidables, o teatro, o televisión, o escriba novelas o crónicas, este hombre que nació Oviedo en 1934 y vive en la parte más vieja y menos sobresaltada de Madrid, cerca de las tabernas y de los palacios, es un artista total (total) de la literatura. El editor que tuvo en Alfaguara, en cuyo grupo Random House ha publicado gran parte de su obra, no dudó cuando tuvo que titular una antología de sus relatos: Gonzalo Suárez. La literatura. Millás, colega, y gran amigo de Suárez, remachó así en el prólogo esa definición que no despreciaba las otras dedicaciones, sino que las juntaba.

Citando a Julio Cortázar (que, como Eduardo Mendoza, nunca dejó de elogiarlo), el autor de El desorden de su nombre explicó así los valores del autor asturiano: “Decía Cortázar que Suárez era uno de esos artistas inclasificables que desaparecen bruscamente de allá donde uno iba a buscarlos (el cine en este caso) para manifestarse en un lugar distinto (la literatura). De cuando en cuando –añadía Cortázar— hay mariposas que se niegan a dejarse clavar en el cartón de las bibliografías y los catálogos”.

Remataba así Millás su valoración: “Tal es el caso de este hombre al que hemos oído asegurar en alguna ocasión que guarda en la recámara de su pistola la bala de la literatura como un último recurso. No es cierto, no la guarda; de hecho, lleva disparándose con ella en la boca desde que escribiera el primero de los relatos que componen este necesario volumen. Esa es otra de las paradojas de la literatura: que hay que morir muchas veces para continuar vivo. Gonzalo Suárez es la demostración palpable”.

Con Gonzalo Suárez es imposible una conversación que no incluya todas sus vidas.

Con Gonzalo Suárez es imposible una conversación que no incluya todas sus vidas. / JOSÉ LUIS ROCA

Esa “demostración palpable” de la literatura prepara ahora un corto cinematográfico, en el que reaparecerá una actriz fetiche de su filmografía, Charo López, con otro de los actores que admira, Josep María Pou. No para de escribir, a veces canturreando, como cuando responde las preguntas del periodista, a veces dudando quién de los muchos Suárez es este que está delante (aquel Martín Girard, seudónimo con el que se hizo famoso como periodista deportivo o este Gonzalo Suárez del cine, la televisión o la literatura, este que saluda o aquel que se va)… “Todo es tan fugaz”, dice en algún momento de la conversación, que tuvimos en su bar habitual, El Albardero, ante el Teatro Real, “que no es ni siquiera fugaz”.

Con Gonzalo Suárez es imposible una conversación que no incluya todas sus vidas, todas sus aventuras y todos los fragmentos diversos de una trayectoria que él mismo acepta definir por el nombre que le pusieron a aquel conjunto de sus relatos: La Literatura. Cuando hablamos con él se estaba yendo a Asturias, su tierra, en busca del arenal en el que muchas veces rodó películas pensando, quizá, que escribía libros, o viceversa. Días atrás había muerto uno de sus grandes amigos, el futbolista Luis Suárez, cuyo fichaje del Barça al Inter de Milán gestionó el propio Gonzalo cuando Helenio Herrera [el marido de su madre] entrenaba al campeón italiano. Todos estos hechos o azares salen en la conversación, que nosotros quisimos que versara sobre las distintas épocas de su vida. Tarea imposible a cuyo resultado queda aquí patente.

P. ¿Cuáles han sido las épocas más interesantes de su vida?

R. Yo creo que la década de los 50. A partir de los 50 se vive mejor, creo yo. Pero… creo que no sabría explicar por qué considero la década de los 50 años como la década de realización personal.

P. ¿Qué pasó cuando cumplió los 50 años?

R. Pues te digo que no lo sé exactamente. Primero tuve un poco de miedo o respeto, no sé, al hecho de que ya empezaba a ser un hombre maduro. Pero no sé por qué. Es que tú siempre preguntas cosas que yo no sé.

P. ¿De dónde le han venido tantas vocaciones: el cine, la escritura, el fútbol, el boxeo…?

R. Yo creo que de tratar de no vivir a la vida a secas, de querer abarcar muchas cosas que tiene la vida. Mi película preferida es Con la muerte en los talones. A mí me gustaría estar huyendo de algo. Porque mientras huyes de algo las cosas tienen sentido. Yo he intentado huir de la vida sin recursos, sin alicientes.

"Mi película preferida es 'Con la muerte en los talones'. A mí me gustaría estar huyendo de algo. Porque mientras huyes de algo las cosas tienen sentido"

P. ¿Y no huye de la edad?

R. No, no.

P. O del tiempo.

R. El tiempo no existe. O… no lo sé. Mira: otra pregunta sin respuesta.

P. ¿Qué le atrajo del fútbol?

R. Fue una circunstancia casual. Mi madre me llevó al Atlético de Madrid y, sorprendentemente, mi mala memoria no me impide saberme toda la alineación del equipo de entonces. Si quieres luego te la digo.

P. Dígamela ahora.

R. Mingo, Riera, Aparicio, Lozano, Mújica, Silva, Juncosa, Pérez Payá, Bembarec, Carson y… yo creo que ya, ¿no?

P. ¿Y por qué se acuerda de ese equipo en concreto?

R. Porque fue el que me descubrió el futbol. Bueno, me acuerdo de ese Atleti y también del Inter de Milán. Recuerdo que yo me fijaba mucho donde no estaba el balón. A mí me gustaba ver qué hacían los que no tenían la pelota para ver qué estrategia seguían luego. Eso era un tema que hablaba mucho con Eduardo Chillida, el escultor, que también fue portero y que hablaba siempre de los espacios, fíjate.

"A mí me gustaba ver qué hacían los que no tenían la pelota para ver qué estrategia seguían luego"

P. Tuvo usted mucha relación con Luis Suárez.

R. Sí, sí. Luis Suárez no era muy querido en Barcelona porque él había desplazado a Kubala, que era muy querido. Pero Luis era un gran jugador: tenía una visión total del terreno de juego y lanzaba el balón a donde era necesario.

P. Esa es una virtud estética del futbol.

R. Espera, me voy a comer primero este jamón… Ya. A ver: esa pregunta es muy general. Mira: el público tiene una relación con el fútbol de fanático y es muy escaso el público que realmente ve algo estético en el fútbol.

P. Usted como cronista de fútbol sí era consciente de eso.

R. Bueno… puede ser. Yo simplemente me limitaba a contar lo que veía. Quizá le daba una ligereza narrativa que tuvo éxito, eh. Pero… fue algo que se dio.

P. ¿Y qué le movió a escribir de fútbol?

R. Una vez que participaba en un entrenamiento del Inter, en una revista, la revista Dicen, de Barcelona, me pidieron que escribiera una entrevista relacionada con el fútbol. La escribí, la dejé en la Redacción, donde no había nadie. Me pidieron hacerle una entrevista a un jugador. Se la hice a Helenio Herrera, ya en el Inter, que había hecho una extraordinaria labor en el Atlético de Madrid y en el Inter. Yo le ayudaba. Ese hecho y la circunstancia de que fuera el marido de mi madre me dio pudor, así que la dejé sin firmar. Luego me estuvieron buscando para que la firmara, pero yo me había ido al cine, con mi mujer, Helène. Les había gustado y la querían firmada. A mí se me ocurrió firmar Martín Girard, porque me habían dicho que Martín era un buen nombre para periodista, y Girard era el apellido de mi mujer. Martín Girard, pues. Así que les gustó y me dijeron que escribiera más cosas. Hice más entrevistas con éxito y… ahí empezó esto de escribir.

[La entrevista fue al marido de su madre, pues. El objetivo de don Helenio era conseguir, a partir de esas declaraciones, “que se le mantuvieran abiertas las puertas del Barcelona, enumerando los éxitos del Inter, incluida la final de Viena ganada al Madrid con mi contribución táctica en los años de Alfredo Di Stéfano… Suárez aun jugaba en el Barça y yo negociaba con el presidente azulgrana, Enrique Llaudet, el paso del gallego al Inter, donde haría el resto de su gran carrera de futbolista”.]

P. ¿Cómo hacía esas entrevistas?

R. Ay… espera a que digiera la pregunta. A ver: con acción. La literatura es el boxeador con su sombra, sentado, solo, y, en cambio, las entrevistas implicaban una acción: ir a buscar a la gente y tal.

P ¿Cuánto tiempo hizo esa tarea?

R. Pues… no lo sé.

P. Luego llegó la literatura.

R. Sí, pero es que yo desde niño ya escribía historias. O sea: eso es antes, incluso, que el fútbol y el periodismo de fútbol. Haber escrito relatos me dio herramientas para luego escribir las entrevistas que tuvieron éxito. Porque es que yo contaba todo. Yo empezaba: estamos desayunando un café con un cruasán y fulanito comenta que… O sea: yo escribía detalles, yo tenía una perspectiva cultural.

"Haber escrito relatos me dio herramientas para luego escribir las entrevistas que tuvieron éxito. Porque es que yo contaba todo"

P. ¿Y cómo llega a su vida el boxeo?

R. Es que eso es algo mítico. Un día llegó un entrenador argentino con un concepto de esquiva. O sea: no salir a pegar sino a esquivar con arte los golpes. Eso me interesó mucho. Yo no practiqué el boxeo, eh. Jugaba a que sí, pero no. Jajajajaja

P. ¿Y por qué se fijaba en cosas tan distintas?

R. Pues… por curiosidad, por interés. Llegué al cine, por ejemplo, también buscando acción. Siempre la búsqueda de la acción. Ahora… ahora quisiera conquistar la libertad de ejecución. Pero… como el cine cuesta mucho dinero, pues… es difícil. Y creo que por eso ya sólo escribo.

P. Sí. Pero usted publica un libro y la gente le recuerda que es cineasta, no hay manera de centrarlos en sus distintos oficios.

R. La gente olvida que yo escribo libros. Es eso. La gente dice: "ah, mira, este libro es del director de cine". Ojalá. ¡Hace mucho que ya no hago cine! Bueno, ahora en septiembre espero hacer un corto. Es que, claro, como ya he cumplido mis primeros 89 años…

P. Pero sigue siendo un muchacho.

R. Es verdad. Yo tengo la sensación de ser un muchacho, pero… a veces hay que ir al médico. Y eso te recuerda la edad.

P. De su cine, ¿qué película es la que se representa mejor?

R. Pues… no quiero ser injusto con ninguna, pero… digamos que Epílogo. Porque, a ver: primero renuncié a La colmena, de Cela, porque no me gustaba nada. Aguanté a Dibildos durante dos años, pero yo quería hacer otro tipo de cine. Luego la película la hizo muy bien Mario Camus y yo me enzarcé en una labor de cinco años para hacer lo que yo realmente quería, una película como Epílogo. Cinco años, eh. Pero valió la pena. Es una película que obedece exactamente a lo que yo quería hacer y tuvo éxito. Pues, oye, qué bien.

P. ¿Cómo nacen las películas?

R. ¡Ay, cuántas preguntas! ¿Tú quieres hacer un libro o una entrevista?... A ver: una película nace con una buena idea y con un buen productor. Luego puedes tener éxito, puedes fracasar, pero también hay que ser constante.

P. ¿Qué significa para usted la literatura, Gonzalo Suárez?

R. Creo que ya hemos hablado de eso. A ver: mi padre era traductor, muy vinculado a los libros y yo lo veía y yo leía también. He de confesar que no tuve muy buena infancia, eh. Había que meterse debajo de la cama cuando había bombas y había broncas familiares y pues… uno se refugiaba en los libros. Bueno, los que teníamos libros en casa.

"Todo es tan fugaz que… ya no hay ni antes ni después"

P. ¿Cómo ve ahora la vida?

R. ¡Qué pregunta! La vida avanza a tal velocidad que da pánico. Todo es tan fugaz que… ya no hay ni antes ni después.

P. ¿Pero ahora la vida es mejor?

R. Silencio. Ante eso, silencio… Bueno, está bien: hoy se está destruyendo el planeta, pero sí considero que la vida de hoy es mejor que la de mi infancia. Lo que echo de menos es el sentido que yo le daba al hecho de hacer cosas. Hoy… ya no tanto. Pero, sí: hoy se vive mejor en este país en líneas generales. Pero hoy, por ejemplo, en virtud de mi edad, soy un analfabeto tecnológico. Eso pesa. Pero, por otro lado, me gusta seguir vivo.

P. Oye, que te envuelvan este jamón y se lo lleva a casa.

R. No, no, me lo iré comiendo yo en el camino.

P. Entonces, antes de irse, déjeme un título para esta entrevista.

R. No me pidas eso que me dan ganas de pegarme un tiro.

P. Venga, déme un título.

R. Pues… ¡socorro! ¿Te gusta? ¡Socorro!