TEATRO

Esther Carrodeguas, autora de ‘Iribarne’: “Creo que podría ir a la cárcel por este proyecto, porque se tocan los símbolos nacionales”

La dramaturga estrena en el Centro Dramático Nacional una obra crítica e irreverente sobre la Transición española a partir de la figura de Manuel Fraga 

La actriz Mónica García es uno de los 'Iribarnes' de la obra

La actriz Mónica García es uno de los 'Iribarnes' de la obra / Geraldine Leloutre

Podría ser uno de esos despachos en los que se decide el rumbo y la historia de un país, con su escritorio de madera recia y su teléfono de disco giratorio y una banderita de España con un águila negra y su yugo y sus flechas y un mapa de autonomías en colores pastel que cuelga de la pared junto a un Cristo crucificado y un retrato de Francisco Franco. Y una autora que sale a escena con un micro en la mano y nos cuenta que los tirantes rojos y amarillos suspendidos del techo son de Iribarne y que los de verdad, los de Manuel Fraga, los tiene su nieta, pero no han querido confirmar este dato con ella porque “nos daba vergüencita ir y preguntarle por su abuelo fascista: oye, Adriana, ¿cómo llevas lo de que tu abuelo haya firmado sentencias de muerte?” y porque ella, la nieta, “nos podría haber preguntado de vuelta por nuestros abuelos fascistas porque ¿quién no tiene uno?”. Y esa mujer que habla es Esther Carrodeguas, autora de esta obra llamada Iribarne que dirige Xavier Castiñeira, y mira al patio de butacas y dice, para que no haya malentendidos, que sí, que esta historia es “un hurgar en la herida” y que no hay mejor sitio que un teatro para hablar “de los tirantes de los abuelos de las demás”.

Esos tirantes convertirán en Manuel Fraga Iribarne a los cinco intérpretes (seis si sumamos a Carrodeguas) de este montaje —Xurxo Cortázar, Jorge de Arcos, Mónica García, Anxo Outumuro y Lidia Veiga— que se estrena el próximo jueves, Día de la Fiesta Nacional, en el Teatro Valle-Inclán de Madrid, una comedia salvaje con poso de drama, irreverente y profundamente crítica sobre la Transición española a partir de la figura de un hombre que fue ministro de Información y Turismo, embajador en Londres, vicepresidente del Gobierno y ministro de Gobernación, padre de la Constitución, presidente de la Xunta de Galicia, senador, fundador del Partido Popular y de aquel “Spain is different!” que nos convirtió en un país de sol y playa.

Todos esos Iribarnes estarán en esta obra y todos los intérpretes de esta obra serán Iribarne (y muchísimos personajes más) en “un juego actoral para descubrir el Fraga que hay en ti porque, en el fondo, todos tenemos un poco de dictadorzuelos y de caciques”, dice la autora sobre este hombre que fue “el más franquista en el franquismo, el más demócrata en democracia y el más autonomista en el estado de las autonomías”. Fraga es aquí un personaje excesivo y camaleónico, de ahí que la obra comience con Who the f*uck is Iribarne, uno de los temazos que Alberto Mira ‘Berto’ ha compuesto para la banda sonora de la pieza. La obra es una coproducción de Butaca Zero, productora y plataforma creativa de Carrodeguas y Castiñeira, con el Centro Dramático Nacional (CDN) que dirige Alfredo Sanzol, donde la dramaturga estrenó en 2022 su obra Supernormales, una comedia negra y desprejuiciada sobre la discapacidad que se convirtió en un taquillazo.

De Mihura a Ubu Rey

Dividida en un prólogo, un epílogo y tres actos —Chapa y pintura, Yo me transfolmo y El Imperio— Iribarne comienza en los años 60 y lo hace como una comedia de puertas de Mihura y algo de camarote loco de los hermanos Marx. Tras la muerte de Franco, la comedia salvaje va mutando en algo parecido a Ubú Rey, con un Manuel Fraga solo, enfermo y viejo, que muere en 2012 después de haberlo sido casi todo. Y en ese casi todo, Carrodeguas dedica el último acto de la obra a Galicia, que Fraga convirtió en “en su Baviera particular”, para resarcirla del olvido y su escaso protagonismo en cualquier relato sobre la Transición: “La obra está basada en el silencio, es esa alfombra que pisamos en la obra que simboliza lo que no nos han contado, y Galicia estaba dentro de ella también”, dice la autora.

“El origen del proyecto no fue hacer un biopic sobre Fraga, sino investigar el impacto de Fraga en nuestro presente porque, por ejemplo, él construyó la España del turismo y eso nos está afectando ahora, igual que cuando fue presidente de la Xunta y se comió el 16% del presupuesto de cultura en Galicia en un edificio donde no hay nada (La Cidade da Cultura de Galicia, en Santiago). Queríamos mostrar que esas semillas que siembras en el pasado repercuten en el presente y descubrimos que lo que está pasando ahora viene de la Transición y que él estaba ahí”, explica Esther Carrodeguas a este diario después del primer ensayo general del montaje el pasado jueves.

Dice la autora que no hay ni un gramo de ficción en su texto, que se nutre de “muchos libros de Fraga, sobre Fraga y sobre la Transición. También vimos muchos documentales e hicimos entrevistas con la historiadora y política gallega Encarna Otero, los periodistas y escritores Nieves Concostrina y Manuel Rivas, y con Xesús Palmou, el segundo de Fraga en Galicia”. El director, Xavier Castiñeira, añade que todas las entrevistas están grabadas y esperan poder publicarlas en YouTube para hacer de Iribarne no solo una obra teatral, sino un proyecto transmedia.

"Paquita", Suárez y la bandera

En Iribarne, Franco será “Paquita” y hablará a través de una Carmen Polo siempre pendiente de los goles del Real Madrid. Adolfo Suárez, un perrillo dócil que babea junto al Rey. Veremos a Fraga bañarse en Palomares, firmar la sentencia de muerte de Julián Grimau, invitar a Fidel Castro a pulpo y empanada, fundar el diario El País o decirle a Felipe González que si acepta la monarquía y apacigua las calles “marisquito no te va a faltar”. También veremos a la bandera de España amenazar con quemarse a lo bonzo harta del desprecio que sufre por parte de la izquierda y en pantalla, una pregunta: “¿Podemos hablar ahora?”. Y toda la obra responderá a esa vocación, la de hablar sobre cómo hemos llegado hasta aquí: “No cuestionamos la monarquía, sino que no se hubiese dejado votar al pueblo, al que se ha tratado como tonto”, dice Xavier Castiñeira, “si hubiésemos votado y decidido que queríamos monarquía, lo aceptas y no queda otra, pero se nos impuso”. Sobre la Transición, añade el director del montaje, “lo que hicieron fue cambiar todo, pero permaneciendo ellos”.

Un montón de Fragas reunidos en escena.

Un montón de Fragas reunidos en escena. / Geraldine Leloutre

Para Carrodeguas, “la base de la Transición es cómo quedarnos nosotros en el changarro porque el poder político, económico y mediático se repartió entre las mismas personas que ya estaban arriba. Que los socialistas se reúnan en chalés de puta madre en el barrio de Salamanca no es aleatorio, que Adolfo Suárez se convierta en Duque y Grande de España no es aleatorio. Creo que no hubo demasiada transición, esa gente que ya estaba intentando cambiar algunas cosas antes fue la que se quedó, pero no hubo un cambio. Y, como no lo hemos vivido y tampoco nos lo han contado, cuando arrancas la investigación y vas descubriendo cosas es una sorpresa tras otra”.

¿Les preocupan las reacciones que pueda generar la obra? “No sabemos cómo va a ser la reacción, pero todo el mundo nos está alertando sobre esto”, contesta Esther Carrodeguas. Iribarne es una obra de ficción, un juego teatral basado en material real, documental e histórico, pero explica la dramaturga que “hubo un momento, cuando estaba escribiendo, que le dije a Xavi: creo que podría ir a la cárcel por este proyecto porque se tocan los símbolos nacionales que están protegidos por la Constitución. Se ironiza y se juega con la bandera, el himno nacional o el rey, y yo sé que estoy hablando de algo por lo que hay gente que ha ido a la cárcel. Me pregunté entonces hasta qué punto podía parodiar, me leí todas las leyes y dije, uf, o corto mucho o tengo que asumir que el riesgo está. Y lo asumí porque si no, no podía seguir escribiendo en libertad”.

“Está tratado de una forma en la que no se insulta, teatralizamos el juego”, señala Xavier Castiñeira, “pero depende del que mire, que será el que se sienta ofendido o no, porque el problema es que ahora mismo impera la moral y no la ética”, añade el director de la pieza, que estará en cartel hasta el próximo 12 de noviembre y que, previsiblemente, iniciará gira en Galicia en 2024.  

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