DOCUMENTAL MUSICAL

Manolo Kabezabolo: "¿Que vienen y nos encierran? Pues algo haremos después"

Acaba de llegar a los cines el documental que repasa la vida y la obra del cantautor punk aragonés que, a lo largo de sus cuatro décadas de carrera, ha fascinado a varias generaciones de aficionados a la música y a creadores como Cristina Morales o Albert Pla

Manolo Kabezabolo durante una actuación en directo.

Manolo Kabezabolo durante una actuación en directo. / Cedida

"Cuando termino una canción, lo más importante para mí es poder seguir", comenta Manolo Kabezabolo que, canción tras canción, lleva ya cuarenta años subido a un escenario y espera seguir en él "todos los que se pueda y más". De hecho, el cantautor aragonés se encuentra en plena grabación de un nuevo trabajo aunque, aclara, sin prisas, sin presupuesto ni fecha de salida. "Se trata de un disco doble con veintidós temas, con colaboraciones de gente como Fernando de Reincidentes, El Drogas, Aurora BeltránCuchi Romero y otros menos conocidos. Cuando contacté con ellos, todos me dijeron que sí, que ningún problema, así que estoy muy contento", afirma Kabezabolo, sabedor de que, a pesar de haber desarrollado su carrera al margen de la industria, sus canciones han marcado a varias generaciones. "No sé si soy totalmente consciente de lo que represento, pero sí es verdad que llega un momento en que te das cuenta de que hay mucha gente que te sigue. En todo caso, lo que más me gusta de todo esto es que la relación que tengo con la mayor parte de mi público no es solo de admiración, sino que siento un cariño muy fuerte. Algo que en muchas épocas de mi trayectoria me ha ayudado a superar otras cosas".

Ejemplo de ese cariño es Manolo Kabezabolo. Si todavía te quedan dientes es que no estuviste ahí, un documental dirigido por Alberto Andrés Lacasta, seguidor del músico desde que era un adolescente, que repasa la vida del artista con respeto, tacto y admiración, pero sin caer en la hagiografía o el halago inmerecido, y con la participación de voces importantes de nuestro panorama cultural como el músico y actor Albert Pla, la escritora Cristina Morales o el cantante de Reincidentes Fernando Madina. "Soy de Huesca. Allí teníamos una sala con muy buena programación por la que pasaban grupos heavies, punkis, de todo… Fue ahí donde vi tocar por primera vez a Manolo, que ese día creo que actuaba con La polla y MCD. Yo todavía era muy chavalín y me encantó por lo que decía, por cómo actuaba, por cómo reaccionaba la gente", explica Lacasta. Y no es para menos.

Aunque ha llegado a actuar con banda fija, Manolo Kabezabolo acostumbra a presentarse en solitario, armado únicamente de una guitarra eléctrica, un amplificador y un micrófono. No necesita más. Con ese escueto equipo, el zaragozano es capaz de meterse a toda la audiencia en el bolsillo con canciones como El aborto de la gallina, Un papel moraoMe como un piruloNino Gramo o versiones de temas populares como Un tractor amarillo (Spiz amarillo), 15 años tiene mi amor15 gramos…Chanel, cocaína y Dom PerignonProzak, Eutemina y Haloperidol) o Kasimiro, en recuerdo del monstruito televisivo que mandaba a los niños a la cama en los 80. "La primera vez que salí así, al público le gustó y respondió bien. Si hubiera salido a tocar y me hubieran empezado a tirar piedras, a lo mejor no hubiera salido tan alegremente pero, como desde le principio la gente se lo pasaba bien, disfrutaba y repetía, pues a tirar de eso", recuerda con media sonrisa.

Una vida que merece ser contada

Manuel Méndez Lozano nació en Carenas, provincia de Zaragoza, el 8 de febrero de 1966. Interesado por la música desde muy pequeño, invirtió las dos mil pesetas que tenía ahorradas para comprarse una guitarra con la que comenzaría a practicar sin más intención que la de pasar el rato, habida cuenta de que todos en su familia daban por hecho que seguiría los pasos de su padre y se haría militar. De hecho, aunque se alistó como voluntario y llegó a tener el rango de cabo primero, durante su estancia en el cuartel Manolo comenzó a mostrar síntomas de enfermedad mental. Si bien fue licenciado por motivos de salud, su experiencia castrense inspiraría algunas de sus canciones, como Militares subnormales, y determinaría su implicación en el movimiento antimilitarista e insumiso.

Manolo Kabezabolo, en una imagen promocional del documental.

Manolo Kabezabolo, en una imagen promocional del documental. / Cedida

"Desde hacía tiempo tenía en mente escribir o contar la historia de mi vida, pero no tenía claro cómo hacerlo. Cuando salió la oportunidad de hacer el documental, vino todo como anillo al dedo", explica Manolo, que destaca la buena relación mantenida con Alberto Andrés Lacasta y todo el equipo a lo largo de todo el proyecto. "Aunque el documental partió de una idea, rápidamente nos dimos cuenta de que debíamos adaptarnos a él, escucharlo y dejarle hablar para que no se distorsionase su verdad. La honestidad con la que habla de sí mismo, de aquellas cosas que le afectan, que le duelen o le hacen reír era clave, especialmente ese elefante en la habitación que era la enfermedad mental".

"Llevo en tratamiento desde los 21 años y tengo 58", puntualiza Kabezabolo, para el que la música ha sido la mejor de la terapias, especialmente cuando estaba internado en un centro psiquiátrico, del que salía los fines de semana para cumplir con su agenda de conciertos. "El momento de estar sobre el escenario es cuando me he sentido mejor, más libre, más yo mismo. Por mi propia experiencia, creo que con terapias adecuadas en la mayoría de los casos no haría falta la mitad de la medicación. El problema es que ahí entran los laboratorios con todo su poder para vender sus productos y, claro, los venden. Es muy preocupante la cantidad de población que está en tratamientos psiquiátrico y la mayoría de por vida. Habría que buscar otras salidas que no fueran medicar, medicar y medicar para tener al paciente tranquilito, pero sin permitir que se desarrolle como persona".

Manolo Kabezabolo, antes de actuar en directo en 2001.

Manolo Kabezabolo, antes de actuar en directo en 2001. / Miguel Lorenzo

Sin censura

Después de cuatro décadas de carrera, Manolo Kabezabolo se ha convertido en uno de los artistas punk más relevantes en lengua castellana, gracias a su talento para conectar con un público muy transversal que se ha ido renovando a lo largo del tiempo y que continúa fascinado por unas letras que hablan de temas que no suelen ser tratados por artistas generalistas.

Manolo Kabezabolo (dcha.) con el director del documental, Alberto Andrés Lacasta.

Manolo Kabezabolo (dcha.) con el director del documental, Alberto Andrés Lacasta. / Cedida

"Mi público siempre ha sido variado. A mis conciertos no solo han venido punkis, sino gente de todo tipo, incluso catedráticos de universidad, niños pijos, guaperas, no tan guaperas… Luego, las canciones que hago siguen en la misma línea de siempre. Es cierto que ya no hablo tanto de drogas tan alegremente, pero sigo tratando temas que creo que son importantes y que hay que decirlos", declara el músico, que en contra de las quejas de compañeros de profesión como Hombres G, José Manuel Soto o Bertín Osborne, no cree que ahora haya menos libertad para decir las cosas que antes.

"No he tenido ningún problema con mis canciones, y mira que en algunos discos tengo algún tema un poco conflictivo. Yo ahí sigo con mis cosas. Lo que me parece muy triste es que los artistas se hayan empezado a autocensurar porque el sistema se ha encargado de autoconvencer a la población de que esto tiene que ser así, de que no se puede cambiar. Eso es un gol que nos han metido muy fuerte. ¿Que vienen y nos encierran? Pues algo haremos después", comenta el aragonés, que ha demostrado que se puede construir una carrera musical sólida desde la autogestión y la independencia.

"Una amiga decía que en la época en la que empecé tenías la sensación de que todo se podía hacer. En mi caso, la primera grabación fue en una casete de la que hacíamos copias de una en una y les hacíamos la portada a mano. Cuando organizamos la gira en Estados Unidos, en la que creo que llegamos a dar quince conciertos, fue porque otro amigo había estado un año de vacaciones, había conocido a varios grupillos de allí y, como al personal inmigrante le gustaban mis canciones, decidimos pagarnos el viaje y allí que nos lanzamos", recuerda Manolo Kabezabolo que, con todo este curriculum a sus espaldas, es ya una institución de la música española. Prueba de ello es el premio especial a la trayectoria que le fue entregado en la XVI edición de los Premios de la Música Aragonesa y conseguir que su documental haya sido apoyado económicamente por la televisión de Aragón y otras instituciones públicas. Unos hechos que podrían verse como una victoria por haber conquistado un territorio hostil contra el que el artista tantas veces cantó o una derrota por haber sido asimilado por un sistema que ya no se siente amenazado por su obra.

"Nunca me lo había planteado así… Creo que no es ni lo uno ni lo otro, aunque me parece que es más un reconocimiento", confirma Kabezabolo, y Alberto Andrés Lacasta continúa la reflexión: "Es innegable que ha formado parte de la realidad musical de Aragón. A lo mejor nunca ha llenado un concierto con cincuenta mil personas, pero ha hecho doscientos cincuenta conciertos en una gira, cosa que no han hecho otros artistas. En ese sentido, recuerdo una serie de Aragón Televisión en la que Manolo participó como protagonista, en uno de cuyos capítulos se reivindicaba como pregonero de las fiestas del Pilar de Zaragoza. Aunque esto aún no ha pasado, creo que estos reconocimientos han sido una victoria sobre unas instituciones a las que no les ha quedado más remedio que aceptar una evidencia que estaba allí".