PHOTOESPAÑA 2024

David Goldblatt y Consuelo Kanaga, dos fotógrafos unidos por el antirracismo y la justicia social

La Fundación Mapfre acoge dos exposiciones de PhotoEspaña sobre la obra de la estadounidense Consuelo Kanaga y el sudafricano David Goldblatt, con importantes puntos en común en sus obras

Consuelo Kanaga, 'Two Women, Harlem' [Dos mujeres, Harlem], ca. 1938.

Consuelo Kanaga, 'Two Women, Harlem' [Dos mujeres, Harlem], ca. 1938. / Brooklyn Museum

Consuelo Kanaga, nacida en 1894 en Astoria, Oregón, hija de un abogado y una escritora, será una de las primeras mujeres fotoperiodistas de Estados Unidos, en plantilla del San Francisco Chronicle con 24 años, una artista que fijará su mirada en el otro, ese otro que padece el estigma, la pobreza y la discriminación racial. Son los años 20 y 30, los del movimiento ‘Nuevo negro’ y el Renacimiento de Harlem. Kanaga se vinculará, a través de su trabajo fotográfico, a las reivindicaciones de una redefinición de la identidad afroamericana alejada de estereotipos negativos.

David Goldblatt nace precisamente en esa época, en 1930, en Randfontein, un pueblo minero al oeste de Johannesburgo, en Sudáfrica. Nieto de judíos lituanos que huyeron de Europa, Goldblatt se cria en una familia judía y religiosa, pero de izquierdas. Empezará a hacer sus primeras fotos con 18 años y, cuando fallezca su padre, en cuya tienda de ropa trabaja mientras estudia Comercio, se dedicará por completo a la fotografía. Goldblatt recorrerá su país durante los años del apartheid (y también después) para retratar la vida cotidiana de colonos y víctimas de las leyes de segregación racial, creando una panorámica social a partir de imágenes que huyen de la violencia explícita y el efectismo. Se convertirá en un nombre incuestionable de la fotografía. Kanaga también, pero su nombre permanecerá mucho más desconocido.

David Goldblatt, 'Gang on surface work, Rustenberg Platinum Mine, Rustenburg, North-West Province [Cuadrilla en trabajos de superficie, mina de platino de Rustenberg, Provincia del Noroeste], 1971.

David Goldblatt, 'Gang on surface work, Rustenberg Platinum Mine, Rustenburg, North-West Province [Cuadrilla en trabajos de superficie, mina de platino de Rustenberg, Provincia del Noroeste], 1971. / The David Goldblatt Legacy Trust

Ambos serán “artistas con un firme compromiso social que ponen el foco en la injusticia, huyendo de toda espectacularidad”, según Nadia Arroyo, directora del Área de Cultura de la Fundación Mapfre, que acoge sendas exposiciones monográficas de los dos artistas dentro de la sección oficial de PhotoEspaña: Consuelo Kanaga: Atrapar el espíritu, organizada en colaboración con el Brooklyn Museum de Nueva York y el MoMA de San Francisco, llega a Madrid tras su paso por el Centro KBr de Barcelona, comisariada por Drew Sawyer; y David Goldblatt: Sin segundas intenciones, comisariada por Judy Ditner y Leslie Wilson, organizada en colaboración con The Art Institute of Chicago y la Yale University Art Gallery. Ambas se inauguran este jueves y podrán verse hasta el próximo 25 de agosto.

Kanaga, la fotógrafa que quería ser negra

“Por lo general, cuando te refieres a alguien como ‘poco convencional’ quieres decir alguien que se salta las normas; ella no tenía normas”. Así definía la fotógrafa Dorothea Lange a Consuelo Kanaga, una artista que no solo fue una de las primeras reporteras gráficas de su país, sino que también se vinculó a los colectivos de vanguardia en Estados Unidos durante la década de 1930, desde el Grupo f.64 de San Francisco hasta la mítica Photo League de Nueva York. Kanaga se relacionó con los movimientos de fotografía y lucha obrera, construyó una comunidad con otras artistas como Lange o Tina Modotti, a quién organizó su primera exposición individual, y dejó por escrito su fascinación por la negritud en una carta fechada en 1936 a un mecenas y amigo: “Quiero hacer un portfolio con estudios de personas de color desde el sentimiento y el aprecio que siento hacia esa hermosa gente, estoy buscando algún lugar para vivir en Harlem (...) ¿Por qué no nací negra? Me habría encantado”.

La exposición acoge 180 imágenes y recorre seis décadas de trabajo de Kanaga en un viaje que comienza con sus primeras fotografías de la vida urbana en Nueva York, Denver y San Francisco que hizo entre 1920 y 1950 para las distintas publicaciones en las que trabajó. Una de ellas, La viuda Watson (1922-1924), un retrato de una mujer enferma de tuberculosis junto a su hijo en el que ya es evidente su compromiso con la desigualdad y la marginación social. También en esa época, Kanaga comenzará a hacer otro tipo de retratos para ganar un dinero extra, entre otras cosas porque se casó tres veces y mantuvo económicamente a sus parejas hasta el final de sus días. La artista inmortalizará a clientes adinerados y a sus amigos de las vanguardias de San Francisco y Nueva York, cantantes como Keneth Spencer o poetas como Langston Hughes. “Mientras gran parte de su trabajo como fotoperiodista se ha perdido”, explica el comisario de la muestra, Drew Sawyer, “el retrato está bien representado entre sus negativos y las copias que se han conservado”, sobre todo en el Brooklyn Museum, que guarda la mayor parte de su producción.

Pero no es hasta su viaje a Europa y el norte de África en 1927 cuando Kanaga empezará a hacer del antirracismo un motor creativo. Viajará haciendo fotos por Francia, Italia, Hungría y Túnez y, al regresar a su país en 1928, dirá que está “harta de ver a hombres y mujeres de color maltratados por blancos estúpidos, qué terrible ser negro y no tener un lugar, como les pasa a los negros americanos, por ejemplo”. La primera fotografía en la que Kanaga evidencia su antirracismo será Manos, de 1930, un primer plano de unas manos entrelazadas, una blanca y otra negra. La artista comenzará entonces a hacer fotos de “personas negras corrientes” a partir de una visión de la negritud humanista y un tanto ingenua con la que “buscaba contrarrestar el relato dominante”. Kanaga firmará fotos icónicas como Ella es árbol de la vida, con una madre flanqueadas por sus hijos, y dirá que “la gran alquimia es tu actitud, quién eres, qué eres. La mayoría intenta impresionar para atraer las miradas. Pero creo que lo importante no es captar la vista, sino el espíritu”.

Consuelo Kanaga, 'Hands' [Manos], 1930.

Consuelo Kanaga, 'Hands' [Manos], 1930. / Brooklyn Museum

Falleció en 1978, con 83 años, y durante los últimos años de su vida comenzó a recibir un reconocimiento mayor del que tuvo a lo largo de gran parte de su trayectoria. Explica Drew Sawyer que “es cierto que ella vivió una vida muy poco convencional, pero también es verdad que se vio limitada por los estereotipos de género y, además, se casó tres veces y las tres veces dejó de trabajar para dedicarse a sus maridos, sobre todo al último, que era pintor y se quedó sin trabajo. Ella se dedicó a trabajar para revistas para mantenerle, para que él pudiera pintar, justo cuando la carrera de Kanaga estaba en su mejor momento”.

Goldblatt, el cronista del 'apartheid'

Si la imagen que abre el catálogo de Consuelo Kanaga es un retrato en blanco y negro del rostro del actor y cantante Keneth Spencer, la que la abre el catálogo y la muestra dedicada a David Goldblatt es la foto en color de “una familia no blanca viviendo ilegalmente en la zona ‘blanca’ de Hillbrow, Johannesburgo, en 1978”. Es domingo por la mañana, cuenta también su autor en la cartela, y están todos metidos en la cama, leyendo los periódicos, y pareciera que también Goldblatt está entre esas mantas color verde y azul, disfrutando con ellos de ese momento de tranquilidad, como si esa foto no tuviera segundas intenciones, tal como anuncia el título de la muestra. Lo cierto es que sí las tiene, como ya dijo en su día la escritora Nadine Gordimer sobre las fotografías de David Goldblatt. “Poseen un significado político tácito que va más allá de las imágenes obvias: revelan una violencia contra unos seres humanos que se repite, incesantemente, en el flujo de la vida cotidiana”.

David Goldblatt 'Sunday morning: A not-White family living illegally in the "White" group area of Hillbrow, Johannesburg' [Domingo por la mañana: una familia no blanca viviendo ilegalmente en la zona «blanca» de Hillbrow, Johannesburgo], 1978.

David Goldblatt 'Sunday morning: A not-White family living illegally in the "White" group area of Hillbrow, Johannesburg' [Domingo por la mañana: una familia no blanca viviendo ilegalmente en la zona «blanca» de Hillbrow, Johannesburgo], 1978. / The David Goldblatt Legacy Trust

El título de la exposición, David Goldblatt: Sin segundas intenciones surge del anuncio por palabras que el artista publicó en los años 70: “Me gustaría fotografiar gratis a personas en sus casas (…) Sin segundas intenciones”. El fotógrafo quería, explican las comisarias Leslie Wilson y Judy Ditner a este diario, “que la gente supiera que no les iba a sacar dinero, ni era un pervertido. Pero a nosotras, claro, nos hacía gracia, porque evidentemente tenía todas las segundas intenciones del mundo, en el sentido de que era una persona con una actitud crítica hacia todo lo que era el apartheid y quería transmitir la realidad de esos sudafricanos blancos que vivían en los suburbios, que no tenían ni idea de cómo era la vida más allá de sus barrios”. La crítica que subyace en la obra de Goldbratt, dicen, no recaerá “sobre las personas a las que fotografiaba, sino en la cultura y la sociedad en la que vivían”.

La muestra abarca siete décadas de trayectoria de este fotógrafo que retrató a disidentes, colonos y víctimas del apartheid, pero también las ciudades donde vivían, sus edificios y el interior de sus hogares, conformando un registro visual de aquel régimen racista, un registro que no muestra violencia explícita, de la que Goldblatt huía: “Huyo de la violencia. Y no sé qué haría si tuviese que fotografiar una escena violenta [..] Pero hace tiempo que me di cuenta ‒me costó unos cuantos años hacerlo‒ de que los acontecimientos en sí no me interesan tanto como las condiciones que conducen a estos acontecimientos. Estas condiciones son a menudo bastante cotidianas y, sin embargo, en ellas se aprecia lo inminente. Lo inmanente e inminente”, dijo.

Goldblatt captará la intimidad de afrikáners (descendientes de colonos predominantemente neerlandeses) que cultivan la tierra en la zona rural del Cabo a principios de los años 60 para su serie Some Afrikaners Photographed, lo que provocará la indignación de quienes no entendieron que mostrara la pobreza blanca. Y recorrerá el país retratando ese gesto improvisado que contiene cualquier vida cotidiana. Lo hará desde ese lugar de privilegio que le confería ser un fotógrafo blanco, inmortalizando a trabajadores de las minas de oro primero y de amianto después, o retratando a los habitantes de Soweto con su cámara de 35mm, registrando la desigualdad, la injusticia y los efectos de las políticas de segregación, manteniendo un mismo compromiso ético durante y después del apartheid.

David Goldblatt 'Saturday morning at the hypermarket: Semifinal of the Miss Lovely Legs Competition, 28 June 1980' [Sábado por la mañana en el hipermercado: semifinal del concurso Miss Piernas Bonitas, 28 de junio de 1980], 1980.

David Goldblatt 'Saturday morning at the hypermarket: Semifinal of the Miss Lovely Legs Competition, 28 June 1980' [Sábado por la mañana en el hipermercado: semifinal del concurso Miss Piernas Bonitas, 28 de junio de 1980], 1980. / The David Goldblatt Legacy Trust

A pesar de su crítica devastadora al régimen y de “su permanente reproche a quienes se mantienen al margen de la injusticia”, Goldblatt desarrollará un importante sentimiento de culpa. Judy Ditner explica que el artista “sentirá que podría haber hecho más. Había otros artistas que estaban fotografiando la violencia, las manifestaciones, la explotación más descarnada, pero a él le interesaba esa otra violencia silenciosa de la vida diaria, esa sociedad en la que había una explotación y una desigualdad desorbitadas, y lo que le costaba era cómo transmitirlo”.

En 1989 fundará el Market Photo Workshop en Johannesburgo con el fin de impartir educación visual a los estudiantes más desfavorecidos durante el apartheid. En 1998 será el primer sudafricano en exponer de forma individual en el MoMA de Nueva York, participará en las Documenta 11 y 12 de Kassel, en los años 2002 y 2007, y también en la Bienal de Venecia de 2011. Será reconocido con los premios Hasselblad o Henri Cartier-Bresson y nombrado Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno de Francia. Morirá en 2018, en Johannesburgo.