MÚSICA

'Nothing Else Matters', la balada que situó a Metallica entre la traición y la genialidad

En 1991 la banda asentada en San Francisco confirmó su progresión musical con un nuevo disco que provocó el rechazo de los más fieles seguidores del 'thrash metal' y, en contrapartida, le abría definitivamente las puertas a una audiencia y un mercado mucho mayores  

La formación de Metallica que grabó el 'Black Album'.

La formación de Metallica que grabó el 'Black Album'. / ARCHIVO

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

“Es una de las mejores canciones que se han escrito”, dijo de ella Elton John en 2021, exactamente tres décadas después de que la balada formase parte del célebre álbum negro de Metallica. Aquel inesperado elogio en el programa del periodista neoyorquino Howard Stern, y con la banda estadounidense a punto de interpretar ese tema con Miley Cirus sobre el escenario, logró emocionar al guitarrista y cantante del grupo, James Hetfield, tantos años después de haberla compuesto.

Nothing Else Matters no fue un bombazo en las listas de EEUU, pero significó un antes y un después en la historia de Metallica por varias razones. La principal, porque venía a confirmar que el cuarteto (más bien Lars Ulrich y el propio Hetfield, que eran los que mandaban) certificaba su decidido cambio de rumbo musical sacudiéndose definitivamente la ortodoxia del thrash metal y adentrándose definitivamente en un rock más progresivo y en temas menos exigentes a la hora de ejecutarlos.

Ese viraje conllevaba defraudar a muchos de sus seguidores más puristas, más exigentes, que en seguida tacharon a los músicos de haberse vendido al capital y de perseguir fines meramente comerciales. Pero, a la vez, el carácter melódico, una letra introspectiva adentrándose en un laberinto de sentimientos y la brillantez de los acordes y de los arpegios de aquella canción eran el referente definitivo que les abría la puerta a una nueva audiencia.

James Hetfield, en un concierto en Barcelona en 2003

James Hetfield, en un concierto en Barcelona en 2003 / Alberto Estévez

Para entender la historia de Nothing Else Matters hay que situarse en 1991. Metallica se ha consolidado ya a esas alturas como un grupo de éxito en el contundente sonido thrash metal. Sus primeros discos los catapultaron entre los aficionados a esa nueva corriente metalera. Pero ya en 1988, con la aparición de And Justice For All, los chicos asentados en San Francisco tienen la sensación de que necesitan un cambio definitivo en su hoja de ruta musical.

"Un atropello"

Sus temas son de larga duración y muy exigentes desde el punto de vista de la instrumentación. Hasta ese momento sus seguidores más fanáticos han recibido de uñas cualquier concesión fuera del extrarradio del thrash. En 1984, al publicar en su álbum Ride The Lightning la canción Fade to Black, su primera power ballad, han recibido un aluvión de críticas desde los sectores más intransigentes y algún que otro aviso en sus directos con lanzamiento de pañuelos sobre el escenario incluido. Contaban Ian Winwood y Paul Brannigan en su libro Nacer. Crecer. Metallica. Morir (Malpaso, 2018) que Fade to Black “fue objeto de las iras más furibundas de los fans” … “se sentían víctimas de una horrenda traición, de todo un atropello”.

Lo mismo señala el periodista Mariano Muniesa, autor de varios libros sobre Metallica: “Es una banda que capitaneó un nuevo estilo, el thrash metal y le dio su personalidad. Cuando fue evolucionando empezó a recibir críticas. Ya antes del Black Album, su disco …And Justice For All fue masacrado al entender algunos fans que incluía cosas que no eran thrash. Incluso antes, Fade to Black había recibido ya comentarios negativos por eso mismo”. Pese a aquellas reacciones, el cambio parecía imparable. Winwood y Brannigan afirman en su libro que Metallica “no estaba en absoluto dispuesto a someterse a ninguna restricción creativa”. Muniesa recuerda que la banda había afirmado repetidamente que jamás realizaría un videoclip, pero en 1989 cambió de criterio y lanzó uno de su canción One dejando atrás una negativa y evidenciando su firme convicción para afrontar una nueva etapa.

La actual formación de Metallica

La actual formación de Metallica / Archivo

Nuevo productor

Para su nuevo trabajo discográfico, al que titularían con el nombre de la banda, Metallica contrata al productor Bob Rock, que viene de trabajar con Bon Jovi y Mötley Crüe. Muniesa considera que Rock fue “una figura clave” en el nuevo sonido y en el resultado final del conocido como Black Album por el color dominante de su portada. “No cabe duda de que los temas eran muy buenos, había muchos clásicos, pero Bob Rock fue fundamental. Es el mejor disco de Metallica y provocó un cambio de tendencia en el heavy metal, porque ya se puede decir que el Black Album es un disco de heavy metal. A partir de entonces todos los grupos querían sonar como sonaba Metallica en él”.

Entre las demos que se encuentra Bob Rock figura una balada llamada Nothing Else Matters que había compuesto James Hetfield un año antes mientras el grupo se encontraba de gira. La versión más aceptada describe que el guitarrista de Metallica comenzó a componerla mientras hablaba por teléfono con su novia de entonces, Kristen Martínez. Eso cuadra con la introducción del tema, que se puede tocar con una sola mano, pues solo lleva cuerdas al aire, sin la necesidad de pulsar ningún traste, mientras sujetaba el teléfono con la otra. Hetfield siguió trabajando en la composición sin tener la más mínima intención de compartirla con sus compañeros. Era una melodía íntima, concebida inicialmente sólo para él mismo. “Era la canción que pensé que era menos de Metallica, la que menos probabilidades tenía de ser tocada por nosotros”, reconocería al semanario Village Voice años más tarde.

Sin embargo, un buen día se la mostró al batería Lars Ulrich y este le animó a que formase parte del nuevo trabajo. La balada arrancaba de cuajo los ropajes y los clichés a un tipo de apariencia rocosa como Hetfield. “La canción fue una sorpresa. Detrás de esa persona que parece que te da miedo cuando te mira había un hombre muy vulnerable por todos los traumas que ha vivido y por los problemas psicológicos que arrastra”. La letra de la composición mostraba esa vulnerabilidad hasta entonces enterrada de Hetfield, que abandonaba la contundencia y explosividad de sus habituales temas para abordar sus sentimientos más íntimos. “Nunca me abrí así” (Never opened myself this way), decía su letra. Y era cierto. Simplemente, se trataba de alguien que echaba de menos a su novia estando lejos de ella.

En el momento en que el grupo grababa este tema en el estudio todos los miembros de la banda a excepción de Hetfield están inmersos en sendos procesos de divorcio. No era una situación sencilla desde un punto de vista anímico. Pero Nothing Else Matters hablaba precisamente de eso, de lo que realmente importaba, de la confianza en lo que uno hace. Así lo reflejaba su letra: “Forever trusting who we are / No nothing else matters” (Confiando siempre en quienes somos / No, nada más importa).

James Hetfield, durante una actuación en directo.

James Hetfield, durante una actuación en directo. / Ferran Sendra

Acompañamiento orquestal

El productor Bob Rock tenía como cometido en el estudio lograr que el grupo sonase como en sus directos. Pero el conflictivo carácter de la dupla Ulrich-Hetfield no estaba dispuesto a ponérselo fácil. Rock llegó a colocarle al autor de Nothing Else Matters el apodo de Dr. No por la cantidad de veces que respondía con una negativa a todas sus propuestas. Sin embargo, el productor logró, no sin un buen número de broncas de por medio, ir convenciendo a los músicos, incluso hasta el punto de conseguir que en la nueva balada se introdujese el acompañamiento de una orquesta.

Metallica aceptó contar con los servicios del reconocido compositor Michael Kamen, que llevó a cabo unos arreglos orquestales espectaculares introduciendo nuevas líneas musicales. Aún así, conforme avanzaban la producción y las mezclas, Ulrich y Hetfield se las apañaron para ir bajando el peso de la orquesta y, ya de paso, también el del bajo, para dolor del, a veces, “maltratado” Jason Newsted. Hetfield se hizo cargo de todas las guitarras en el estudio, incluso del solo, dejando al virtuoso Kirk Hammett, el otro guitarrista de la banda, como mero espectador.

Nothing Else Matters salió como sencillo el 20 de abril de 1992. El resultado final era una balada conmovedora, con la maravillosa ejecución de una intro con arpegio en mi menor, una elaborada mezcla de guitarras eléctricas y acústicas, una batería algo excesiva, la voz redonda de Hetfield y unos arreglos de orquesta con la predominancia de los instrumentos de cuerda y unos trombones que se tornaban poderosos por momentos y que suponían el complemento perfecto para una power ballad que comenzaría a sonar desde entonces sin descanso en las radios comerciales de todo el mundo.

El elogio de Elton John

El tema alcanzó el Top 10 en varios países europeos, incluido España. Y si bien es cierto que en EEUU el grupo tuvo que conformarse con un discreto número 34 en el Billboard Hot 100, también lo es que el legado, la repercusión y la influencia de Nothing Else Matters han trascendido a sus ventas y al paso de los años, y hoy la pieza maestra de Metallica se ha convertido en una balada clásica que ha sido versionada por más de 100 artistas diferentes. Entre ellos, Shakira, Lemmy Kilmister (Motorhead) o Joe Lynn Turner (ex de Rainbow y de Deep Purple).

También ha sido interpretada por Miley Cyrus en una versión que contó con la colaboración al piano de Elton John, quien no ocultó su admiración por la balada en el programa de Howard Stern, ante los propios miembros de Metallica: “Es una de las mejores canciones que se han escrito”... “Es una canción por la que no pasa el tiempo”... “La estructura de acordes, las melodías, los cambios de tiempo. Es drama escrito por todas partes”... “Metallica es la creme de la creme de este tipo de bandas”.

Algo más de treinta años después de su aparición, la balada de Metallica mantiene vivo el contraste entre el rechazo que provocó en los ambientes más inflexibles del thrash metal y la emoción y sincronía afectiva que se alcanza y constata en cada directo cuando la banda la interpreta sobre el escenario.

Nothing Else Matters podría considerarse como esa liviana frontera que separa el punto donde se concentran quienes consideraron que Metallica había vendido su alma al mercado de quienes, como Elton John, desprenden al cuarteto de San Francisco de etiquetas musicales para alabar su trabajo: "No son una banda de heavy metal; son una banda musical. Sus canciones no son sólo heavy metal. Son canciones hermosas".

Bob Rock, el ingeniero que estuvo trabajando codo con codo con Metallica en la grabación, fue más allá y aseguró en Reverb que aquella canción “cambió algo culturalmente” en el mundo del rock. Y así ha quedado para siempre Nothing Else Matters, en ese difuso punto existente entre quienes la consideran una especie de sacrilegio y entre los que la conciben como una genialidad musical. Nada más importa.