CONCIERTO EN MADRID

Tom Jones desafía a la Inteligencia Artificial

El ‘Tigre de Gales’ despliega en la capital sus clásicos de varias décadas, demuestra que está en plena forma y convence el público entusiasta de las Noches del Botánico

Tom Jones, durante su concierto de este lunes en Madrid.

Tom Jones, durante su concierto de este lunes en Madrid. / Fer González / Noches del Botánico

Jorge Fauró

Jorge Fauró

Si le hubieran preguntado hace unos años a la Inteligencia Artificial qué voz tendría Tom Jones a los 84 años es muy probable que sugiriera unas cualidades vocales mermadas, gastadas por el tiempo y el esfuerzo, las que se presuponen en un hombre de esa edad que lleva seis décadas forzando el formidable instrumento que la genética le ha concedido. Lejos de ello, el Tigre de Gales, de paso por Madrid y a lo largo del mes de junio por varias ciudades españolas, a cuenta de su Ages & Stages Tour, se subió al escenario del Botánico y aquello fue como si todavía estuviera haciendo méritos. Conserva la clase y la voz.

Tom Jones pertenece a esa raza de artistas que por nada que les quede por demostrar y convertidos ya en septuagenarios u octogenarios (el de Gales cumplió 84 años el pasado día 7) sufren de alergia a quedarse en casa, en el supuesto de que pasen más de dos estaciones del año en lo que el resto de los mortales concebimos como un hogar. El hogar de Tom Jones reside desde hace seis décadas entre bambalinas, en eventos para un público muy reconocible; en el MGM de Las Vegas, en recintos de unas características específicas para su estilo crooner (el Movistar Arena de Buenos Aires, el Gran Arena Monticello de Chile, el Metropolitan de México DF…) y para la audiencia que solo conoce un puñado de buenas canciones, pero que acude a verle para ser testigo de si es verdad que canta como dicen.

Canta como dicen. Lo demostró en las madrileñas Noches del Botánico, que no es el MGM, pero tiene la virtud de reunir durante dos meses a artistas tan dispares como Estrella Morente, Queens of the Stone Age o el propio Tom Jones. El de Glamorganshire se siente cómodo entre la muchachada (Josh Homme, el líder de QOTSA, tiene edad para ser hijo de Tom Jones y padre de muchos de los artistas que este verano pasarán por el Botánico). Puede estar satisfecho, pues forma parte de esa nómina selecta de cantantes y músicos que, por cuestiones de edad, y lejos de hacer lo que se espera de alguien de 84 años, sigue subiéndose a un escenario para que el público se olvide automáticamente del número de velas que sopló el día 7. Le ocurre a los Stones, a Paul McCartney, a Roger Waters, a Rod Stewart, a Bruce Springsteen, a Deep Purple. No solo continúan en activo y a pleno rendimiento, sino llenando emplazamientos de dimensiones muy serias, con permiso de Taylor Swift.

Arrancó la actuación con I'm Growing Old, con su hombre al piano como único acompañante. Un tema difícil, de los que sirven para probarse y calentar las cuerdas vocales. Convencido ya de hacerse con la actuación, fueron cayendo clásicos: It's Not Unusual, What's New Pussycat?, Sex Bomb, Popstar, Kiss, You Can’t Leave Your Hat On, Delilah (qué incorrecta nos parece ahora la historia de un hombre que descubre a su mujer con otro y la mata a cuchilladas). Conforma el repertorio un ramillete de versiones de Bob Dylan, Ry Cooder, Leonard Cohen, Randy Newman, Prince, Cat Stevens o Chuck Berry, algunas reconvertidas y adaptadas a su estado de forma, a veces bossa nova, a veces rock and roll. Para cuando puso el auditorio a bailar con Sex Bomb, la sexta del setlist, el público llevaba ya mucho tiempo entregado porque algunos de sus temas más populares ya los había interpretado.

Tom Jones, durante un momento del concierto en Noches del Botánico.

Tom Jones, durante un momento del concierto en Noches del Botánico. / Fer González / Noches del Botánico

No es posible elucubrar dónde habría llegado Tom Jones de ser coetáneo de Taylor Swift, de Beyoncé, de Shakira, de Karol G. o de Bizarrap, con toda su maquinaria de redes sociales multiplicando el eco de su vida artística y legiones de fans para agigantar su imagen. En cierto modo, cincuenta años antes de que nacieran TikTok o Instagram, Tom Jones causaba un efecto similar. Y ahí cimentó su fama y su leyenda. La medida de la grandeza de Tom Jones puede observarse en sus duetos. Ha cantado con Janis Joplin, con Little Richard, Aretha Franklin, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash o el mismísimo Raphael; con Elvis Presley, Ed Sheeran, Cher o Robbie Williams. No hay década que se le haya escapado. En 1999 grabó con The Cardigans una versión de los Talking Heads que permitió al Tigre de Gales relanzar su carrera. Ese mismo año, Sex Bomb llegó para recordar que seguía ahí. Por cierto, Nina Persson, la vocalista de la banda sueca, 35 años más joven que Tom (ella tenía 24 cuando grabaron juntos), admitió haber sufrido lo indecible durante esas sesiones. Los registros vocales del galés, cercanos a los de un barítono, eran difícilmente alcanzables. Canta como dicen.

Un público muy variopinto reunió el crooner en la Ciudad Universitaria. Resulta extraño acudir a un concierto al aire libre en España y no ver apenas camisetas de los Ramones, la lengua de los Stones o la portada del Unknown Pleasures de Joy Division, los tres uniformes ‘oficiales’ de la música en directo en nuestro país (conocer o no Disorder carece de importancia). Para el público de mayor edad, mayoritario, a caballo entre los boomers y la Generación X, Tom Jones forma parte de su infancia, de su adolescencia y de su edad adulta. Como ocurre con muchos artistas veteranos, uno no va solo a escuchar canciones que le han acompañado toda la vida, sino para celebrar ésta. Si estos días Bruce Springsteen exalta en estadios de Madrid y Barcelona su canto a la vida y el homenaje a los que se han quedado por el camino, en el caso de Tom Jones es el público quien celebra su particular memoria histórica a través de todos los recuerdos en los que en algún momento estuvo presente el galés (esos especiales de Nochevieja de los años 70 del siglo pasado, en que RTVE metía una detrás de otra actuaciones de Julio Iglesias, Camilo Sesto, Raphael, Engelbert Humperdinck y, cómo no, Tom Jones cantando Delilah).

En menor número, también acudió un público más joven, al que raramente veríamos en una actuación de Rammstein. Las Noches del Botánico no son exactamente un festival, sino una sólida programación de conciertos a lo largo de dos meses en Madrid, un evento coqueto, amable, cómodo. Se venden hasta discos, vinilos, claro está, y tiene incluso una vinoteca entre su oferta complementaria. Un escenario idóneo para un tipo como Tom Jones. No tiene nada que demostrar, pero lo sigue demostrando. Esto la IA no lo vio venir.