NARRACIONES SORPRENDENTES

Pedro Torrijos, contador de historias con #LaBrasaTorrijos y arquitecto: “Mi intención es hacer a la gente un poquito más feliz”

Hablamos con el autor de las historias que acumulan más de 1 millón de lectores al mes en diferentes plataformas, sobre su nuevo libro, ‘La pirámide del fin del mundo’ y sobre ese arte, tan poco valorado a veces, de saber contar una buena historia

El arquitecto y narrador Pedro Torrijos.

El arquitecto y narrador Pedro Torrijos. / Lupe de la Vallina

Una de las principales dificultades con la que se encuentran los aspirantes a escritores es sobre qué escribir. Sienten el ansia de rellenar la hoja en blanco, pero ¿para hablar de qué? Pronto se dan cuenta, quizá aconsejados por algún maestro o maestra que lleve más tiempo en ese empeño, de que se puede escribir sobre cualquier cosa. Muchas veces, es lo de menos. La clave está en cómo contarlo.

Libros como El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, El extranjero de Albert Camus, o relatos como Colinas como elefantes blancos de Ernest Hemingway, son obras que ocupan un lugar de honor en la literatura universal. También son ejemplos perfectos de que los argumentos más sencillos pueden dar lugar a historias interesantísimas desde muchos puntos de vista.

Pedro Torrijos es un ejemplo más cercano de cómo encontrar lo extraordinario en historias que a priori parecerían más bien ordinarias. Tal y como señala en la introducción de su nuevo libro La pirámide del fin del mundo (Kailas, 2024), Miguel Ángel Cajigal, alias El Barroquista, Pedro Torrijos es un especialista en encontrar el oro de las historias y hacérnoslo llegar gracias a su capacidad para contárnoslo de forma fluida, amena y original.

Torrijos, que también ha colaborado en medios como El País, Yorokobu, Jot Down o la Cadena Ser, ya demostró esta capacidad en su anterior libro, Territorios improbables, una recopilación de las historias que el propio autor había contado en una serie de adictivos hilos de X que todos los jueves analizaban una obra arquitectónica hasta sus últimas consecuencias y que llevaban el hashtag #labrasatorrijos.

En esta nueva obra, el autor nos lleva de la mano a conocer historias deslumbrantes de avances científicos y construcciones monumentales, pero también historias de material bélico hundido en mares paradisíacos y de islas en las que está prohibido nacer y morir. Historias que nos explican a todos nosotros, aunque en muchos aspectos sigamos siendo un misterio.

“El libro es un viaje por la condición humana”, sostiene el autor, “por las historias que nos explican como especie. Las que nos explican cómo nos relacionamos con el territorio que nos rodea y, sobre todo, cómo nos relacionamos entre nosotros”.

Historias que somos nosotros

Las últimas fotos tomadas dentro de las Torres Gemelas, la relación de la Estación Internacional de Canfranc con el Santo Grial, o la leyenda de la Casa de los tubos de Monterrey, son solo algunas de las historias que pueblan el libro y que están clasificadas en cinco partes: civilización, luz, calma, guerra y tiniebla. “Dividí el libro en cinco partes por operatividad”, explica Torrijos. “Estas cinco partes ya me definieron cómo clasificarlas: dos parejas de contrarios y un unificador. Pero, como en las propias historias que aparecen dentro, esos contrarios no son verdaderos contrarios. El contrario de la guerra no es la paz y el de la luz no es la oscuridad. Al final, el unificador es casi ontológico: los seres humanos somos civilización. Y solo somos civilización”.

El autor reconoce que no tiene un método específico para elegir las historias, sino que va eligiendo “las que ilustran mejor lo que quiero contar. Digamos que en todas las historias hay un subtexto debajo de la narración y ese subtexto (que a veces adelanto en las citas que abren cada capítulo) es el que me hace elegir unas u otras”.

Aunque le cuesta elegir, conseguimos que Torrijos se decante por un par de historias favoritas: “Por quedarme con solo dos, te diría la del capítulo Los mató el edificio, que narro en estilo conscientemente literario y que cuenta el truculento caso del bloque 7 de la ciudad ucraniana de Kramatorsk. La otra que voy a decirte es la que cierra el libro: La vida de Guadalupe, una historia que son muchas historias entrelazadas: la de un hombre discapacitado y millonario, la de la casa que le hizo un arquitecto muy famoso, la de la hija de ese hombre y cómo vivió en esa casa y, sobre todo, la de Guadalupe, la mujer de Badajoz que limpió esa casa todos los días durante 7 años”.

'La pirámide del fin del mundo', de Pedro Torrijos

'La pirámide del fin del mundo', de Pedro Torrijos / Kailas

“Un libro como este, que son cincuenta historias, cincuenta relatos casi, lleva una investigación de años”, señala Torrijos en relación al proceso de creación del volumen. “Algunos de los capítulos ya los tenía, digamos, investigados porque son historias que conocía, pero otros han necesitado días y semanas. En cualquier caso, lo más divertido para mí es encontrar las relaciones entre historias que nadie había encontrado antes. Por ejemplo, la historia del Puente de Pelješac es relativamente desconocida, pero nadie había descubierto la relación entre el puente y Drácula (el verdadero Drácula, Vlad el empalador). Cuando yo investigo esa historia, me parece increíble que nadie haya trazado ese patrón, esa relación que para mí es tan evidente”.

Un libro de narrativa

Quizá algunos lectores pueden pensar, por lo que hemos contado hasta ahora, que La pirámide del fin del mundo se trata de un libro de divulgación que repasa una serie de curiosidades más o menos interesantes. El objetivo de Torrijos es, en realidad, muy diferente. “Este no es un libro de datos, es un libro de narrativa, más próximo a una colección de relatos que a un libro de divulgación”, asegura. “De hecho, no creo que sea un libro de divulgación en absoluto. En él entrelazo historias que, en algunos casos, nadie había entrelazado, nadie había puesto el foco donde lo pone este libro. Varios capítulos están contados como pequeñas novelas, con planteamiento, nudo y desenlace, con narrador equiescente, con diálogos…”

El autor reconoce que esa forma de hacer es lo que configura su estilo personal que compara con el de otros autores como Benjamín Labatut o Irene Vallejo. “Suelo poner también el ejemplo de Crematorio de Rafael Chirbes. Nadie diría que ese libro trate sobre arquitectura, pero hay más arquitectura en Crematorio que en muchos manuales de la profesión. Yo intento hacer algo análogo”, explica.

El futuro de la narración de historias

En los últimos años, ha habido todo un boom de la narración en las redes sociales y en otras plataformas digitales. Torrijos es uno de los máximos exponentes de esa tendencia: como ya habíamos mencionado, tiene su propia y muy exitosa “marca”, #LaBrasaTorrijos, aunque curiosamente, ese éxito virtual le ha acabado llevando a escribir un libro “tradicional”.

Respecto al futuro y el presente de la narrativa, el autor señala que “hace ya un tiempo que la narrativa se ha expandido por todos los medios y todos los formatos de manera imparable. Escrita en redes, en libros, en newsletters… Pero también en formato audio, en pódcast o en formato video en lugares como Instagram o TikTok. Todos estos medios, los antiguos y los nuevos, están sirviendo como plataformas para algo que la especie humana lleva haciendo, y queriendo hacer, desde siempre, que es contar historias. Siempre habrá gente (mucha gente) que solo quiera escuchar esas historias, y eso está bien, pero ahora tenemos la capacidad de contarlas y que lleguen a toda esa gente de una manera más directa, más inmediata y, a menudo, sin demasiados intermediarios”.

¿Siente, en ocasiones, cierta responsabilidad a la hora de publicar sus historias? Torrijos reconoce que no se había preguntado nunca algo así pero que cree que sí. “Sobre todo porque mi intención última es hacer que la gente sea un poquito más feliz, que se divierta un rato mientras me lee”, asegura. “No es que me haga responsable de la felicidad de esas personas, claro, pero qué sé yo, igual lo que siento es satisfacción por que esas personas pasen unos minutos agradables un par de días a la semana. En el fondo, es algo muy bonito”.