TELEVISIÓN

Gerardo Reyes, autor de 'Pirulí forever': “A la larga, la decisión de suprimir la publicidad le ha restado competitividad a TVE”

Un nuevo libro explica la historia reciente de TVE, con sus luces y sombras

El 'pirulí' de Torrespaña, en Madrid.

El 'pirulí' de Torrespaña, en Madrid. / Austín Catalán

En los últimos años se han puesto de moda los libros con chascarrillos y batallitas sobre lo que fueron las primeras décadas de historia de TVE. Publicaciones que, de alguna forma, han contribuido a idealizar una Telvisión Española que ya no existe. Ahora acaba de salir a la venta otro, Pirulí Forever: la tele no se rinde (Applehead Team), escrito por Gerardo Reyes e ilustrado por Iván García, que no aspira a funcionar como un ensayo nostálgico, sino que pretende avanzar en el relato, explicando la historia reciente de TVE. O, en palabras del propio autor, analizar las luces y sombras de una era audiovisual que culminó con la llegada de las plataformas de pago y en la que el organismo televisivo de titularidad estatal ha tenido que hacerse adulto, independiente y útil, sin perder nunca de vista su obligación de servicio público.

“La llegada de las privadas instaba a Televisión Española a redefinir su función y la ponía a los pies de los caballos de un nuevo panorama que trajo consigo competencia, fuga de fichajes, contraprogramación y… en definitiva, el nacimiento del temido audímetro, al que TVE se enfrentaba con una disyuntiva añadida: afrontar la batalla con distintas armas para aspirar a ser competitiva sin renunciar a sus obligaciones como televisión estatal de una democracia consolidada”, explica Reyes. “Intentar equilibrar esos dos lados de la balanza ha sido su gran quebradero de cabeza en estos últimos 33 años (1990-2023), que conforman la segunda y agitada mitad de su existencia y que suceden a aquellos primeros años (1956-1989) en los que disfrutó de los halagos y la permisividad que conlleva la exclusividad de ser la hija única”.

P. 'RTVE: La de todos' ha sido el eslogan corporativo más reconocible de la pública. ¿Por qué empezó a rehuirlo hace algunas temporadas?

R. Creo que es imposible que una cadena de televisión, la que sea, aspire hoy día, con la cantidad de oferta que tenemos, a ser ‘la de todos’. El cambio de concepto, pasar de decir ‘la de todos' a ‘la que quieres’, ha sido acertado por su parte, pues refleja el cambio que ha sufrido el panorama audiovisual. Ese ‘la que quieres’ tiene que ver con esa tele personalizada, de organizarte la programación como tú quieres... Ese modelo de consumo que, quizás a excepción de los informativos, casi todos tenemos ya.

P. Habla de la buena acogida que tuvieron en su día espacios de reflexión e intercambio de opiniones como La clave, pero también comenta que, tras la consolidación de la democracia, el debate pasó a ser un género televisivo residual en TVE. ¿No estaban las juntas directivas de la casa por la labor de fomentar situaciones incómodas para el gobierno de turno en la tele pública?

R. Así es. Antes que nada quiero dejar claro que todo lo que comento tiene que ver con lo que percibo como espectador, pues no soy periodista ni crítico especializado. En los primeros años noventa, con la cultura del pelotazo y el boom económico que se vivió entonces, parecía que la tele pública se había olvidado un poco de ese espíritu que hubo en la transición.

P. Las entrevistas y los debates fueron adoptando entonces enfoques más frívolos, al tiempo que comunicadores como Mercedes Milá o José Luis Balbín desembarcaron en la recién inaugurada Antena 3.

R. Exacto. María Teresa Campos comentaba siempre en las entrevistas que luchó mucho por mantener la mesa de debate en Pasa la vida, pero que ni un gobierno ni otro se lo permitieron. Esa fue una de las cosas que la empujaron a irse a Telecinco. En esa cadena empezaron a funcionar las mesas de debate, hasta el punto de que hoy día son el ingrediente principal de cualquier tertulia matinal.

P. En Pirulí Forever describe la TVE de los noventa como una televisión fresca y colorida, muy italianizada, que retrataba a la perfección el subidón colectivo de la España del 92.

R. Sí, esa es la época de ¡Hola, Raffaella!, El semáforo... Encontramos programas repletos de bailarinas, azafatas sonrientes y coreografías que hoy serían impensables por todos los clichés que transmitían y por tratarse de una televisión muy frívola.

P. ¿De qué manera cambiaron el lenguaje televisivo las privadas?

R. Cuando uno ve programas de aquella época, percibe que en ellos faltaba naturalidad. Todo estaba entonces muy guionizado. Por eso comento lo de que las privadas, sobre todo Telecinco, rompieron definitivamente la cuarta pared al traer un lenguaje más espontáneo y dinámico. Esto explotó especialmente con la llegada de los realities, donde ya sí que primaban la naturalidad y un lenguaje de tú a tú. Hoy día no quedan ya formatos como ¿Qué apostamos?, donde todo era grandilocuente y había grandes decorados. El entretenimiento se ha orientado hacia programas más austeros, donde el espectador ya no ve tanta fantasía como en aquellos espacios de los noventa.

P. ¿Qué tal se manejó TVE en ese periodo, de principios de los años 2000, a caballo entre lo analógico y lo digital?

R. La primera década de los 2000 fue una época de transición, efectivamente. TVE tuvo un gran acierto con Operación Triunfo, que le dio muy bien la vuelta al concepto reality y permitió a la cadena reconectar con la audiencia joven. Ahí empezaron los talent shows, que buscaban transmitir la idea de la productividad, en contraposición a la vida sedentaria que transmitía Gran Hermano. TVE tuvo otros aciertos a lo largo de esa década, como el programa de humor Muchachada Nui, que también sirvió para alejarse de aquel lenguaje encorsetado, aunque también seguía contando con vestigios del pasado como Noche de fiesta.

Gerardo Reyes, autor de 'Pirulí Forever'.

Gerardo Reyes, autor de 'Pirulí Forever'. / Cedida

P. La pública también fue dejando atrás las estrellas de caché estratosférico propias del ‘felipismo’ y el ‘aznarismo’.

R. Sí, daba la impresión de que TVE se fue bajando del carro de los fichajes millonarios que manejaban unas cadenas y otras para centrarse en lo que realmente se esperaba de una televisión pública. De hecho, en esa época empezaron a desaparecer aquellos grandes nombres que había. Telepasión, por ejemplo, era una fantasía en los noventa, cuando contaba con personajes que eran las primeras estrellas televisivas. Pero esos nombres se fueron fugando a las privadas, así que a TVE le tocó reciclarse y buscar una nueva identidad.

P. ¿De qué forma le afectaron otros escenarios como la reorganización en 2007 como Corporación Pública bajo un nuevo marco de gestión o el apagón analógico y la implantación de la TDT en 2008?

R. Esa época y ese cambio de concepto fueron vitales para sentar las bases del modelo de televisión pública que tenemos hoy día. A partir de ahí se empieza a ver la función de los contenidos de cada una de sus cadenas. Siempre se ha dicho que la tele tenía como funciones básicas informar, formar y entretener. En este sentido, el Canal 24 horas se encarga de informar, La 2 de formar y La 1 de entretener.

P. Apunta que, en un momento dado, La 2 empezó a ser percibida como un batiburrillo de contenidos poco cohesionados.

R. Sí. Al llegar Teledeporte, por ejemplo, las competiciones deportivas se fueron a esa cadena. Con RTVE Play, las series internacionales están ya ahí. Y la programación infantil, que en los noventa fue un gueto muy exclusivo de La 2, pasó a Clan. En definitiva, La 2 se quedó un poco huérfana. Aunque poco a poco fue recuperando su identidad, y ya desde hace cinco o seis años se ven los resultados, con ciertos programas originales de producción propia, como Órbita Laika o El condensador de fluzo, que casan muy bien con el ADN de la cadena.

P. ¿Le pareció torpe la decisión de suprimir la publicidad en TVE?

R. En su momento la celebré, porque además me parecía un principio básico de las televisiones públicas. Casi todas siguen ese modelo en Europa. Pero está claro que, a la larga, le ha restado competitividad a TVE, y todavía hoy hay muchas voces que están solicitando la vuelta de la publicidad. Como espectador, sinceramente, lo agradezco, sobre todo a nivel de cierto tipo de contenidos como las películas.

P. ¿Qué valoración hace de la labor de José Pablo López como director de contenidos de RTVE?

R. Como espectador, me parece que su llegada supuso para TVE el regreso de la ambición, de las ganas de volver a ser competitivos. José Pablo supo conectar con cierto segmento de la audiencia y ha tenido grandes aciertos. Basta con ver el cambio de percepción de los últimos años con respecto a la cadena. Otra cosa es su final… Pero es que los finales son siempre los mismos cuando hablamos del ente público, que está supeditado a tantos controles. Es muy difícil que los proyectos lleguen a buen puerto, siempre hay zancadillas,...

P. ¿Le sorprendió su cese por la guerra interna que ha supuesto el fichaje de David Broncano?

R. Lo de Broncano ha sido una guerra de tronos de la que, además, todos hemos sido partícipes. De hecho, no sé hasta qué punto es necesario que lleguen a los espectadores todas esas decisiones que vemos transmitidas en sede parlamentaria, esos bandos y esas camarillas que se crean. Creo que esto no le hace ningún favor a la imagen de la cadena. En cualquier caso, personalmente no termino de ver a Broncano en TVE, sobre todo viendo la línea que lleva con su programa en Movistar Plus+. Aunque tampoco podemos sentenciar las cosas antes de verlas. Es más, pienso que se le puede sacar mucho provecho al fichaje a nivel de promoción de los rostros de la cadena y como impulso de los programas que se emitan después.

P. ¿Cómo diría que se ha ido posicionando la ficción nacional en la pública con respecto al resto de opciones?

R. Su oferta de series ha sido históricamente una de las grandes fortalezas de TVE. Ahora mismo está, como todo lo demás, reubicándose y tratando de ver qué vida puede tener en la televisión en abierto. Creo que la tele pública ha hecho hasta ahora series que solo podía hacer ella. Me refiero a esas ficciones históricas, con temáticas más sociales... Esa línea me encanta y creo que es la que debería seguir explorando. En realidad, tanto la pública como las privadas lo han tenido difícil durante las dos últimas temporadas a la hora de mantenerse vigentes. TVE tiene ahora algunos proyectos que van en esa línea, y que son los proyectos que yo al menos espero de una tele pública, como esa ficción de Javier Olivares, Ena, basada en la novela sobre la vida de la reina Victoria Eugenia.

'Pirulí Forever. La tele no se rinde'

Gerardo Reyes. Ilustrado por Iván García

Applehead

476 páginas / 32,95 €