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Alex Michaelides, autor superventas de novelas policiacas: "Fue la terapia lo que me convirtió en escritor. Recibirla y estudiarla. Antes de eso, mis textos eran poco profundos y mis personajes planos"

El exitoso escritor chipriota homenajea a Agatha Christie en 'La Furia', una novela ambientada en una isla privada de Grecia y en el mundo del teatro

El escritor de novela negra Alex Michaelides, en una vista a Barcelona en 2021.

El escritor de novela negra Alex Michaelides, en una vista a Barcelona en 2021. / Ricard Cugat

La famosa actriz Lana Farrar aparece asesinada en las ruinas del teatro griego de Aura, su isla privada, a la que se había escapado unos días acompañada de un reducido grupo de amigos y familiares. Automáticamente, todos ellos se convierten en sospechosos y la tensión va en aumento mientras esperan la llegada de la policía, inmovilizada por culpa de un viento insoportable, que los lugareños llaman, como el libro que nos ocupa, La furia (Alfaguara).

Este es el planteamiento de la nueva novela del escritor y guionista Alex Michaelides (Chipre, 1977), su particular homenaje a Agatha Christie, la autora que, cuando tenía trece años, le dejó fascinado. Michaelides, cuya ópera prima, La paciente silenciosa, se ha traducido en más de cincuenta países y se mantiene día tras día como uno de los temas más virales de TikTok, es consciente de que los trece años de hoy poco tienen que ver con los suyos. Ahora hay muchos más estímulos y la forma de ofrecer los contenidos ha acortado el tiempo de nuestra atención. Sin embargo, sus novelas han conquistado ya a más de seis millones y medio de lectores en todo el mundo; lectores nuevos y jóvenes que buscan voces literarias capaces de adaptarse a su tiempo sin despreciar la herencia de los grandes maestros de la intriga. Michaelides es, sin duda, una de ellas.

P. ¿Escribe sobre temas o escribe sobre historias?

R. En mi caso, todo empieza por un tema que me interesa y, poco a poco, voy desarrollando. Esta vez, con La furia, quería escribir sobre la gente del teatro porque la conozco bien. Conozco a muchos actores y actrices, y también dramaturgos. Sabía que era un contexto en el que me iba a sentir cómodo y, a partir de esa idea, desarrollé la historia. Luego, a medida que avanzaba, me di cuenta de que el teatro y la actuación están presentes en toda la novela, ya no solo en los personajes, que por supuesto están interpretando su papel, sino también, por ejemplo, en los fenómenos atmosféricos, fundamentales en la trama, porque, en La furia, el viento actúa para el lector, es el motivo del aislamiento del grupo protagonista y, a la vez, es una metáfora de todas las emociones violentas que flotan en el ambiente.

P. El planteamiento que usted acaba de exponer, un crimen y siete personajes atrapados en una isla griega por culpa del viento, se ajusta al clásico esquema de habitación cerrada, tan frecuente en la novela de enigma y tan querido por uno de sus mayores referentes, Agatha Christie. La furia está llena de guiños y homenajes a las grandes voces literarias del suspense, bebe de ellas, pero ¿qué aporta usted al género? ¿Cuál es su marca distintiva, lo que hace única e interesante su ficción?

R. Creo que lo mucho que profundizo en mí mismo antes y durante la escritura, la perspectiva psicológica de mi narrativa, el hecho de que la Psicología sea el punto donde se sitúa mi voz. Yo soy todos los personajes. Otro aspecto que me interesa especialmente es la infancia, vuelvo a ella una y otra vez. Estoy planificando mi próximo libro y de nuevo tengo en la cabeza a un hombre solo, que reflexiona sobre su niñez.

P. Es cierto, salta a la vista, que la psicología es un marco recurrente en su literatura, como el territorio del hospital y la presencia de la enfermedad mental. ¿Por qué le interesan tanto?

R. Fue la terapia lo que me convirtió en escritor. Recibirla y estudiarla. Antes de eso mis textos eran poco profundos y mis personajes eran planos. Hacer terapia y conocer sus mecanismos me ayudó a profundizar en ellos.

P. Por otra parte y aunque usted no la ha mencionado, creo que la habilidad para la estructura es otra de sus características distintivas, algo que en La furia queda muy patente.

R. La estructura es para mí la parte favorita del proceso, con lo que puedo jugar. La forma en la que cuentas una historia es más interesante que la historia en sí misma. En el caso de La furia, la novela no salió adelante hasta que descubrí la voz de Elliot. Hasta ese momento, la trama no funcionó, pero que Elliot fuera el narrador me permitió volver una y otra vez sobre los acontecimientos e ir desvelando poco a poco todos los detalles. Algo parecido me ocurrió cuando escribí La paciente silenciosa. Me gusta la narrativa circular, que se cierra sobre sí misma, y revisar el mismo hecho para descubrir nueva información con cada nueva versión. Contar una intriga de forma lineal no me interesa.

P. Además de la estructura narrativa, también destaca la potencia de las imágenes que aparecen en el texto y captan al lector.

R. No entendí la importancia de las imágenes hasta que trabajé en una película con Uma Thurman y ella me explicó que, en el cine, cada escena debe tener una imagen icónica, que capture al espectador. Me quedé con esa idea. Durante un tiempo, bajaba el volumen de las películas que veía para descubrir que, en las que eran buenas, las imágenes contenían lo más bello de la historia y hablaban por sí solas. Así comprendí que, aunque lo mío fuera la literatura, también tenía que pensar de forma visual, y ahora lo que hago es ver cuál es el objetivo de cada una de mis escenas y buscar una imagen que lo contenga y vaya a quedar prendida en la memoria del lector.

Solemos saber lo que queremos, pero nunca nos cuestionamos por qué"

P. En la novela cita Las técnicas de la dramaturgia, un libro que no existe, de un autor ficticio, Valentine Levy, que escribe lo siguiente: "tanto el teatro como la realidad se reducen a solo tres palabras: motivación, intención y objetivo". ¿Cuáles son los suyos?

R. Me quedo sobre todo con la motivación. Siempre reflexionaré sobre ella en mis libros. Más que el cómo o el quién, me fascina el porqué, lo que nos hace hacer lo que hacemos, querer lo que queremos. Por eso La furia se abre con una sentencia de Heráclito, "el carácter del hombre escribe su destino". Es en el estudio del carácter, de nuestra personalidad, donde confluyen la tragedia griega y la psicología moderna. A Levy me lo inspiró una profesora que tuve cuando estudiaba guion en Los Ángeles. Ella me explicó que, cuando creamos una historia, hay que tener bien claro por qué los personajes actúan de una determinada manera; el porqué está el ADN de todo lo que escribo, de cada una de las escenas. Con el tiempo he comprendido que esto también se puede aplicar a la vida y es útil para analizarse a uno mismo, sobre todo porque no es una pregunta que nos hagamos con demasiada frecuencia: solemos saber lo que queremos pero nunca nos cuestionamos por qué.

P. Más allá de todo lo anterior, que convierte La furia en una novela única, ¿por qué cree que los lectores eligen regresar siempre a escenarios como el de la isla inaccesible, plagada de sospechosos? ¿Por qué nunca nos cansamos de los planteamientos más básicos de la intriga?

R. Durante la pandemia, solo leía clásicos de novela policiaca. Me resultaba muy reconfortante. P. D. James, una de mis escritoras favoritas, decía que estas novelas nos gustan porque traen orden al caos. En la vida real, no existen las explicaciones absolutas, ni el mal se concentra en una isla minúscula con seis sospechosos… la realidad es un caos, es confusa y, sin embargo, en las novelas de enigma reina el orden y no importa lo complejo que parezca el misterio al principio, sabemos que al final todo tendrá una explicación sencilla y el malvado se identificará. Lo que obtenemos al leerlas, a pesar de los crímenes, es una sensación de confort.

'La furia'

Alex Michaelides

Traducción de Laura Manero Jiménez y Laura Martín de Dios

Alfaguara

328 páginas / 21,90€