Crítica de 'The Veil: red de mentiras': algunas tramas nunca dejarán de atrapar

En el tiempo que usted tarde en leer esta reseña, el trabajólico guionista y productor Steven Knight habrá escrito algún nuevo proyecto, quizá el guion de la prometida película de 'Peaky Blinders', su creación más popular. En poco más de un año se han estrenado cuatro series escritas (en tres casos, además, creadas o cocreadas) por él: sus adaptaciones de 'Grandes esperanzas' y 'La luz que no puedes ver', la todavía inédita por aquí 'This town' (¡sobre la formación de una banda nuevaolera en los años ochenta!) y el 'thriller' paranoide que nos ocupa, una de esas clásicas historias de espionaje en la que nadie es lo que parece ni hace las cosas por las razones aparentes. 

'The veil: red de mentiras' se presenta, durante buena parte de su metraje, como una larga batalla de ingenio entre dos personajes femeninos complicados que se intentan sonsacar mutuamente un secreto, o dicho de otro modo, su vida secreta. A un lado tenemos a una agente del MI6 llamada (al menos ahora) Imogen Salter, encarnada por una Elisabeth Moss con un acento británico que puede ser innecesaria distracción. Ha sido reclutada por el DGSE, el servicio secreto francés, en una misión de alta complejidad para cualquiera, pero en principio, no para un prodigio del engaño como ella.

Al otro lado tenemos a una mujer francesa llamada (en teoría) Adilah El Idrissi (Yumna Marwan), atacada por un grupo de mujeres yazidíes en un campo de refugiados en la frontera entre Siria y Turquía. Una de ellas la señaló como miembro de ISIS y existe alguna indicación de que, de hecho, sería una comandante del grupo terrorista. Imogen debe hacerse pasar por trabajadora de ONG y ganarse la confianza de Adilah hasta llegar a la verdad: ¿cuánto hay de villana en Adilah y cuánto de todo lo contrario? Su talento como manipuladora podría evitar la detonación de una bomba en una gran ciudad estadounidense en cuestión de una semana. 

Las dos mujeres, a la vez falsas y sinceras (el espía, como el actor, es un mentiroso que trabaja con su verdad), acaban sincerándose mutuamente sin dejar de ocultar partes importantes: "Aunque nos estemos mintiendo la una a la otra, siento que he sido más honesta con ella que con la mayoría de personas", dice Imogen en cierto momento. Ambas son criaturas de forma cambiante, como los djinns de la mitología árabe preislámica, que tiene su importancia en esta historia, como la obra casi completa de Shakespeare. 

Lo que podría parecer una historia casi minimalista, mano a mano entre dos grandes actrices, se revela pronto como 'thriller' de creciente escala geográfica y geopolítica. Mientras Imogen y Adilah se buscan las cosquillas durante un 'road trip' con diversas paradas, el agente del DGSE Malik Amar (Dali Benssalah), amante de Imogen, para más señas, ha de lidiar en París con las exigencias de su rival de la CIA Max Peterson (el siempre bienvenido Josh Charles), un tipo cuya repelencia solo es equivalente a su eficiencia. Hay choques de culturas de trabajo, saltos geográficos importantes e invitaciones a la paranoia del terrorismo global.

No todo funciona igual de bien: al citado acento de Moss hay que sumar intentos cómicos algo fallidos y diálogos, a veces, carentes de cualquier organicidad. Quizás Knight debería bajar un poco el ritmo y aprender a delegar en lugar de seguir empeñado en escribir a solas todos o casi todos los capítulos de sus series. Dicho esto, a ver quién es el valiente que deja 'The veil: red de mentiras' tras el primer o segundo capítulo. Algunas tramas nunca dejarán de atrapar, entre ellas las que tienen que ver con mentiras, traiciones, identidades ambiguas y lealtades dudosas. Dicho de otro modo, las que operan en el universo de le Carré.