LA ENTREVISTA

Inka Martí, editora y ecologista: "El negacionismo del cambio climático es como el timo del crecepelo: no os preocupéis, vamos a ser inmortales"

Presenta Airhón, un modelo regenerativo de agro-ganadería de 4.000 hectáreas y 1.500 cabezas de ganado, en Salamanca, que a fuerza de prácticas ecológicas y biodiversidad se ha convertido en un paraíso natural donde buscan refugio los animales en extinción. "Es la única opción para detener la degradación del planeta", advierte

Inka Martí en los campos de Airhón junto a sus vacas moruchas.

Inka Martí en los campos de Airhón junto a sus vacas moruchas. / Leslie Betancourt

Su entusiasmo por la belleza y la justicia la llevó a dejar el éxito que tuvo como joven periodista. Transita desde entonces por la literatura, la fotografía y la edición, que ejerce junto a su esposo, Jacobo Siruela, en la editorial Atalanta. Y en su cincuentena, Inka Martí Kiemann (Beckum, Alemania, 1964) encontró la forma de devolver al mundo su gratitud por la vida. Apasionada por los animales y la etología desde niña, ecologista de raíz, buscadora de realidades cósmicas que ya había encontrado en la biodinámica o los astros, por ejemplo, presenta ahora el esforzado fruto de sus últimos nueve años: Airhón (Tierra de Alba, Salamanca) un modelo de rewilding o asilvestramiento que quieren sea ejemplo de vida para los agro-ganaderos; ese oficio que les ha tocado asumir por coherencia tras haber heredado estas tierras de la Casa de Alba.

-¿Regenerar la naturaleza es “restaurar el alma del mundo”, título del filósofo David Fideler en su editorial, Atalanta?

Sí, y sería la necesidad profunda del movimiento rewilding, que en castellano traduciríamos como asilvestramiento.

-El esfuerzo de convertir 4.000 hectáreas de tierra en régimen extractivo en el paraíso de la biodiversidad que hoy es Airhón, ¿es un acto altruista, una cuestión moral y ética o qué compensación personal tiene?

Hace unos años, un filósofo me preguntó: “¿Qué servicio haces tú para los demás?” La pregunta es clave y no se refiere a lo que uno hace para sus familiares y allegados: si todos nos la aplicáramos, conseguiríamos cambiar el mundo y dar sentido a nuestras vidas. Hay que recuperar los conceptos de altruismo y generosidad y practicarlos no sólo en tu relación con el ser humano, sino con todos los seres vivos. Es la clave del budismo, junto al respeto a todos los seres vivientes y la consciencia de que todos estamos interconectados. Hay que repetírselo cada mañana: todos formamos parte de la gran alma del mundo. Airhón está conectado con un código de principios morales y éticos que van más allá de mi faceta creativa.

-La naturaleza es superagradecida y se autorregenera incluso después de una catástrofe nuclear: lo hemos visto en Chernóbil. ¿Confía en que el ejemplo de vida que están dando con Airhón tenga consecuencias positivas más allá de sus lindes?

¡Claro! En Chernóbil, un ejemplo muy interesante de regeneración, hay una comunidad de lobos que ha sobrevivido a la radiación, y se están haciendo estudios sobre ello que buscan su aplicación al ser humano. Contemplo Airhón como un gran corazón, unos pulmones que irradian aire fresco al exterior. Nos gustaría que la gente entienda que el modelo es posible, a cualquier escala: agricultura ecológica, ganadería regenerativa y sólo de pasto, y coexistencia con la biodiversidad y un mejor ecosistema. Es un organismo vivo donde todo está interconectado, y nuestra esperanza es que otros emulen el modelo: ya se han unido agricultores convencionales de la zona y ganaderos de tercera y cuarta generación que empiezan a entender las bondades de la coexistencia. Nosotros no teníamos patrones de referencia, con el agravante de que el sistema mediterráneo es uno de los más complicados, pero hemos invertido nuestro esfuerzo y los frutos que nos han dado el latifundio y la PAC (ayudas de la UE al agro), en investigar; ahora el modelo está disponible para todo el que se interese. El futuro será la creación de un centro de investigación e intercambio.

Inka Martí con dos de sus perros mastines, Mina y Lubitz.

Inka Martí con dos de sus perros mastines, Mina y Lubitz. / Cedida

-Lejos de disminuir la producción o incrementar sus costes, ¿la biodiversidad y la ausencia de insumos tóxicos multiplican los beneficios agroganaderos?

Sin duda. Se contemplan dos o tres años para la reconversión de la tierra y, pasado ese período, la naturaleza, que es muy generosa, se regenera. Mira, hay grandes corporaciones agroalimentarias en Estados Unidos, como es Kellogg´s, que financian a los agricultores que quieran hacer esta regeneración a ecológico. Por algo será. El mismo ejemplo lo tenemos en el mar: cuando se veda la pesca de una determinada especie, como ocurrió con la anchoa en los caladeros del Cantábrico, ésta se multiplica como en el milagro de los panes y los peces. En los años 50, los grupos químicos nos hicieron creer que la leche en polvo era mejor que la materna; y en 1970 nos vendieron la llamada “revolución verde”, introduciendo la química como la panacea. De pronto la tierra floreció, pero esa misma tierra en 10 años estaba muerta: nos han quedado tierras “bonsáis” sin rastro de organismos. No hay pulgón, pero tampoco polinizadores, ni mariquitas, que fueron símbolo de nuestra infancia, porque rompimos la cadena trófica. Esto se sabe desde los años 90, lo denunciaba sin ir más lejos el informe de César Fuente, un científico del CSIC de aquí mismo, de Larrodrigo, pero se silenció porque habla de la muerte de la tierra. Además los insumos químicos son cada vez más caros y hacen insostenible la agricultura: el cambio a regenerativa la pone al alcance de cualquiera.

-¿Podría brindar al lector un argumento de peso a favor del regreso del lobo ibérico, tras su exterminio casi total en la península Ibérica en los años 70 (apenas subsistió en el corredor noroeste)?

La presencia del lobo significa que el ecosistema está vivo y sano, porque de otro modo no subsistiría: es lo que los biólogos llaman una “especie clave” para su buena salud. Se trata de un depredador apical; es decir, que ellos mismos vigilan su territorio y no conviven más de 3 a 5 individuos de una misma familia en una extensión comparable a la ciudad de Barcelona. El terror que difunden los negacionistas es como el bulo de la leche materna, irreflexivo e irracional.

-¿El lobo ibérico había llegado al borde de la extinción por la mala salud del ecosistema o por la llamada “ley de las alimañas” que permitía matar a toda especie no “productiva”?

Por ambas cosas, porque van unidas. El cambio climático que hemos provocado nos afecta a todos: si tus arterias están atrofiadas te mueres, ¿verdad?, pues lo mismo le sucede al planeta. Somos suicidas. Pero no soy catastrofista, sino que me gusta contemplar y fomentar la evolución y la sublime fuerza creativa de la naturaleza.

-Le han llamado “la madre de los lobos”, un apelativo que lejos de ser cariñoso le hizo entrar en pánico, ¿por qué?

Primero explicaré que los lobos no se pueden introducir: ellos eligen el territorio. Y aquí apareció un macho en 2017, que venía herido, y encontró una hembra (que siempre ha de ser de otra familia) y empezaron a procrear. No había lobos al sur del Duero y todos los ganaderos entramos en pánico, pero por suerte la especie está protegida en esta zona. Empezó a haber bajas de ganado, que la UE compensa monetariamente como no sucede en ningún otro lugar del mundo, compensaciones económicas que durante la pandemia salvaron a muchos, he de decir. Pero la solución fue adaptarse a la presencia del lobo, con mayor vigilancia y cuidado, cercados, mastines, encerrando a las ovejas por las noches; es decir, volviendo a las prácticas de toda la vida. Y las bajas ahora son una anécdota frente a cualquier otra causa de muerte del ganado.

-No me ha dicho por qué se sintió amenazada por el sobrenombre de “la madre de los lobos” que al parecer le colgaron.

Aquí nos consideraban unos ecologistas extraños, y un día un pastor del pueblo se acercó a mi coche y me interpeló: “¡¿Tú por qué crías lobos?!” Descubrí que ser madre de lobos en el mundo urbanita puede parecer precioso, pero que la mayoría del rural me veía como una bruja. La vida siempre me ha colocado en el medio: aquí era una cabeza cuadrada por mi origen alemán y allí, una flamenca. Así que elegí ver quién tenía razón en esta historia de los lobos, los biólogos y naturalistas ecológicos descendientes de Félix Rodríguez de la Fuente o los ganaderos. Soy muy empírica y no paré hasta que entendí por qué las narrativas del miedo son falsas. Los ganaderos que aplican el código de buenas prácticas como antes te señalaba, los que vigilan y cuidan al ganado, tal vez no tengan vacaciones pero tampoco bajas.

-Uno de los peores sacrificios que le ha supuesto Airhón fue el asesinato de tres de sus queridos perros mastines. ¿Estos actos criminales siguen quedando impunes como en el tiempo de la mencionada “ley de las alimañas” de 1953?

El juez ha dictaminado sobreseimiento porque aunque hay indicios claros nos faltan pruebas de la evidencia; si aparecen de aquí a cinco años, se reabre el caso. La tragedia fue doble, primero por mi relación con los mastines y segundo, porque como ganadera los mastines son mis aliados para evitar ataques al ganado. Además, el tercero que mataron era mi macho reproductor, mi Rafa Nadal; le dieron un tiro a las 12 del mediodía. Los animales no tienen fronteras, él hacía su trabajo y fue a defender las tierras de un vecino que no cuida de su ganado. El primero en caer había sido una hembra: la radiografía le encontró el arpón de una ballesta clavado en su médula espinal. Y al segundo, Bow, un cachorro de 9 meses, lo mataron los perros de presa del mismo vecino en el mismo lugar.

Inka Martí en los campos de Airhón.

Inka Martí en los campos de Airhón. / Leslie Betancourt

-¿Ha llegado a sentirse realmente amenazada, como el holandés de As bestas?

Sí, todo esto hizo que me sintiera como el holandés del documental sobre el que se realizó la película a la que aludes. Pero me insufló aún mayor coraje: me crezco ante la dificultad y sobre todo, ante las injusticias.

-¿Por qué el lobo pasó de ser una criatura divina en tantas mitologías antiguas al peor de todos los malos en la literatura de los últimos siglos?

En las culturas prerromanas el lobo es un ser totémico e iniciático para el hombre guerrero y sabio. El mito de la loba capitalina que alimenta a Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, designa la fiereza, el coraje y la valentía: el lobo acompaña la expansión del Imperio Romano, y en Italia hay lobos de norte a sur y nadie los contempla como a demonios. Pero en lugar de recuperar la visión del hombre y la mujer heroicos y sabios, en España impera la idea diabólica del lobo, que tiene que ver con el cristianismo inquisitorial: a las brujas, serpientes, lobos, se les ha quemado siempre. Los cristianos deberían recordar más a menudo a San Francisco y el lobo de Gubbio, a propósito del cual el santo predicaba: “Todos los animales son hijos divinos de Dios”. El lobo es un animal tímido, que no se deja ver, y si está bien alimentado en la cadena trófica, si hay biodiversidad, no ataca al ganado: sus presas son los jabalíes, los corzos y otros ungulados salvajes.

-Inka, ha tenido usted más vidas y más diversas que en siete reencarnaciones, todas con un solo nexo común, que es su personalidad. ¿Cuál es la conexión entre literatura, fotografía, periodismo, edición, biodiversidad y, ahora, agro-ganadería?

La conexión que hay entre la vida y la creatividad. Me conduzco siempre por el entusiasmo y la belleza. Como mantiene Skolimowski, filósofo polaco del XX, la mística de todas las culturas entiende que la belleza es una fuerza cósmica, que es la que a mí me mueve: la profundidad cósmica de la belleza es mi gran energía, el agua que fluye, la llama del fuego. Y cuando entro en fases melancólicas y oscuras, la belleza me reconecta con el entusiasmo, que es mi pulsión vital.

-Jacobo Siruela ha llegado a decir que menos mal que le tenía a usted a su lado dispuesta a todo por la naturaleza. ¿Cuál hubiera sido el destino más probable de estas tierras heredadas de la Casa de Alba?

Estaba previsto que fuera un megacoto de caza, que ya lo era a manos de los furtivos. El destino hubiera sido la destrucción: a los árboles los desmochaban salvajemente con sierras eléctricas para extraer leña, dejando la dehesa sembrada de cadáveres y ejemplares enfermos; a los animales los hubieran aniquilado y la tierra, la que encontramos, estaba tan muerta que ni una lombriz anidaba en ella.

-¿Cómo se vislumbra el horizonte agro-ganadero en una Europa arrollada por la derecha y la ultraderecha en las recientes elecciones?

El negacionismo de estos populistas es como el timo del crecepelo: no os preocupéis, vamos a ser inmortales. Tiene que darse un punto de inflexión, los agroganaderos tienen que reflexionar y salir de la ceguera que les están vendiendo. Tienen que perderle miedo al lobo, y al Pacto Verde y la Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE. Yo espero que el ser humano se dé cuenta de que esto es lo que va a permitir su supervivencia: sí tengo esperanza.

-Inka, ¿conviene abrazar a las vacas, como a los niños, como a todo ser sintiente?

Es lo que más me gusta hacer. La gente ve a nuestras vacas, las moruchas, ágiles y de gran cornamenta, y creen que son fieras, porque miran a sus cuernos y no a sus ojos azabache y de mirada tan inteligente. Si están bien abrazadas y tratadas, generas en ellas confianza. Mi héroe de niña era el etólogo Konrad Lonrez: quería ser como él; todos los perros abandonados me seguían y siempre he batallado por ellos. Dedicarme a la ganadería supuso algo muy duro, pero fui capaz gracias a descubrir que podía hacer mucho para mejorar la vida del ganado. Fue gracias a otra etóloga, Temple Grandin, una zoóloga autista que descubrió que abrazar al animal le tranquiliza. Inventó entonces una máquina que lleva su nombre, un sistema en el que introduces a la vaca y le presiona en un abrazo: ella misma se mete dentro para sentirse bien.