LITERATURA

Los secretos que esconde tu letra: del carácter poco influenciable de la reina Letizia a la grave inseguridad del dictador Franco

La popular grafóloga Macarena Arnás acaba de publicar un libro donde se analizan los escritos de algunos personajes relevantes de la historia

La reina Letizia firma un autógrafo en el Teatro Museo-Dalí en 2004.

La reina Letizia firma un autógrafo en el Teatro Museo-Dalí en 2004. / ROBIN TOWNSEND

Mucho se ha especulado sobre la vida de William Shakespeare, e incluso de la autoría de sus obras, ya que los historiadores apenas han encontrado datos bibliográficos del que está considerado uno de los escritores más importantes de la literatura universal. Lo que no da lugar a dudas es que sus últimas voluntades fueron escritas de su puño y letra en 1616. En ese sentido, según Macarena Arnás, reconocida grafóloga mediática y perito calígrafa, si uno observa de cerca el manuscrito descubrirá una escritura habitual de la época, con una caligrafía donde se perseguía más la estética que el contenido.

“Me llaman la atención los pies prolongados de las letras que no respetan los párrafos inferiores, lo que manifiesta que fue un hombre constante, dominante, algo terco y con necesidad de ejecutar aquello que se proponía. El exceso de adornos y tamaño pequeño simboliza introversión, capacidad de análisis y un comportamiento algo pedante”, apunta en su libro Las firmas de Napoleón, Stalin, Hitler, Elvis… y otras historias de la grafología (Almuzara), que indaga en el mundo de la grafología, una parte de la psicología que busca conocer el temperamento de una persona a través de la escritura, y analiza los escritos de nombres propios del pasado y del presente que revelan inseguridades manifiestas, autodestructivos comportamientos o caracteres psicopáticos que se ocultan tras un simple trazo, un cambio de letra o un tachón.

Y hablando de tachones, llaman la atención los presentes en el testamento político del dictador Francisco Franco, quien quiso dejar constancia de sus últimas voluntades en un documento que fue redactado un mes antes de morir. Según el historiador Guillermo Gortázar, fue el arquitecto Javier Carvajal quien, viendo que el hombre que monopolizó la vida política española durante casi cuatro décadas se apagaba como una vela, se sentó frente a su máquina de escribir y redactó una carta de cinco párrafos en la que explicaba lo que consideraba que el Caudillo quería para aquella España que estaba a punto de perderlo. Y que aquello llegó luego a manos de Franco, quien simplemente copió el texto y lo firmó.

Francisco Franco, en una imagen de archivo.

Francisco Franco, en una imagen de archivo. / ARCHIVO

“En los inicios del texto se contempla mayor seguridad y psicomotricidad, sin embargo, en los finales del escrito se puede ver cómo el trazo va perdiendo forma con una presión débil y pequeños temblores, que son habituales en personas con delicada salud o problemas de la enfermedad de Parkinson”, explica Arnás en su ensayo. “El documento refleja la ansiedad e inseguridad en el momento que se estaba escribiendo, ya que la letra pierde legibilidad”. Y también destaca las tachaduras, que en su caso son trazos fuertes que generan una sensación de suciedad denominada presión pastosa e indican “tendencia a la melancolía, inseguridad y problemas físicos”.

De Raffaella Carrà a Camilo Sesto

El libro que nos ocupa permite conocer peculiaridades significativas que desentrañan las personalidades de ciertos artistas mediante los cambios de letra, la separación entre palabras, la alternancia entre mayúsculas y minúsculas o el tamaño de las grafías. En la escritura del cantante Camilo Sesto, al que algunos definen como una persona reservada y ambigua, se observan ciertos trazos que indican fanatismo, “principalmente en la tendencia que tenía a ocupar las zonas superiores del papel”. Y en la de Raffaella Carrà, explica la autora, se aprecia “una elevada capacidad para comprender y adaptarse a diferentes entornos”. Tanto la escritura del autor de Vivir así es morir de amor como la de la diva italiana comparten ciertas similitudes: “Ambos eran ingeniosos, sensibles e idealistas, pero su manera de expresarse era totalmente distinta. Camilo se refugiaba en su propio mundo y Raffaella se expandía”.

En otro de los capítulos se menciona lo importante que es para los grafólogos que la justicia reconozca la pericia caligráfica como prueba infalible para conocer la auténtica autoría de un escrito, y se describe al perito como una figura relevante en las falsificaciones artísticas. Entre los artistas más falsificados de la historia destaca Salvador Dalí, que ha pasado a la historia por su gran imaginación, su carácter excéntrico… ¡y el hecho de que llegó a tener hasta 678 firmas diferentes! “En cada una de ellas solían aparecer trazos más presionados que otros, lo que manifiesta una elevada capacidad de improvisación e ingenio”, apunta Arnás. “Las letras mayúsculas presionadas simbolizan necesidad de reconocimiento, narcisismo, imaginación y terquedad, teniendo habilidad de lograr todo aquello que se proponía”.

Una de las múltiples firmas de Salvador Dalí.

Una de las múltiples firmas de Salvador Dalí. / ARCHIVO

También han recurrido a esta ciencia poco cultivada bastantes psicólogos forenses o criminólogos que tienen estudios de grafología y buscan analizar la personalidad de un criminal o los cambios que se han ido dando en su carácter desde su entrada en prisión, ya que es habitual que los presos escriban cartas de su puño y letra desde el calabozo. Las misivas que el famoso criminal estadounidense Charles Manson intercambió en su momento con algunos amigos y conocidos ayudaron a los expertos a descifrar su personalidad: la de un hombre con rasgos psicopáticos y una elevada capacidad para manipular, seducir y actuar con indolencia y crueldad.

Las cartas de Ana Julia Quezada

Tampoco sale bien parada Ana Julia Quezada, la primera mujer condenada en España a prisión permanente revisable en 2018, por asesinar con alevosía al niño Gabriel. Analizando la grafía de una de las cartas que escribió al que era su pareja y padre de la víctima para pedir disculpas por lo ocurrido, Arnás duda que la dominicana sea una psicópata de manual, “porque aparecen sensaciones en los trazos de sus letras”, aunque sí puede contemplar “belicosidad, celos, inseguridades, tendencias suicidas, hipocresía, vanidad y manipulación”.

Más salseo aún contiene el capítulo dedicado a los políticos, cuya manera de firmar aporta una valiosa información sobre su personalidad, sus ambiciones y su capacidad para gobernar. De Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia de España, se dice que, debido a la cantidad de trabajo que tenía en Moncloa, además de por la gran cantidad de peticiones que recibía de sus fans, en un momento dado optó por contratar a un falsificador para que le rubricara algunas dedicatorias. Y los trazos fuertes de la firma de Felipe González, líder socialista que gobernó nuestro país durante catorce años, revelan según la autora aplomo, inteligencia y constancia. “Su escritura define el carácter de una persona diplomática, con seguridad y perseverancia para defender sus intereses; tiene habilidades para relacionarse con el entorno, pero a su vez es suspicaz, lo que le lleva a ser selectivo y cauteloso en sus relaciones personales”.

Juan Carlos I, testarudo e inquieto

Tampoco tienen desperdicio las páginas centradas en las firmas de los monarcas, en las que Arnás menciona las similitudes en las rúbricas de los Borbones y apunta que, si uno aprecia las firmas de Alfonso XIII, Juan Carlos I y Felipe VI, verá que los tres comparten la costumbre de ejecutar primero la rúbrica y luego escribir el nombre. A renglón seguido, la fundadora de la cuenta de Instagram @lamagiadelasletrasoficial, dedicada al análisis de escritos y dibujos de personajes relevantes, hace hincapié en que, a pesar de que el rey emérito y su hijo Felipe hagan el mismo tipo de rúbrica, son personas completamente distintas.

“La firma de Juan Carlos I es rápida, con letras ligadas que oscilan a la zona de la derecha y formas mixtas”, concluye. “Todo ello revela que es sociable, inquieto, algo testarudo y natural, pudiendo caer en el error de actuar sin pensar. En el caso de su hijo Felipe VI aprecio todo lo contrario, las letras están totalmente centradas y la cohesión tiende a ser desligada. Todos estos símbolos manifiestan que es reflexivo, analítico, mental e independiente”. En cuanto a la reina Letizia, su firma evidencia que es poco influenciable por el entorno y, de alguna forma, define el carácter de una mujer con determinación, perfeccionista y curiosa —algo en lo que seguro que también están de acuerdo muchos de sus súbditos—.

'Las firmas de Napoleón, Stalin, Hitler, Elvis… y otras historias de la grafología'

Macarena Arnás

Almuzara

240 páginas | 19 euros