NOVELA NEGRA

Hjorth & Rosenfeldt, autores superventas de la 'Serie Bergman': "Escribir sin un cadáver en la trama es mucho más complicado"

El dúo de autores suecos, conocidos también como guionistas de productos televisivos como 'El puente' o 'Los crímenes de Fjällbacka', publican un nuevo episodio de su saga protagonizada por un irreverente psicólogo criminal

Los escritores suecos Michael Hjorth (izda.) y Hans Rosenfeldt en la Embajada de Suecia, en Madrid.

Los escritores suecos Michael Hjorth (izda.) y Hans Rosenfeldt en la Embajada de Suecia, en Madrid. / ALBA VIGARAY

La corpulencia de Hans Rosenfeldt y Michael Hjorth intimida un poco. También lo hacen sus miradas inteligentes, pero el susto se pasa deprisa, en cuanto la afabilidad que los caracteriza a ambos se pone sobre la mesa desde el momento mismo de las presentaciones de rigor y el primer sorbo de un buen café en un entorno privilegiado de este veraniego Madrid, la Embajada de Suecia.

Dice Hans Rosenfeldt (Suecia, 1964) que no piensa jubilarse nunca. "Si dejara de escribir —explica— sufriría una crisis existencial". El guionista, creador, entre otras, de la emblemática serie El puente, es también un brillante novelista de género negro, responsable, junto a Michael Hjorth (Suecia, 1963), otro grande de la televisión sueca, de una de las sagas literarias más populares de la ficción nórdica actual, la protagonizada por el irreverente psicólogo criminal Sebastian Bergman.

Para Hjorth, parte del éxito de Bergman reside en cómo la incapacidad para gestionar su intimidad choca con el ingenio que despliega en su trabajo: "Se decanta siempre por la elección errónea en su vida privada, pero por la correcta si se trata de atrapar al asesino. Es un personaje con mil máscaras, multidimensional". Esta ha sido la tónica general a lo largo de las ocho novelas de la colección. La primera de ellas, Secretos imperfectos, llegó a España en 2016. Ocho años después, con siete millones de lectores rendidos a sus pies, Culpas compartidas (Planeta), la última, aterriza en nuestras librerías para contarnos dos historias: las secuelas emocionales de descubrir que un valorado policía es en realidad un asesino en serie y la confrontación de Bergman con sus errores del pasado a partir del descubrimiento del cuerpo de una mujer en una granja de cerdos, donde alguien ha dejado escrito en una de las paredes: "Resuelve esto, Sebastian Bergman".

P. Cuando en 2010 se publicó en Suecia Secretos imperfectos, ¿se imaginaban que en 2024 Bergman seguiría generando nuevas historias?

R. No —afirman con rotundidad los dos a la vez—. Nunca sabes qué va a funcionar y qué no. Cuando creamos a Bergman, sabíamos que era un buen personaje y, por nuestra experiencia en televisión, sabíamos también que podíamos construir una buena trama, pero ni siquiera estas dos cosas garantizan el éxito. Era impredecible si Bergman iba a gustar al público. Además, es un personaje difícil, no muy agradable, y eso, de partida, complicaba las cosas.

P. Estoy muy de acuerdo con que "difícil" es el adjetivo que mejor define a Bergman. Su comportamiento despierta un montón de emociones atípicas, a menudo incómodas, pero en cualquier caso interesantes para la reflexión. Además de esto, ¿qué lo hace diferente? ¿Qué creen que aporta al universo de la ficción criminal nórdica actual?

Hans Rosenfeldt. Es evidente que es un antihéroe, pero esta figura no es nueva. Lo que sí es más original, y donde para nosotros estaba el reto, es que, a pesar de ser el colmo de la arrogancia y resultar muchas veces desagradable, logramos que la gente quiera seguir leyendo sobre él. Bergman no se sitúa en el blanco o el negro, sino en una amplia gama de grises.

El 'thriller' nórdico tiene más matices que el anglosajón. La cultura anglosajona, sobre todo si hablamos del 'noir', es bastante más maniquea. Pero en Suecia preferimos la escala de grises, construimos tramas más complicadas, nos interrogamos acerca de los porqués del asesino"

Michael Hjorth

— Escritor

P. ¿Esto último serviría también para definir el policiaco sueco, la huida de los extremos?

Michael Hjorth. Digamos que el thriller nórdico tiene más matices que el anglosajón. La cultura anglosajona, sobre todo si hablamos del noir, es bastante más maniquea, se plantea menos preguntas. Pero en Suecia preferimos la mencionada escala de grises, construimos tramas más complicadas, nos interrogamos acerca de los porqués del asesino y, más concretamente en nuestro caso, vamos incluso un paso más allá e imaginamos un personaje que es al mismo tiempo brillante y desagradable. Siempre damos por hecho que es una persona inteligente y que debe ser amable, y no es así. Esta es una de las razones por las que fue muy divertido concebir y desarrollar el perfil de Bergman.

P. Visto lo que Bergman aporta al género, ¿qué les aporta la literatura a ustedes? ¿Por qué contando ya con el éxito audiovisual como guionistas de televisión un buen día decidieron sentarse a escribir novelas?

H.R. En mi caso, la literatura es una parte muy importante de mi identidad. Creo que, junto con mi familia, es lo que más me define como persona, el hecho de ser escritor. Si no escribiera, no sé qué haría, porque, más allá de ser para mí una fuente de ingresos y de reconocimiento profesional, la literatura me permite valorarme a mí mismo. No pienso jubilarme jamás. Creo que si lo hiciera sufriría una crisis existencial tremenda, así que me dedicaré a esta profesión hasta que muera.

M.H. Por mi parte, aunque yo no lo llevaría al nivel de Rosenfeldt, soy consciente de que poder vivir de la escritura es un auténtico regalo, un privilegio. Me encanta inventar historias y estoy convencido de que hay magia en la capacidad de rellenar una página vacía con palabras y provocar con ellas emociones en los lectores. A veces es un proceso difícil, pero cuando lo logramos se convierte en una enorme fuente de alegría

Hjorth y Rosenfeldt, el día de la entrevista.

Hjorth y Rosenfeldt, el día de la entrevista. / ALBA VIGARAY

P. ¿Qué idea está en el origen de Culpas compartidas? ¿Cómo surge la trama?

M.H. Nosotros venimos del mundo de la televisión —explica Hjorth— y pensamos como guionistas, por eso dedicamos mucho tiempo a trabajar la historia y plasmarla en un borrador general, consensuado, que nos permita luego escribir por separado. Con la historia clara y delineada, nos centramos en dos factores principales: identificar cuál es el motor de la acción y, posteriormente, qué va a pasar con nuestros personajes, hasta dónde los va a llevar este relato concreto. En el caso de Culpas compartidas, lo que decidimos hacer fue revisar el pasado de Sebastian a partir de la intriga criminal. Cuando escribimos las primeras entregas de la serie, no sabíamos exactamente dónde nos iba a llevar la historia, pero entre la quinta y la sexta empezamos a vislumbrar una conclusión y con ella en la cabeza planificamos las últimas tramas.

P. ¿Significa esto que nos encontramos ante la última entrega de la serie?

H.R. La última de Bergman en este contexto. Habrá más Bergman después de Culpas compartidas, pero en un escenario nuevo, que nos permitirá mantener la frescura del personaje y sus misterios. Por el momento, aquí nos hemos centrado en las vidas que, a lo largo de su trayectoria, Bergman ha destruido, y esto nos ha permitido atar muchos cabos sueltos.

P. En paralelo a la trama principal, que se centra tal y como comentan en el pasado de Bergman, en la novela también es importante el personaje de Billy, policía del equipo que se descubre como un asesino en serie. Decían antes que alguien puede ser muy brillante y muy antipático a la vez, pero en Culpas compartidas también se plantea otro dilema: los policías añoran a su compañero, a pesar de ser este un criminal confeso.

H.R. Echan de menos al Billy que conocían, ese es al que añoran, no al asesino en serie que ahora saben que es. Cuando esto se descubre, el equipo se siente profundamente traicionado.

P. De todos ellos, quizás el que menos expresa su dolor, si es que lo siente, es Bergman. Tampoco lo hace ante el desafío de dar con el criminal que lo reta cometiendo crímenes relacionados con su pasado, los entiende más como un juego que como una tragedia, y lo mismo pasa con el lector de novela policiaca, que disfruta con el crimen…

H.R. Disfruta con las emociones que le proporcionan las novelas, con la posibilidad de asomarse, desde la seguridad de su casa, a un mundo de oscuridad y miedo que, de otra manera, le quedaría vedado. Para colmo, cuando no puede más, basta con que cierre el libro.

M.H. Además, incluir un cadáver en el relato da mucho juego, porque obliga a investigar su historia, a descubrir qué ha ocurrido. Escribir sin un cadáver en la trama es mucho más complicado.

'Culpas compartidas'

Hjorth & Rosenfeldt

Planeta

464 páginas / 20,90€