ENTREVISTA

Javier Macipe, director de cine: "'La estrella azul' es una buena candidata para ir a los Oscar"

La película, que cuenta el recorrido del músico Mauricio Aznar por Argentina, puede verse en Filmin y Movistar Plus+ tras su estreno en cines

Javier Macipe, director de la película 'La buena estrella'

Javier Macipe, director de la película 'La buena estrella' / Mod Producciones

El músico Mauricio Aznar fue donde quisieron ir sus botas. Llegó hasta Argentina, en busca de Atahualpa Yupanqui, y se encontró por el camino con los Carbajal. Sin quererlo, el cantante del grupo zaragozano Más Birras había recibido algo más que un techo bajo el que dormir: silencio para hacer música. "Es la guitarra la que señala sus elegidos, prestándoles sus infinitos misterios. El hombre y la guitarra se buscan porque, tal vez un día, hombre y guitarra fueron parte de la misma estrella", dice una voz en off al comienzo de La estrella azul, la ópera prima del director Javier Macipe (Zaragoza, 1987), que tras dieciocho años, ha visto cómo el sueño de la madre de Mauricio, Inge Müller, se ha materializado en una película que después de su estreno en cines, ya puede verse en Filmin y en Movistar Plus+. Tras las buenas críticas recogidas, Macipe apunta aún más alto, en dirección a las estrellas.

Pregunta. ¿Esperabas esta acogida?

Respuesta. Siempre he tenido mucha fe, de hecho ha sido la constante en todo este tiempo; me he encontrado con un entorno un poco pesimista –con la situación del cine en general– y con la duda de si la película realmente podría llegar al público. Más que sorpresa, ahora siento la satisfacción de haber defendido todas estas veces que la película iba a funcionar, porque ha funcionado. Se ha cumplido la mejor de mis expectativas.

P. ¿Cuánto tiempo llevabas con este proyecto desde que la madre de Mauricio Aznar te lo encargó?

R. Cuando me dio la idea la primera vez, fue hace dieciocho años. Yo tenía entonces dieciocho, así que llevo la mitad de mi vida con el germen ahí. Es verdad que los primeros años no me dediqué a ello, sino que estaba todavía estudiando. En realidad fue hace diez años cuando empecé –ya muy activamente– a dedicarme prácticamente solo a esto. Y mi primer viaje a Argentina, para repetir el de Mauricio, fue hace diez años.

P. En estos viajes, ¿qué descubriste de Mauricio?

R. Digamos que había una gran incógnita aquí en España, por qué ese giro de Mauricio, que de repente abandona todo y se dedica a una música que aquí prácticamente no se conoce; lo que se conoce aquí más de Argentina es el tango. Yo quería entender qué había pasado ahí. Y básicamente tenía una serie de cartas que él iba mandando a su novia, en las que iba explicando su viaje, así que lo repetí parada por parada. Fui al Festival de Cosquín, que es donde primero fue él; después fui a Santiago del Estero, que es donde Mauricio conoció a Carlos Carbajal... Como soy músico también, fue fácil vivir y entender lo que le pasó. Lo que me encontré es un lugar donde la música ocupa el centro de la familia y de la sociedad, donde hay un respeto enorme al folclore, que aquí es algo casi de museo.

P. ¿Por qué dices que esta película es un viaje hacia el silencio?

R. Hay un guía espiritual en la película, que es Atahualpa Yupanqui. A través de sus monólogos, que son partes de un libro que se llama El canto del viento, va guiando un poco a Mauricio. Atahualpa Yupanqui dice que no puede existir música sin el silencio, y sobre todo el silencio interior. La película empieza con Mauricio, que está muy envuelto por el ruido que hay en las sociedades occidentales, un ruido literal, pero también mental; un ruido de cosas nada importantes que nos tienen ocupados a todas horas. Él va a un lugar donde hay mucho más silencio, el silencio literal, y donde también hay mucha más vida en presente. Cuando lo encuentra, ese silencio se convierte en la base donde se puede apoyar esa nueva música.

P. Curiosamente, el proceso de producción y rodaje de la película se ha desarrollado también envuelto en ruido.

R. Sí. Yo viví algo muy parecido a lo que le ocurre a Mauricio. Estaba en la época más estresante y ruidosa de mi vida. Había levantado un proyecto de película que llevaba años haciendo, me había envuelto en toda la vorágine del rodaje y, de repente, parón al cien por cien. Me retiré a la montaña, en la casa que tiene mi hermana, enfrentándome ante ese silencio que llevaba años sin estar en la circunstancia de no tener nada que hacer. Me fui con una guitarra y ahí fue cuando de verdad entendí lo que la película cuenta, lo que supone un retiro que yo llevaba muchísimos años sin poder hacer. Creo que todo eso ayudó mucho a –cuando retomamos– poder contar la película más profundamente.

P. ¿Romper la cuarta pared estaba desde el principio?

R. Desde los primeros guiones. Fue el elemento que me hizo darme cuenta de verdad que tenía sentido contar esta película, tuvo ese grado de trascendencia. Mientras simplemente me planteaba la película como un biopic, siempre me rondaba la idea de si tenía algún sentido hacer una película así, porque los biopics siempre tienen algo de ridículo, como ver a una persona disfrazada de otro. Yo me preguntaba qué aportaba esto a lo que Mauricio ya quiso contar sobre su vida. De repente, en un momento dado, me di cuenta de que lo bonito también es todo lo que estaba ocurriendo en ese proceso de hacer una película; la consecuencia directa de los actos quijotescos de Mauricio. Muchas veces, en Argentina, me veía tocando la guitarra en el mismo patio donde Mauricio había estado aprendiendo a oír la chacarera, y pensaba: “Qué bonito... Si él pudiera ver que veintitantos años después se ha plantado en el mismo sitio otro loco con patillas...”. De alguna manera eso tenía que estar a través de la metaficción. Otra manera de decirlo es que hay un flashfoward contando las consecuencias del viaje de Mauricio.

P. En la película, cuando Mauricio regresa a Zaragoza, rehúye de los grandes conciertos y toca en lugares más pequeños –y en solitario– la música que había aprendido en Argentina. Pero el público no terminaba de entenderlo...

R. Es una situación que se repite en la carrera de muchísimos grandes artistas. El público normalmente quiere que uno siga haciendo lo mismo siempre; tiene muy fácil y muy a mano el juicio y muy poco el esfuerzo de comprensión. Otro objetivo de esta película era intentar comprender a Mauricio y a todos esos artistas. Investigué sobre la historia de The Beatles cuando fueron a la India, y les pasó algo parecido. Al final descubres que todas las personas que quieren hacer algo profundo tienen que ir cambiando de piel cada cierto tiempo.

El director de cine Javier Macipe

El director de cine Javier Macipe / Mod Producciones

P. El actor Pepe Lorente es quien encarna a Mauricio Aznar en La estrella azul. ¿El casting se hizo tal y como se ve en la película en uno de estos momentos de metaficción?

R. Fue muy parecido a eso, pero mucho más largo; en la película está muy condensado. Él estuvo casi media hora con los ojos cerrados, concentrándose en silencio, y le dije: “Sólo habla si sientes que el que habla es Mauricio. Si no, eres tú como actor interpretando algo”. Entonces Pepe dijo una serie de cosas –esto la gente lo puede creer o no, porque suena muy místico– que no podía saber. Y lo hizo además de una manera muy conmovedora. Tanto es así que incluso se lo enseñé a algunos amigos de Mauricio y pensaban lo mismo que yo. A partir de ese momento vi que no podía ser ningún otro que Pepe. Le había elegido Mauricio, no yo.

P. De hecho, hay cameos de los miembros de Más Birras y la familia Carbajal es la verdadera, no son actores.

R. Sí. Ese era un poco el reto que tenía la película, que es aunar, afinar en un mismo tono interpretativo a Pepe Lorente con gente que no había actuado. Él tampoco tenía que desentonar en la faceta musical con respecto a los otros. Eso suponía para Pepe el mayor reto y lo que más miedo le daba durante todo el proceso. Le puse un requisito de entrada, que era que no iba a haber playback, que debía tocar y cantar en directo en todas las secuencias. Tenía que llegar a ser un gran músico, no solo parecerlo. Al principio hubo mucho estrés por su parte y mucho conflicto incluso, porque quería refugiarse en sus cosas de actor y yo solamente quería que estuviera a todas horas tocando y cantando.

P. Incluso ahora estáis haciendo conciertos para presentar la película.

R. Sí. Está ocurriendo algo muy bonito, porque entre las cosas que hicimos para que Pepe se convirtiera en músico de verdad era montar esa banda que representaba a los Más Birras en la ficción. Le metimos en un local de ensayo durante muchísimas horas para que entendiera y viera lo que son las dinámicas de estar con una banda, de cantar con un micrófono... Al final, esa banda empezó a sonar casi tan bien como los Más Birras originales, entonces nos pareció muy natural –cuando estrenamos la película– hacer un concierto, tocando canciones del folclore argentino pero con los instrumentos del rock and roll, que es algo que Mauricio no llegó a hacer. Fue increíble. Llenamos la sala Oasis de Zaragoza en dos días, salieron crónicas del concierto en prensa y redes tan efusivas que nos empezaron a salir bolos. Nos parece muy bonito, porque a través de esta banda estamos también cumpliendo en parte ese sueño de Mauricio.

Cartel de la película 'La estrella azul', dirigida por Javier Macipe

Cartel de la película 'La estrella azul', dirigida por Javier Macipe / EPE

P. Naces en 1987, el mismo año que Más Birras publica el single Apuesta por el rock and roll. ¿Crees que has sido señalado por Mauricio Aznar desde el principio?

R. Bueno, no sé si tanto. Es verdad que creo mucho en ese tipo de sincronías, y esta en concreto la he pensado muchas veces y me gusta que se dé esa casualidad, porque es una canción que a mí me ha marcado muchísimo (tanto la versión de Más Birras como la versión de Héroes del Silencio). En momentos clave de mi vida, esa canción me ha ayudado a tomar ciertas decisiones, pero no diría tanto como que Mauricio me estaba señalando cuando nací.

P. Hace unos meses, hablando con Enrique Bunbury sobre tu película, me contó que se reunió contigo en Argentina y que leyó el guion que le pasaste después. Además de la emoción que le produjo ver La estrella azul.

R. Yo creo que a Enrique –además del aprecio que tenía por Mauricio– le recordó a toda esa época de la que él formaba parte, en Zaragoza. Él destacaba mucho que le había gustado como obra en sí misma la película (es muy cinéfilo). Y, hombre, si fue emocionante para él, imagínate para mí. Estuve a su lado viendo la película en un pase privado que hicimos en la filmoteca de Zaragoza. Hay una escena donde sale un chaval cantando Apuesta por el rock and roll junto a Mauricio, y yo pensaba viendo la película: “¿Quién me iba a decir a mí, que tantas veces he visto a este hombre que tengo al lado cantar esta canción, que algún día él estaría viendo esta escena?”. Tuve la sensación de que los sueños se pueden cumplir.

P. ¿Hubo durante la producción y el rodaje un amago de rendición por el parón de la pandemia?

R. Sí. Hubo un momento muy dramático, porque a la pandemia se sumó toda la crisis económica en Argentina. Hice un viaje hasta allí, pero tuve que volverme sin rodar. Llevábamos dos años de pandemia, había una situación de macroeconomía difícil de explicar, y los productores empezaron a ver que era inviable, porque no veían más solución que encontrar más dinero, un dinero que no aparecía. Pero les convencimos para hacer la película con un equipo más pequeño, no iba a perder nada; la esencia de la película estaba en otras cosas. Rodamos algunas escenas de ejemplo, las vieron y les gustaron mucho y volvieron a engancharse.

P. Y ahora mismo se habla de que La estrella azul pueda ir a los Oscar...

R. Tenemos mucha fe, porque esta es una película que ha sido realmente como el ave Fénix; ha ido superando la expectativa de todo el mundo una y otra vez y nos hemos damos cuenta que despierta muchísimo fervor. Ayer mismo me mandaron una entrevista al productor Enrique López Lavigne en la que le preguntaban por tres películas que le habían marcado mucho y nombró La estrella azul. Entonces, ¿por qué no seguir soñando alto? En este país a veces parece que si la película no tiene un actor muy famoso o no es de un director muy conocido, ya parece que se hace de menos, pero tal y como ha conectado con el público y las cifras que ha hecho de taquilla y las críticas que ha tenido, por supuesto que creo que es una buena candidata para ir a los Oscar. Yo soy el primero que cree que va a ir.