Qué hacer en Madrid esta semana: 'Zarzuela en danza', 'The Burning', 'Lope a la fresca', 'Arte Vivo en la Plaza'...

Las plazas de varios pueblos de la Comunidad de Madrid se llenan de arte este verano gracias a la cuarta edición de Arte Vivo en la Plaza, una propuesta impulsada por la Comunidad de Madrid y comisariada por La Juan Gallery. La idea de este ciclo de instalaciones, conciertos, performances e intervenciones artísticas es poner en valor la plaza como lugar de encuentro y epicentro de la vida vecinal, así como visibilizar el trabajo de artistas madrileños y de artistas locales de cada pueblo. María Eugenia Diego Salvador, Verónica Ruth Frías, Paula Mira, ChePe y Ander Yarza trabajarán codo con codo con artistas de San Martín de Valdeiglesias, Manzanares el Real, El Escorial, Bustarviejo, Rascafría-El Paular, Buitrago del Lozoya, Patones de abajo, Navalcarnero, Villaviciosa de Odón, Chinchón y Olmeda de las Fuentes. Las obras podrán verse durante dos fines de semana de julio y uno de septiembre.

Partiendo de la videoinstalación de Martha Rosler Semiotics of the Kitchen, los estudiantes del itinerario Prácticas en Comisariado del máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual (UAM, UCM, Museo Reina Sofía) han organizado en la Biblioteca del Reina Sofía una interesantísima exposición que reflexiona sobre distintas temáticas que atraviesan al mundo de la alimentación. Si en 1975 Rosler utilizaba su pieza para hablar de los roles de género y denunciar el confinamiento de las mujeres en el ámbito doméstico, esta muestra se centra en los alimentos, esenciales en la cocina, pero que no aparecen en la obra de la artista estadounidense. Al igual que Semiotics of the Kitchen, la exposición está organizada alfabéticamente y cada letra tiene asignada un concepto. Conceptos que nos hablan de crisis climática, estándares de belleza inalcanzables, producción alimentaria o acumulación de residuos, entre muchas otras temáticas.

La tradición de sentarse a la fresca a charlar con las vecinas es de las más típicas de nuestro país, sin embargo, en Madrid no resulta fácil encontrar un hueco en el espacio público donde plantar nuestras sillas y simplemente sentarnos a hablar, sin necesidad de gastar dinero o pagar una entrada. Los viernes del mes de julio, la Casa Museo Lope de Vega abre su agradable jardín a vecinos y vecinas de Madrid para que puedan sentarse a la fresca en estas calurosas noches estivales y, de paso, disfrutar de un poco de arte. Dependiendo de la fecha que elijamos, la propuesta incluye un recital en el que Noelia Márnez declama versos de Lope acompañada por música de los siglos XVI y XVII, interpretada en directo por Enrique Pastor, o la representación teatral Cervantes versus Lope, que se centra en la rivalidad entre ambos escritores a causa de la aparición del Quijote de Avellaneda, que se publicó firmado con un pseudónimo, aunque Cervantes sospechaba que era Lope de Vega quien se escondía tras él.

Muchas veces pasamos por alto las infinitas posibilidades de juego que podemos crear solo con nuestro propio cuerpo. Con la boca podemos cantar, contar cuentos, hacer pedorretas y todo tipo de sonidos divertidos. Con las manos podemos dar palmas, hacer cosquillas o dar forma a diferentes cosas, mientras que con los pies podemos, por ejemplo, echarnos a bailar o jugar a la pelota. Espacio Abierto organiza este verano unos talleres para los más pequeños —esto es, para bebés de entre 25 y 36 meses— acompañados de un adulto y guiados por la psicóloga, psicomotricista y educadora de masaje infantil Cristina Arana Llopis para despertar la sensorialidad y el cuerpo de los bebés. Lo más importante es echarle imaginación y tener ganas de disfrutar en familia.

Aunque la época más propicia para ver pelis de terror suele ser Halloween, el género no descansa y podemos encontrar títulos terroríficos ambientados en cualquier momento del año. También en verano, por supuesto. El Círculo de Bellas Artes ha organizado un mini ciclo titulado Campamento Sangriento, dedicado a slashers de temática veraniega. Este sábado podremos disfrutar de The Burning, cinta de 1981 dirigida por Tony Maylam, que cuenta la historia de unos niños que le gastan una broma al conserje de un campamento y esta broma acaba teniendo consecuencias fatales, desfigurando al hombre por completo. Años después, regresará al campamento con ansías de venganza, desatando una sangrienta oleada de asesinatos entre los jóvenes que acuden a pasar allí un verano aparentemente feliz. Una de esas historias de terror que se cuentan al calor de una hoguera de campamento, pero que esta vez se acaba haciendo realidad.

Japón es el país invitado este año en Veranos de la Villa, por lo que varias propuestas de su amplio programa de actividades están dedicadas a él. El Espacio Cultural Serrería Belga acoge una exposición de biombos y abanicos de los siglos XVI al XIX, la época dorada de la pintura del país nipón. La palabra kinpaku, que da título a esta muestra, hace referencia al pan de oro presente en algunas de las piezas expuestas. Los biombos se vinculan de forma simbólica al poder y la autoridad, los abanicos suelen decorarse con temáticas fantásticas —de ahí la referencia a la imaginación— y la naturaleza siempre está muy presente en el arte japonés. Para quien quiera seguir ahondando en esta cultura, Serrería Belga también acoge una <u>exposición</u> sobre la historia del kimono.

El Patio Central de Conde Duque se convierte este verano en epicentro de la danza y la música. La próxima semana, la producción Zarzuela en danza, creada por el Teatro de la Zarzuela, tomará el recinto para celebrar por todo lo alto este género lírico. El espectáculo, que dirige Nuria Castejón, con dramaturgia de Álvaro Tato y dirección musical de José Antonio Irastorza, nos propone un acercamiento distinto a la zarzuela, un recorrido por las piezas más destacadas, que se centra en aquellas con intermedios y pasajes danzados, convertidos aquí en protagonistas. Diferentes estilos de baile se irán entremezclando mientras escuchamos las obras de autores como Tomás Bretón, Ruperto Chapí, Federico Chueca, Amadeo Vives o Vicente Lleó, entre muchos otros.

Rafael Doníz y Pedro Valtierra son dos de los fotógrafos mexicanos más destacados del siglo XX. La exposición que puede verse hasta el mes de septiembre en Casa de México reúne 145 obras de ambos fotógrafos y quiere mostrarnos dos formas muy diferentes de narrar la historia reciente de México. Por un lado, tenemos la mirada de Pedro Valtierra, que viene del fotoperiodismo y que ha documentado la parte más “fugaz” del país, aquellas imágenes que tienen que ver con lo noticioso, pero que gracias a su lente se han convertido en algo memorable. Por otro lado, contamos con la observación paciente de Rafael Doníz, que con su cámara ha retratado ese tiempo imperceptible por el ojo humano, esa faceta “eterna” de sus paisajes y sus gentes. Dos Méxicos distintos que nos ofrecen una visión aún más rica de este inagotable país.