ACTRICES

Los 60 años de Sandra Bullock, la estrella revienta-taquillas de quien la industria no siempre reconoció los méritos

La actriz y productora estadounidense, que en 2010 ganó el Oscar por su papel en 'Un sueño posible' y que en su momento fue la mejor pagada de Hollywood, encabezó también algunos sonoros fracasos

La actriz Sandra Bullock.

La actriz Sandra Bullock. / Andy Rain - EFE

Sandra Bullock (Arlington, Virginia, 1964) ostenta el dudoso honor de ser la única actriz que ha ganado en el mismo año el Oscar a mejor intérprete, por Un sueño posible (2010), y el Razzie a la peor, por Loca obsesión (2010). Este último acudió a recogerlo al teatro de Hollywood con una carretilla llena de DVDs de la película que pretendía regalarle a los votantes. “Vedla, vedla con vuestros propios ojos y decidid si merezco este premio. Me daréis la razón y el año que viene volveré a devolverlo”, comentó a sus críticos con su característico sentido del humor. Una cualidad que le ha ayudado a la hora de lidiar con los altibajos inherentes al oficio de actor y a digerir las reacciones dispares que la mayor parte de sus trabajos han suscitado a lo largo de tres décadas de carrera. Porque lo de Bullock no fue, ni mucho menos, llegar y besar el santo.

La actriz y productora, que este jueves cumple 60 años, pasó los primeros doce de su vida a caballo entre Europa y Estados Unidos debido a la profesión de su madre, la cantante de ópera alemana Helga Meyer, de quien aprendió el valor de la disciplina y la perseverancia. Durante su adolescencia estudió arte dramático en Carolina del Norte e intervino en varios montajes del Off Broadway al mismo tiempo que servía mesas en una cafetería de Nueva York. También pasó una temporada trabajando duro en películas distribuidas directamente para vídeo como Relaciones cruzadas (1993) o Secuestrada (1993), y siendo rechazada para papeles mejores porque no se la consideraba lo bastante convencionalmente guapa para interpretar a la protagonista.

“Durante años, mi tipo no estaba de moda”, comentó ella al respecto. “O era demasiado étnica o no era lo suficientemente étnica. No era convencional. O resultaba demasiado atrevida. O no lo bastante ingenua. Y yo pensaba: 'Dios mío, esto no es divertido'. Pero tengo energía para mil personas porque me encanta lo que hago. Y me gustó el rechazo, porque me hizo más competitiva”. Su primera gran oportunidad fue la película de Sylvester Stallone Demolition Man (1993), a la que llegó de rebote después de que la actriz Lori Petty fuese despedida a los pocos días de empezar el rodaje. El productor Joel Silver se apresuraba a encontrar una sustituta cuando un joven ejecutivo de Warner Bros, Lorenzo di Bonaventura, le habló de su amiga 'Sandy', que consiguió dejar impresionado al primero en la cinta con su audición.

Sandra Bullock recogiendo el Razzie a la peor actriz en 2010.

Sandra Bullock recogiendo el Razzie a la peor actriz en 2010. / AP

Demolition Man pasó sin pena ni gloria por las salas de cine, pero Silver recomendó a Bullock al director de Speed. Máxima potencia (1994), Jan De Bont, que tuvo que pelear con las dudas de los mandamases del estudio, quienes preferían contratar a una tía buena. Al final fue Bullock quien se llevó el gato al agua y protagonizó esa trepidante cinta de acción en la que Keanu Reeves se enfrenta al secuestrador de un autobús que estallará si la velocidad del vehículo baja a menos de 80 kilómetros por hora. Ella encarnaba a una pasajera inexperta que se ve obligada a tomar el volante. Por sorprendente que parezca, la actriz tenía ya 30 años cuando el éxito llamó a su puerta, su caché se multiplicó por diez y sus fans empezaron a hablar de ella como de la chica que más les gustaría ser, tener como amiga o adoptar.

Casi todo el mundo cayó rendido ante el encanto de una mujer divertida, dotada de un talento natural para la comedia y con cierta fama de antiestrella. "Como en cualquier trabajo, en Hollywood hay mucha gilipollez”, respondió una vez que le preguntaron sobre esas celebridades que hablan mal de Hollywood solo por pose. “Allí, incluso, más que en otros sitios. Pero aguantar eso depende de uno mismo: si tienes calor, sal de la cocina. Yo he tenido experiencias buenas y malas, pero no he querido saber nada de la fama, la vida social, los paparazzi.... He aprovechado la oportunidad que me han dado y, cuando he querido, me he largado de allí. Al fin y al cabo, eso es como todo en la vida: lo más importante es la personalidad”.

A lo largo de su carrera, Bullock ha ostentado el título de actriz mejor pagada de Hollywood y se ha dejado ver en algunos filmes revienta taquillas —sus trabajos han recaudado más de cinco mil millones de euros—. Aunque también ha formado parte del elenco de sonoros fracasos como Las fuerzas de la naturaleza (2000), donde encarnaba a una excéntrica que le roba el corazón a un Ben Affleck a punto de casarse con su novia, o 28 días (2000), en la que interpretaba a una alcohólica obligada a pasar un mes en un centro de desintoxicación.

“Sandra Bullock ha protagonizado algunas de las peores películas de la historia”, opinó en su día el periodista especializado en cultura popular Juan Sanguino. “Por cada generosa fábula sobre la igualdad entre mujeres (Miss agente especial, La red, Prácticamente magia, La proposición, The Heat) su filmografía acumula desastres que nadie entiende cómo llegaron a rodarse (Speed 2, Asesinato 1-2-3, Sin previo aviso, Blanco perfecto, La casa del lago, Premonición, Miss agente especial 2: armada y fabulosa) y que hoy nadie recuerda. Ahí está la clave. El público, intoxicado por la simpatía que Sandra Bullock despierta, ignora generosamente todos y cada uno de sus tropiezos (metafóricos, los literales los aplauden siempre)”.

También hay manchas negras en el currículum sentimental de la intérprete, una maniática de la privacidad que lo pasó francamente mal cuando en 2010, apenas unos días después de hacerse con la estatuilla dorada, se filtró la noticia de que el empresario y estrella televisiva Jesse James, con el que llevaba cinco años casada, era adicto al sexo y le había puesto los cuernos en varias ocasiones. En abril de ese mismo año, tras permanecer callada un par de meses, decidió conceder una entrevista a la revista People para anunciar su divorcio y revelar que tenía un hijo de tres meses, al que adoptó en Nueva Orleans cuando aún compartía su vida con James.

Jesse James y Sandra Bullock, en una fiesta posterior a la ceremonia de los Oscars de 2010, en la que la actriz recibió su estatuilla.

Jesse James y Sandra Bullock, en una fiesta posterior a la ceremonia de los Oscars de 2010, en la que la actriz recibió su estatuilla. / Peter Kramer - AP

En plena vorágine del escándalo, Bullock habló con sus agentes para decirles que no tenía ningún interés en volver a actuar a corto plazo. "Cuando gané el Oscar sentí que no me lo merecía, así que decidí dedicar el resto de mi vida a merecérmelo, pero pasándomelo bien en el proceso", aseguró una vez la estadounidense, que solo rompió su encierro cuando Alfonso Cuarón viajó hasta su rancho texano para ofrecerle el papel de la astronauta Ryan Stone en Gravity (2013), una obra maestra del cine con la que redescubrió la pasión por su profesión y por la que su cuenta corriente recibió una importante inyección de dinero —además de obtener un sueldo de 20 millones de dólares, firmó una cláusula por la que se quedaría un 15% de sus beneficios—.

“La industria está cambiando”, comentó durante la campaña de promoción. “Lentamente se han dado cuenta de que las mujeres también somos rentables y cada vez más consiguen papeles que normalmente irían a hombres”. Fue poco después de trabajar a las órdenes de Cuarón cuando adoptó una niña junto al fotógrafo Bryan Randall, al que definió como “el amor de mi vida” y que falleció en 2023, enfermo de esclerosis lateral amiotrófica. Pero sobre todo reorganizó sus prioridades, lo que en su caso implicó que se apartara lo más posible del foco mediático y se volviera mucho más selectiva con sus papeles. “Ahora soy madre primero y luego actriz”, ha confesado Bullock, cuya última película hasta la fecha es La ciudad perdida (2022), una comedia de aventuras en tono paródico con la que de algún modo parece reivindicar su intención de seguir sin tomarse demasiado en serio a sí misma.