LIBROS

Hein de Haas, experto en migraciones: “No hay que cerrar las fronteras, sino mejorar las circunstancias de los trabajadores, migrantes o no”

El sociólogo holandés desmiente en su nuevo libro, ‘Los mitos de la inmigración’, más de veinte afirmaciones falsas sobre uno de los temas clave de nuestro tiempo

Traslado de inmigrantes subsaharianos llegados a Canarias, en octubre del año pasado.

Traslado de inmigrantes subsaharianos llegados a Canarias, en octubre del año pasado. / Joaquín Anastasio - EP

Según el último Barómetro publicado por el Centro Investigaciones Sociológicas (CIS) del 12 de julio, la inmigración es la sexta preocupación de los españoles. Solo un mes antes, este tema se situaba en el puesto 17. No parece descabellado deducir que las últimas noticias y polémicas políticas al respecto han impulsado este crecimiento espectacular.

Las migraciones son un problema complejo que suele tratarse de forma demasiado simplista. En general, los países desarrollados han optado por poner todas las barreras posibles a este flujo que muchos consideran imparable. Sin embargo, en contraste con estos enfoques restrictivos, se alzan algunas voces que defienden la necesidad de una inmigración más regulada, pero sostenida, argumentando que un flujo constante y bien gestionado de inmigrantes es esencial para estimular el crecimiento económico y la innovación en nuestras sociedades.

Entre las voces más pausadas y autorizadas del mundo que van en esta línea está Hein de Haas, catedrático de Sociología de la Universidad de Ámsterdam y profesor de Migración y Desarrollo en la Universidad de Maastricht, que lleva más de treinta años estudiando los fenómenos migratorios y que ahora publica en español Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide (Península, 2024), un volumen en el que desmonta los argumentos más propagados por los políticos, tanto de derechas como de izquierdas, que usan la inmigración como arma electoral. “La migración no se encuentra en máximos históricos”, “Las restricciones fronterizas no reducen la inmigración”, “El desarrollo de los países pobres no reducirá la migración”, son algunas de las más impactantes y llamativas.

P. La mayoría de nosotros, al menos en España y quizá porque durante décadas fuimos más emisores que receptores de migrantes, vivimos el fenómeno de la inmigración como algo nuevo, pero no lo es.

R. Exacto, lo que ha cambiado es la dirección geográfica dominante de la migración. Los europeos fueron los inmigrantes por excelencia hasta las décadas de 1950 y 1960, y los españoles son un buen ejemplo de ello, pero la historia se olvida rápidamente. Hoy en día, nos hemos convertido en países de destino y eso provoca cambios muy profundos. Por otro lado, el crecimiento económico y el envejecimiento de la población han creado escasez de mano de obra. Los políticos y los medios no suelen informar sobre el hecho de que si no hubiera una gran demanda laboral, la mayoría de los migrantes no vendrían. La mejor prueba de esto es la crisis financiera de 2008, cuando la economía española colapsó y España tuvo durante varios años una migración negativa. Así que la ironía de esto es que la mejor manera de detener la migración es arruinar la economía. O dicho de otra manera, la inmigración es una señal de éxito económico.

El sociólogo holandés Hein de Haas.

El sociólogo holandés Hein de Haas. / Wilma Hoogendoorn

P. ¿Puede decirse entonces que la inmigración es algo positivo categóricamente?

R. Creo que es importante darse cuenta de que la migración no es positiva o negativa per se, depende mucho de dónde vienes o dónde vives y de la posición que tienes en la sociedad. Resulta muy fácil para las personas progresistas con ingresos medios o altos ver con buenos ojos la inmigración. Mientras que si vives en un barrio, tienes un trabajo poco cualificado y no te beneficias mucho de la inmigración, entonces la reacción es más bien una de "¿qué gano yo con esto?". Por supuesto que no es verdad que los inmigrantes nos quiten el trabajo, ni que sean delincuentes, ni que demanden asistencia social a cambio de nada, pero sí que lo es que la migración beneficia principalmente a las personas que ya están bien. No solo hablo de grandes empresas agrícolas o constructoras que disfrutan de una mano de obra abundante y barata, sino también de hogares individuales que emplean a trabajadores inmigrantes para limpiar la casa, cuidar a los niños o a los padres. Si pides comida a domicilio, ¿quién te lleva la comida? En cambio, las personas con ingresos más bajos no se benefician mucho económicamente de la inmigración. Pero sí sufren las consecuencias sociales negativas, como la sobrepoblación en sus barrios o la segregación. Eso, por supuesto, no significa que la inmigración haya causado todos estos problemas. Debemos ser muy claros al respecto. Si pensamos en la creciente desigualdad, la inseguridad laboral o el coste de la vivienda, todo esto tiene que ver con las políticas neoliberales que se han estado aplicando en los últimos 30 o 40 años. Es muy atractivo para los políticos decirle a la gente que son los migrantes quienes causan estos problemas, no sus políticas.

P. ¿Y qué se puede hacer?

R. La solución no es cerrar las fronteras, sino mejorar las circunstancias para los trabajadores, sean migrantes o no. Revisar cómo hemos hecho que los trabajadores poco cualificados en Occidente estén peor, y esto no tiene nada que ver con la inmigración.

P. ¿Cuál es el país que mejor y el que peor lo han hecho en materia de inmigración?

R. Es difícil de decir, pero creo que el país que quizá está en un estado de negación mayor en Occidente es Estados Unidos, con 11 millones de migrantes indocumentados y donde no ha habido ninguna regularización desde 1986. Eso es socialmente muy dañino porque los inmigrantes realizan trabajos esenciales en la economía estadounidense y esto está creando problemas de integración, de segregación, empuja a los migrantes al aislamiento y causa problemas sociales. En cambio, un buen ejemplo en Europa es Alemania, que ha reconocido que hay una necesidad real en el mercado laboral de ciertos tipos de migrantes y ha creado vías legales para entrar en el país. Pero el mayor tabú sigue siendo la demanda de mano de obra poco cualificada en general.

Tenemos que restaurar la dignidad del trabajo poco cualificado, no solo financieramente sino también en términos de derechos, estabilidad del empleo, etc. Esa es la auténtica crisis a la que nos enfrentamos"

P. ¿En qué sentido?

R. En los países desarrollados, cada vez hay más personas que simplemente se niegan a hacer ciertos trabajos y no se puede obligar a las personas a trabajar a menos que reintroduzcamos la esclavitud. El verdadero debate que necesitamos tener es cómo vamos a lidiar con la escasez de mano de obra poco cualificada en el futuro. Tenemos que restaurar la dignidad del trabajo manual, del trabajo poco cualificado, no solo financieramente sino también en términos de derechos laborales, estabilidad del empleo, etc., porque creo que esa es la auténtica crisis a la que nos enfrentamos.

P. Una de las afirmaciones de su libro que más me llama la atención es que los controles fronterizos aumentan la inmigración en lugar de reducirla, y que fomentan el tráfico ilegal de personas, las mafias y las muertes.

R. Que se piense lo contrario tiene que ver con que solo nos enfocamos en las personas que entran, pero si queremos entender la migración en su totalidad, tenemos que mirar el proceso completo: la migración es como una puerta giratoria, hay gente que entra, pero también que sale. La migración es, por naturaleza, muy fluida. Si pueden, la mayoría de los migrantes acaban regresando a sus países. Si ponemos restricciones fronterizas y no eliminamos las causas de la migración, se desencadenan reacciones contraproducentes, porque si tienes que invertir mucho en tu migración y corres muchos riesgos, no regresarás tan fácilmente a casa si te quedas sin trabajo o quieres ver a tu familia. Porque perderías toda la inversión y quizá ya no podrías regresar. Se fomenta un traslado permanente.

P. ¿Sucede algo así en el caso de España?

R. España es un buen ejemplo. A principios de la década de 1990 era muy fácil para los jóvenes marroquíes cruzar a España. Así que la mayoría de los marroquíes iban y venían entre España y Marruecos porque, ¿por qué quedarse en España? Está a solo 20 millas a través del estrecho de Gibraltar. Pero la inmigración se trata de una manera muy simplista y por eso las políticas a menudo fallan completamente y acaban provocando lo opuesto de lo que se buscaba. Creo que necesitamos basar la política migratoria en el conocimiento, y esa es una de las razones por las que he escrito este libro.

A los empleadores les conviene contratar a migrantes no cualificados, incluso sin papeles, porque las posibilidades de que les pillen son muy bajas y, aunque les multen, les sigue compensando"

P. ¿Cuáles serían sus propuestas para solucionar este problema?

R. Creo que el elefante en la habitación es el desajuste entre la demanda de mano de obra no cualificada y la falta de canales legales para que puedan venir los migrantes. Y esa es la razón principal por la que tenemos marginalización, explotación de los migrantes, pateras o personas cruzando el desierto hacia los Estados Unidos. Además, a los empleadores les conviene contratar a migrantes no cualificados, incluso sin papeles, porque las posibilidades de que les pillen son muy bajas y, aunque les multen, les sigue compensando. Esa es la realidad que los políticos no quieren reconocer: el principal impulso para la migración es la escasez de mano de obra y las dos formas en las que podemos solucionar esto es crear canales legales para que las personas migren temporalmente o cambiar nuestro mercado laboral.

P. Parece que tenemos un grave problema de hipocresía.

R. Es muy hipócrita que Ursula von der Leyen diga que tenemos que detener a los traficantes de personas cuando no son ellos quienes provocan la migración ilegal. Los traficantes son prestadores de servicios y los que operan en Marruecos se quedaron sin trabajo en 2008 cuando la inmigración se frenó debido a que no había trabajo en España. Todos lo saben, y mientras se permita contratar a mano de obra ilegal, todo seguirá igual. Tenemos que hablar sobre cómo hacemos que más españoles quieran trabajar en según qué trabajos, restaurar la dignidad de esas tareas, mejorar las condiciones laborales, el salario, la protección laboral, etc. No podemos tener un debate sobre la migración sin tener primero un debate sobre el trabajo. 

'Los mitos de la inmigración'

Hein de Haas

Traducción de Juanjo Estrella González

600 páginas / 22,90 €