UNAS VACACIONES DE PENA (I)

El verano de Manolito Gafotas, entre el camión y el ladrillo

Como parte de una serie sobre libros, películas o canciones sobre vacaciones más bien desastrosas, arrancamos con las de Manolito Gafotas, el inolvidable personaje de Elvira Lindo, y su verano entre Carabanchel y el medio de trabajo de su padre

El actor David Sánchez del Rey dio vida a Manolito Gafotas en el cine.

El actor David Sánchez del Rey dio vida a Manolito Gafotas en el cine.

Según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística, en 2022 el 35,5% de los españoles no se fueron de vacaciones ni una semana del año. El motivo no fue esquivar las molestias del turismo masificado, tener conciencia medioambiental o evitar la paradoja del estrés que produce planificar actividades para relajarse. Ese sector de la población no tuvo la oportunidad de escoger entre irse o quedarse porque la realidad es que solo puede viajar quien tiene dinero. Y, por mucho que se hayan democratizado los precios (más bien abaratado, porque nadie ha votado nada, la soberanía del capitalismo no reside en la población), no todo el mundo puede desplazarse a unos cuantos kilómetros de su casa para desconectar. Incluso la vivienda de los abuelos en una aldea de cuatro habitantes situada en un secarral sin río o piscina puede parecer un oasis para quien no tiene ni eso. A Manolito Gafotas, hijo mayor de los García Moreno, por ejemplo.

Esa familia de ficción vive en el barrio madrileño Carabanchel Alto. Si fuesen reales y no personajes creados por Elvira Lindo a principios de los 90 del siglo pasado, formarían parte de ese porcentaje de españoles que pasan el verano en el mismo sitio que el resto del año. Este 2024, aún seguirían pagando las letras del camión del padre, que se llama como su hijo mayor y el camión. Tendrían suerte, eso sí, de seguir en el mismo código postal, porque con la crisis de la vivienda, a lo peor ellos también habrían tenido que mudarse. De hecho, hace unos meses Time Outpublicó que sus lectores habían escogido Carabanchel como el tercer barrio más cool a nivel mundial, un mal presagio para sus habitantes. Si no se hubiese derribado en 2008, el edificio de la cárcel podría ser ahora un coliving para expats.

Si no se hubiese derribado en 2008, el edificio de la cárcel de Carabanchel podría ser ahora un 'coliving' para 'expats'"

Lindo publicó el primer libro protagonizado por ese niño de ocho años y gafas en 1994. Aunque sus hazañas acabaron plasmadas en una muy exitosa serie de libros ilustrados por Emilio Urberuaga, Manolito fue antes un personaje radiofónico interpretado por su propia creadora cuando trabajaba en Radio Nacional de España. Fueron su marido Antonio Muñoz Molina y el periodista Juan Cruz quienes la animaron a convertirlo en una figura literaria, con muy buen tino: la saga llegó hasta los ocho volúmenes y la posibilidad de su regreso se comenta muy a menudo. Manolito se convirtió en un referente para quienes fueron niños a la par que él y su fama ha pasado de generación en generación, como sucede con los clásicos. Puede que los lectores jóvenes en la actualidad se decanten por otro tipo de historias, pero él sigue en las librerías (en parte, quizá, por insistencia de los adultos a los que marcó hace años).

La serie de la escritora gaditana, que empieza con el titulado Manolito Gafotas, cuenta la vida de este niño y sus seres cercanos. El estilo puede recordar al de El pequeño Nicolás de René Goscinny y Jean-Jacques Sempé, nacido en los años 50, pero hay una diferencia innegable que les distingue más allá de la nacionalidad: la clase social. Mientras que el francés proviene de una familia de clase media, el madrileño es hijo de un camionero y una ama de casa, y vive en un piso tirando a muy pequeño junto a su hermano y su abuelo en el cinturón obrero de la capital del país. “Me encantaba hablar de dinero. A lo mejor es que de mayor voy a ser un gran banquero, o a lo mejor es que voy a ser un poco pobre, como mis padres”, dice el personaje en Cómo molo, el tercer libro de la saga, que se publicó en 1996.

Un verano entre ladrillo visto y toldos verdes

Precisamente, Cómo molo empieza a principios de verano, cuando la familia ve cómo todos sus vecinos dicen hasta luego. Así comienza también la película basada en los libros de Manolito dirigida en 1999 por Miguel Albaladejo, que fue todo un éxito. Las clases se acaban, él suspende matemáticas y su padre tiene que aceptar un encargo repentino, pero muy bien pagado: no puede decir que no a esas oportunidades, porque con lo que gane se ventilan una letra del camión. Para alegría de Manolito (interpretado por David Sánchez del Rey) y su madre (Adriana Ozores), que así tendrá un poco de descanso, su progenitor (Roberto Álvarez) se lo lleva al viaje. Aunque solo implica una noche fuera de casa, por supuesto –han pasado 25 años desde el estreno, esto no puede ser un spoiler–, el niño la lía y todo se complica. Gracias a una pareja de guardias civiles (Elvira Lindo y Geli Albaladejo) termina en una playa a donde tiene que ir a buscarle su familia que, por fin, consigue ver el mar. La escena del niño cantando Campanera vestido de El Zorro en un escenario de orquestilla en el paseo marítimo forma parte del imaginario colectivo inevitablemente.

Manolito Gafotas se desarrolla en el género del humor. La mirada de ese niño torpón, miope y bocazas hace que las pequeñas desgracias cotidianas provoquen sonrisas y que la perspectiva de un verano en Carabanchel Alto no sea tan fatídica. Pero la realidad que subyace en la historia tiene poco de divertida. Por poner solo algunos ejemplos: la madre está harta de bregar sola con dos hijos y la precariedad; la "sita" Asunción (Gloria Muñoz) está hastiada porque no ve esperanza de futuro en sus alumnos ni en ella misma y Yihad (Álvaro Miranda) tiene a su hermano en la prisión del barrio por robarle a una anciana, aunque está en régimen abierto. "Es lo mejor de la cárcel de Carabanchel, lo cerca que nos pilla", dice. Hay jeringuillas en el suelo, el parque donde juegan es un erial y en todas las casas se cenan salchichas frankfurt baratas, de las que vienen empaquetadas. La nostalgia del pasado se disipa rápido si la memoria funciona como es debido.

Puede que si Elvira Lindo hubiese creado a Manolito en la actualidad, habría cosas que serían diferentes porque la sociedad ha cambiado algo y uno de los motivos de su éxito es la certera radiografía social que consigue realizar. Quizás la madre ya no repartiría collejas, el protagonista no podría apodar "El imbécil" a su hermano pequeño, el matón no se llamaría Yihad, la "sita" sería la profesora y no daría con la regla en la mesa, el bullying no sería algo natural. También puede que el acoso a los débiles fuese tanto en persona como online, que Manolito tuviese una cuenta de TikTok en la que hiciese famoso a su abuelo Nicolás y que el parque ya no hubiese ni árbol. Lo que no habría cambiado es que la familia pasaría las vacaciones en el barrio, porque la clase social en la que se nace marca la vida ahora al igual que lo hacía hace treinta años, cuando el personaje se hizo famoso. Los García Moreno no tenían la posibilidad de elegir si ir a la playa o se quedaban y tampoco la tendrían ahora, lo dice hasta el INE. Y este hecho, se mire por donde se mire, con humor o sin él, es un asco.