SECUNDARIOS CLAVE DEL ROCK

Joe Blaney, la conexión de Calamaro con la música americana y el genio en la trastienda de 'Alta suciedad'

El productor estadounidense reunió a un grupo de músicos extraordinarios, que habían trabajado para nombres de la talla de Lennon, McCartney, Aretha Franklyn o Quincy Jones, para grabar el primer disco en solitario que el cantante argentino publicó en los años 90, después del éxito cosechado con Los Rodríguez

Joe Blaney (izda.) y Andrés Calamaro durante la grabación de 'Alta suciedad'.

Joe Blaney (izda.) y Andrés Calamaro durante la grabación de 'Alta suciedad'. / Cedida - Joe Blaney

Escribía David Byrne en Cómo funciona la música que hay dos conversaciones que se desarrollan al mismo tiempo: “la historia y una charla sobre cómo se cuenta la historia”. Con esta premisa echa a andar esta serie veraniega con la que se pretende contribuir a contar cómo funciona la música, poniendo el foco en los "secundarios" -músicos de sesión, productores, compositores, letristas, diseñadores y otros ilustres testigos- que, desde la sombra, tuvieron un papel en discos o canciones importantes. El primero es Joe Blaney, productor de Alta suciedad, álbum publicado por Andrés Calamaro a finales de la década de los noventa.

Montando la banda

1996. Joe Blaney se encuentra haciendo algunas mezclas para el álbum Hasta luego de Los Rodríguez. Para entonces, Andrés Calamaro ya planeaba grabar el que sería su primer disco en solitario en los noventa, Alta suciedad, y Blaney escucha algunas maquetas que el argentino había grabado en su apartamento. “Me pidió que fuera el productor y discutimos posibles escenarios para grabar el álbum”, dice hoy Blaney. “Su idea era contratar a un buen baterista y él mismo tocaría la mayoría de los otros instrumentos. Pero yo imaginaba algo diferente: grabar las pistas básicas con un pequeño conjunto de músicos de sesión muy especiales”. Algo que iba a resultar costoso, pero debían trabajar rápido.

Joe Blaney, con Julián Infante al fondo, durante la grabación del álbum 'Hasta luego' de la banda de este, Los Rodríguez.

Joe Blaney, con Julián Infante al fondo, durante la grabación del álbum 'Hasta luego' de la banda de este, Los Rodríguez. / Cedida - Joe Blaney

Steve Jordan (batería) fue el primer músico que eligieron. En aquel momento, Joe Blaney había hecho varios proyectos con Steve y tenían una gran relación profesional. Andrés también trabajó con él anteriormente. Después, se contrató al bajista Chuck Rainey, otro antiguo contacto. Después de pensarlo (mucho), Blaney sugirió a Andrés que ficharan a Hugh McCracken para tocar la guitarra. “Yo no le conocía, sólo su trabajo. Chuck y Hughie eran amigos íntimos y llevaban más de treinta años haciendo sesiones juntos. Ambos eran deidades en la cultura de los músicos de sesión americanos de finales de los sesenta y los setenta”. Joe Blaney había escuchado el bajo de Chuck Rainey en la radio desde que tenía once años. En la conversación, el productor pone a continuación el tema Groovin' de The Young Rascals, hit de las listas de ventas de los Estados Unidos durante el verano de 1967. Cuenta que ese mismo año, Hugh McCracken había tocado la guitarra acústica en Brown Eyed Girl (Van Morrison). “Hughie ideó la introducción de la canción, y un compañero de sesión, Eric Gale, hizo la parte de guitarra eléctrica. El productor fue el legendario Burt Burns”.

Chuck Rainey, por su lado, militó en la banda de King Curtis, teloneando incluso a The Beatles en el Shea Stadium de Nueva York el 15 de agosto de 1965. Muchos años después, ya en los setenta, Chuck empezaría a trabajar con Quincy Jones. Como referencia, Joe Blaney menciona el tema de la sitcom estadounidense Sanford And Son: “Quincy escribió la canción principal y Chuck tocó el bajo en ella. Es algo icónico para todos los bajistas. A Chuck se le considera el bajista más grabado de todos los tiempos”.

De izda. a dcha, Hugh McCracken, Chuck Raney, Steve Jordan, Andrés Calamaro y joe Blaney, el equipo principal que grabó el disco.

De izda. a dcha, Hugh McCracken, Chuck Raney, Steve Jordan, Andrés Calamaro y joe Blaney, el equipo principal que grabó el disco. / Cedida - Joe Blaney

De Hugh McCracken supo Blaney desde los catorce, cuando llegó a él una copia del álbum de B.B. King Completely Well, donde Hughie tocaba la guitarra rítmica en The Thrill Is Gone. También en Until You Come Back To Me (That's What I'm Gonna Do), el éxito de Aretha Franklin de 1973, con Chuck Rainey y el batería Bernard Purdie. “Eran los músicos de sesión del equipo A de Nueva York de aquel momento. Lo mejor de lo mejor para la Reina del Soul. ¡Veinte años antes de Alta suciedad!”, exclama. Le viene a la memoria la Fender Stratocaster blanca que Hugh McCracken llevó a las sesiones de Alta suciedad, la misma guitarra con la que tocó 50 Ways To Leave Your Lover en la televisión británica en 1975 con Paul Simon y Steve Gadd. Repasa Blaney más nombres, porque la lista es interminable: Chuck con Larry Carlton y Ray Parker Jr.; Hugh McCracken con Paul y Linda McCartney (Uncle Albert / Admiral Halsey); tocando I'm Losing You y Happy Xmas (War Is Over) –a la guitarra acústica– con John Lennon y Phil Spector a la producción.

Filosofías anacrónicas

Steve Jordan, más joven, había coincidido con Chuck Rainey y Hugh McCracken en el mundo de las sesiones de Nueva York a finales de los setenta. “Andrés, como la mayoría de los músicos, conocía a estos hombres por los discos de Steely Dan, Paul Simon, B.B. King, Aretha Franklin, John Lennon, Dr. John y muchos otros. Yo conocía sobre todo su trabajo de los años setenta”. No así los músicos respecto a las canciones de Andrés Calamaro. Tampoco fue un impedimento.

No se quiere olvidar Joe Blaney de Marc Ribot en las sesiones de overdub. “También había tocado con gente estupenda”, añade el productor, que pasa a citar los nombres de Tom Waits (Bella Ciao (Goodbye Beautiful)) y Robert Plant & Alison Krauss (Black Dog). “Cuando un productor contrata músicos, es muy importante tener en cuenta la química y la camaradería que puedan tener juntos, para tener buena energía en la sala y crear impulso e inspiración. Entonces estás en el camino de conseguir unas actuaciones especiales e inspiradas”.

Comenzaron las sesiones de Alta suciedad tocando la maqueta de las canciones. En cuanto tenían un esquema del arreglo, del tempo y del groove, Blaney se iba a la sala de control del estudio y empezaba a grabar. Dice que, en la mayoría de los casos, grababan la pista básica en tres o seis tomas. “El concepto era confiar en los instintos creativos de estos músicos extraordinarios y ver qué pasaba. Sólo utilizamos una pista en una canción (Loco). Muchas de las maquetas de Andrés se hicieron sobre loops de batería y Steve Jordan nunca tocó la misma parte que la demo”. Pero, de alguna manera, le daba una orientación más clara que la que podrían obtener de una maqueta normal, en la que la mayoría de la gente utiliza una caja de ritmos.

Para algunos temas, Blaney modificó el combo, incorporándose el bajista Charlie Drayton y el guitarrista Eddie Martínez, al que se contrató específicamente por su estilo rock en la canción principal, Alta suciedad, y también en Me arde. “Conocía a Steve Jordan desde hacía tiempo, ya que ambos eran músicos adolescentes del Bronx y buenos amigos. Eddie está en algunas canciones chulas de los ochenta”, menciona enumerando los temas King Of Rock (RUN DMC) y Addicted To Love (Robert Palmer), entre otros.

En total, grabaron las pistas básicas para doce canciones en cinco días, aunque asegura Blaney que el primero de todos fue algo “incómodo” o “intimidante” para Andrés Calamaro. “Quería mandar a todos los músicos a casa y tocarlo todo él. Yo estaba completamente acojonado, pero le convencí para que lo intentáramos un día más. El segundo día grabamos cuatro canciones. A partir de ahí, todo fue como la seda”. Recuerda que normalmente tardaban entre noventa y ciento veinte minutos por canción. “No intentaba hacer un disco de sonido retro o conceptual. Ni contratar a músicos superestrellas. Mi idea era proporcionar el mejor soporte musical posible a las canciones de Andrés”.

Reconoce que aquel fue un enfoque (o un proceso) muy inusual para 1997, durante la grabación de Alta suciedad, porque la filosofía o los métodos utilizados eran más propios de los años setenta. “Esta es la forma en que los humanos hicieron música en el estudio de grabación durante décadas: respetando los fundamentos de la música”, finaliza Joe Blaney.