LECTURAS ESTIVALES

'Helena o el mar del verano', la joya de la literatura española para la que su época no estaba preparada

El cambio en la recepción de la novela de Julián Ayesta por parte de la crítica y los lectores la ha consolidado como uno de los pequeños tesoros de la literatura de posguerra

Fotograma de la película 'El canto de los años nuevos'.

Fotograma de la película 'El canto de los años nuevos'. / ALEXANDER CABEZA

Hay libros que no casan con su tiempo, como uno de esos amores en el que las partes implicadas se encuentran en puntos de la vida diferentes o una de ellas no está preparada para algo más. Es lo que le pasó a Helena o el mar del verano cuando apareció en 1952. Un pequeño grupo lo consideró una de las mejores obras de la posguerra española, pero, por lo general, pasó desapercibida y la crítica fue tajante: en un momento en el que aparecían La Colmena de Camilo José Cela y la Nada de Carmen Laforet, en tiempos de realismo social crudo, tan crudo como el panorama español de los 50, la prosa lírica y el discurso amoroso a lo Garcilaso del escritor y diplomático Julián Ayesta no tenían cabida. Así lo aseguró Adrián Curiel Rivera en la introducción a la reedición de esta novela que llevó a cabo la Universidad Autónoma de México en 2006.

Julián Ayesta, autor de 'Helena o el mar del verano'.

Julián Ayesta, autor de 'Helena o el mar del verano'. / REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Existe un lugar donde el calor del verano no es para tanto y donde ponerse una chaqueta por las noches es posible: Asturias, el escenario de Helena o el mar del verano. Ambientada antes de la Segunda República, la novela cuenta la historia de un niño en su tránsito a la adolescencia que vive enamorado de Helena. Sus siete capítulos están divididos en tres partes: verano, con el tono alegre del niño que disfruta de la playa, la tortilla de patatas y la naturaleza; invierno, de tono más sombrío, donde el protagonista cuenta que estudia en un colegio de jesuitas, lo que favorece que aparezcan el pecado, la culpa, las preguntas existenciales y las dudas; y de nuevo verano, con el regreso de la naturaleza, la alegría y Helena. La escritura está llena de comas, de conjunción “y”, de comparaciones, metáforas y todo tipo de recursos que evocan al mar: “Volvimos despacio, andando muy juntos, muertos de plenitud, de gozo, de felicidad desconocida e insufrible, muertos de amor, locos de amor. El corazón me llenaba todo el pecho, me hinchaba todo el cuerpo de sangre caliente, me llenaba la boca de sal, llenaba el mundo de alegría rabiosa, de ardor, de colores afilados como cuchillos y a la vez blandos como las hojas de una amapola, como la miel, como la leche recién ordeñada”, escribe Ayesta en esta pequeña novela.

Una crítica cada vez más amable

Helena o el mar del verano apareció por primera vez en la Colección Ínsula, de la revista homónima, bajo el aval del poeta Vicente Aleixandre. En una de las primeras críticas de la novela, José María Jove señalaba que “pocos libros se han escrito con tanta sinceridad, con tanta sangre, con tanta nostalgia. Y, al mismo tiempo, con tanto atino en el paisaje, y en esos niños que piensan cosas terribles o corren desalados detrás de una muchacha por entre un bosque de eucaliptos”. Pero fue una rara avis. Joan Ferraté, por ejemplo, se mostraba mucho más crítico desde las páginas de Laye, revista de la época que reivindicó con fuerza el realismo, calificando a Helena o el mar del verano de “ñoña y mema”. Eusebio García-Luengo, por su parte, hablaba de la prosa “un tanto fatigosa” de Ayesta, y tachaba de artificiosas las repeticiones de esa conjunción “y”.

Sin embargo, el tiempo pasa, las heridas sanan y los corazones rotos vuelven a estar completos. Ahora es el momento en el que las dos partes están preparadas para una relación: la crítica actual de la nouvelle de Ayesta no tiene nada en común con la de hace 70 años. La obra fue reeditada por Arión en 1958, por Seix Barral en 1974, por Sirmio en 1987, por Planeta en 1996 y por Acantilado en los 2000 y en 2021, cosechando opiniones cada vez más amables.

La crítica contemporánea ha reevaluado esta novela breve, reconociendo en su prosa una delicadeza y una riqueza sensorial que se había pasado por alto en su momento. Críticos como Elvira Feral o Jesús Nieto, entre otros, han destacado la capacidad de Ayesta para capturar la esencia del primer amor y el impacto del paisaje asturiano. Enmarcando la novela en un contexto que la alinea con las mejores obras de nuestra literatura de posguerra, María José Obiol escribió en El País que la novela de Ayesta era “uno de los diez libros más importantes de la narrativa española del siglo XX”. Hoy, la recepción de críticos como ellos asegura que las menos de 100 páginas de esta novela de iniciación se hayan consolidado como una delicia sensorial, una obra que, en su aparente simplicidad, ha ido conquistando a nuevas generaciones de lectores. Helena o el mar del verano ya no es vista como una obra menor o fuera de lugar, sino como un texto que evoca la lírica de las Églogas de Garcilaso, la luz de las pinturas de Sorolla y la nostalgia de un verano que se resiste a desaparecer.

El cambio de percepción ha llevado a que esta novela, que durante décadas estuvo casi olvidada, se reedite con regularidad desde hace años en Acantilado, convirtiéndose en una recomendación para quienes buscan una narrativa que conjuga belleza y melancolía. Una lectura para devorar en una tarde, cuando el sol se empieza a esconder bajo las olas y el levante ha dejado de hacer de las suyas.

'Helena o el mar del verano'

Julián Ayesta

Acantilado

88 páginas

12 euros