MUSEOS CURIOSOS (II)

Mito, moda y poder: los secretos de Eva Perón, al descubierto

En uno de los barrios más aristocráticos de Buenos Aires se encuentra un centro que reivindica la vida y la obra de la mujer que revolucionó socialmente Argentina, defendiendo los derechos de los desfavorecidos y limitando los privilegios de la oligarquía

Vista de la sala 'Evita inmortal', en el Museo Evita de Buenos Aires.

Vista de la sala 'Evita inmortal', en el Museo Evita de Buenos Aires. / CRISTINA TERCEIRO

Cuenta Eduardo Galeano que en julio de 1952, los muros de la zona norte de Buenos Aires se llenaron de pintadas en las que se podía leer "¡Viva el cáncer!". Era la particular y cruel venganza de la oligarquía porteña contra Eva Perón que, desde que se convirtiera en primera dama de la Argentina y hasta su fallecimiento el 26 de ese mes y año a causa de un tumor en el útero, se había dedicado a combatir los privilegios de las clases dominantes y reivindicar los derechos de las minorías, las mujeres y los niños.

Parte de esa labor asistencial se realizaba en los llamados hogares de tránsito, centros dependientes de la Fundación Eva Perón destinados a acoger a mujeres, con o sin hijos, en situación de vulnerabilidad debido a problemas económicos, desempleo o ser víctimas de violencia de género. Una vez en esos hogares, eran atendidas por asistentes sociales que, en un plazo que no solía superar los ocho días, encontraban una solución a su situación.

La ubicación de dichos hogares no se dejaba al azar. En su empeño por dignificar la vida de esas personas, muchas de ellas procedentes de barrios populares o de zonas rurales, la Fundación Evita adquirió edificios en algunos de los barrios más linajudos de la capital argentina, como el barrio de Palermo. Allí, en el 2988 de la calle Lafinur, en una vivienda proyectada originalmente por el arquitecto Estanislao Pirovano para la familia de banqueros Carabassa, se encontraba el Hogar de tránsito número 2. Desmantelado en 1955 por orden de la autodenominada Revolución Libertadora —que proscribió el peronismo hasta el punto de prohibir que se pronunciase el nombre de Perón y su esposa—, desde 2002 acoge el Museo Evita.

La creación de un mito

Organizado de manera cronológica, el museo repasa a través de documentos, fotografías, carteles, objetos personales y vestidos —tanto originales como reproducciones—, la figura de Eva Perón, remontándose a su infancia en la localidad de Los Toldos, pasando por su llegada a Buenos Aires para abrirse camino en el mundo de la interpretación, sin olvidar su primer encuentro con Juan Domingo Perón en el Luna Park, durante un festival benéfico para recaudar fondos destinados a los damnificados del terremoto de San Juan de 1944.

Entrada del Museo Evita, en Buenos Aires.

Entrada del Museo Evita, en Buenos Aires. / MUSEO EVITA

De hecho, es la relación con Juan Domingo Perón y la labor política de Evita la que centra la mayor parte de la narrativa del museo. Por ejemplo, su papel en la liberación de su esposo, encarcelado en la isla Martín García, el acontecimiento fundacional del movimiento peronista el 17 de octubre de 1945 en Plaza de Mayo, la campaña electoral del año siguiente y, una vez obtenida la victoria electoral, la labor militante de Evita a través de la fundación que llevaba su nombre y de la rama femenina del partido peronista que, en 1951, logrará su mayor triunfo: el derecho de voto para la mujer.

En esta parte del museo, a los trajes y accesorios —entre los que se encuentran zapatos de la casa Peruggia y vestidos de alta costura confeccionados por diseñadores como Germaine Lecomte, Pierre BalmainJanette ColomberJacques Fath o Maggy Rouff— se suman documentos como boletas electorales, una urna de votación, juguetes que la fundación regalaba a las infancias haciendo realidad así el lema de que en "la Argentina, los únicos privilegiados son los niños" y la recreación de la cocina del hogar de tránsito, con carne chisporroteante en las parrillas, una nevera Siam repleta de alimentos, una máquina de coser y los uniformes de las empleadas de la fundación confeccionados ex profeso por la empresa británica Harrods.

Vestido con capa de Dior que Eva Perón lució en una de las galas del Teatro Colón.

Vestido con capa de Dior que Eva Perón lució en una de las galas del Teatro Colón. / CRISTINA TERCEIRO

La visita concluye con los que tal vez sean los momentos más épicos de la biografía de Eva Perón: la renuncia a su candidatura a las elecciones de 1952 debido a su maltrecha salud, su fallecimiento y su funeral, acontecimiento que congregó a millones de personas en las calles de Buenos Aires deseosas de dar el último adiós a la que fuera definida como "líder espiritual de la nación" por la propaganda peronista, como "prostituta", "yegua" y "reventada" por parte de los gorilas —denominación popular para los antiperonistas— y de abanderada de los humildes por sus seguidores que, a día de hoy, siguen venerando su figura convertida ya en mito. Ejemplo de ello es la última sala del museo, una sobria estancia en la que se muestra una réplica del vestido con la que Evita fue representada en la portada de su libro autobiográfico La razón de mi vida y en la que se repasan la facetas más pop de la líder argentina como, por ejemplo, la ópera rock Evita de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice y las interpretaciones que de ella hicieron otros mitos, esta vez de la escena, como Nacha Guevara y Madonna.

La tienda de recuerdos

Como sucede en todos los museos dedicados a un personaje histórico, sea este Frida Kahlo, MozartDalí o Shakespeare, la tienda de recuerdos es un festival de productos relacionados con la vida, la obra y la imagen del protagonista. El Museo Evita no es una excepción, por lo que, en su tienda, a la que es posible acceder sin necesidad de pagar la entrada al museo, se puede encontrar una amplia variedad de objetos pensados para todos los públicos y bolsillos. La principal diferencia respecto a otros lugares es que no existe un único proveedor oficial dedicado a crear esos recuerdos, lo que garantiza una amplia variedad de estéticas y sensibilidades artísticas a la hora de acercarse a la figura de Eva Perón, cosa que es de agradecer.

De esta forma, los visitantes pueden encontrar libretas (de 7 a 12 euros) y prendas con la imagen de Evita estampadas con dibujos de estética naif (entre 10 y 45 euros), postales que reproducen fotografías icónicas de su vida como la imagen de Evita con el pelo suelto tomada por Pinélides Fusco en 1948 (0,80 euros), láminas artísticas (7,5 euros), velas (22 euros), tazas (7 euros), mates artesanales (6,5 euros), rompecabezas (entre 10 euros y 32 euros) y piezas de bisutería en forma de escarapela con los colores de la bandera argentina (14 euros) o que reproducen en esmalte y plata una nomeolvides (45 euros), flor de la que la resistencia peronista se apropió para reivindicar de manera silenciosa la memoria de su líder durante la proscripción decretada por la autodenominada Revolución libertadora.

También hay hueco para difundir la doctrina peronista a través de fanzines con textos de la líder justicialista (de 7 a 9 euros), ediciones en diferentes idiomas de La razón de mi vida (15 euros), juegos de mesa como El gran descamisado (34 euros) o libros ilustrados para niños en los que se narra la vida de Evita y su lucha por los derechos de la infancia y la mujer (7,5 euros).

Por último, cabe destacar una serie de piezas decorativas que reproducen la imagen de Evita realizada por Alejandro Marmo para la fachada del edificio del Ministerio de Desarrollo Social de la Avenida 9 de julio de Buenos Aires (25 euros) y una miniatura del Monumento al descamisado (19 euros), el ambicioso proyecto —por no decir el despropósito— de 140 metros de altura en el que destacaba la titánica estatua de un obrero de 53 metros y que, si bien fue concebido como mausoleo de Eva Perón, nunca se llegó a construir.