FÚTBOL

Las 111 clases del 'profesor' Ancelotti

El italiano concluirá la temporada con 111 comparecencias en sala de prensa, siendo la última la que protagonice en Wembley tras la final

Carletto asume los errores del equipo como propios, no tiene reparos en admitir que tiene miedo y tira de ironía cada vez que puede

Ha cambiado los cigarrillos por chicles y no hay nada que no arregle “un plato de pasta con brócoli y salmón, y una siesta de una hora”

El entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, ofrece una rueda de prensa después del entrenamiento del equipo en la Ciudad Deportiva de Valdebebas. EFE/ Borja Sánchez-Trillo

El entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, ofrece una rueda de prensa después del entrenamiento del equipo en la Ciudad Deportiva de Valdebebas. EFE/ Borja Sánchez-Trillo / EFE/BORJA SÁNCHEZ-TRILLO

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Carlo Ancelotti suele bromear diciendo que cuando se retire de los banquillos le gustaría ser "profesor de fútbol para poner nota a todos esos que opinan”. Dudo que diese muchos aprobados al grupo de periodistas con los que se habrá visto las caras 111 veces al acabar el curso. Dos veces por cada uno de los 55 partidos, más el Media Day al que se ‘sometió’ ayer por ser finalista de la Champions. En realidad serán 110 ruedas de prensa, porque en el Etihad de Manchester, al acabar el encuentro, se encontró que Guardiola se había saltado el protocolo de cortesía por el cual el anfitrión cede el primer turno al visitante. Pep no lo hizo y Carletto decidió saltarse la sala prensa y se fue a zona mixta para atender a los medios.

Riesgo controlado

111 ruedas de prensa en una temporada a una media de 15 preguntas, tirando por lo bajo, arrojan una cifra de 1665 preguntas, con las primeras de cada comparecencia siempre a favor de obra porque las hace Real Madrid Televisión y esas se la ponen botando. Después se abren las hostilidades y normalmente los encargados de prensa, Carlos Carbajosa y Juan Camilo Andrade, dan el turno a las emisoras de radio, por aquello del directo.

Fernando Burgos le tutea con ese clásico ‘Ciao, Carlo’, con su italiano de Leganés, mientras Antón Meana esconde su bable para hablarle de usted con reverencial respeto. Carletto despacha en español (donde solo le patina esa ‘g’ que convierte en ‘y’ para pedir ‘eneryia’), en italiano o en inglés, porque en alemán pide el comodín del traductor. “Davide habla alemán muy bien de nuestra etapa en la maravillosa Múnich, pero yo no me atrevo”. La ironía es su arma de destrucción masiva cuando quiere mandar un mensaje a navegantes. “Hay dos tipos de entrenadores, los que no hacen nada y los que hacen mucho daño. Yo espero ser de los primeros”, advirtió a una de esas preguntas teledirigidas desde algún despacho que incidían en su perfil de gestor de grupo haciéndole de menos como entrenador táctico.

En sus primeras ‘homilías’ Carlo explicó pacientemente el nuevo dibujo por el que apostó a principio de temporada tras la espantada de Benzema y la llegada de Jude Bellingham. El italiano ha demostrado su cintura en la pizarra, a la que ha sacado petróleo convirtiendo al cisne inglés en tiburón, todo lo contrario que le pasó cuando estaba en el Parma, donde pudo fichar a Roberto Baggio, que le pidió jugar de mediapunta y Carletto decidió no desmontar su celebrado 4-4-2 para darle libertad a ‘Il Divino Codino’ y el futbolista no fichó por el Parma.

El jugador por el que más le han preguntado este año es uno que no está aún en el vestuario: Kylian Mbappé. Miura que ha toreado cuando tocaba con muletazos más sevillanos que sus nietos Leonardo y Lucas. Después de lidiar con Berlusconi, De Laurentis o Florentino, la sala de prensa del Bernabéu no le infunde temor, es más le sirve para despresurizarse y liberar cortisol, saliendo de ella más relajado de lo que entraba siempre. Sobre todo porque solo ha perdido dos partidos, ambos en el Metropolitano, donde asumió los errores como propios y confesó abiertamente: “No me gusta cruzarme con el Atlético porque siempre es complicado jugar contra ellos”. El técnico blanco sostiene que “el sufrimiento me mantiene vivo. El estrés y la presión son gasolina para mí” mientras cambia los cigarrillos por chicles. Ahora apenas se da el lujo de vapear, quizás por su condición de perito electrónico. Carlo es un león enjaulado en las horas previas de los partidos, pero una vez empieza, rebaja pulsaciones y se pone en velocidad de crucero.

Temas espinosos: portería, Mbappé, seleccionador de Brasil

Su seriedad pocas veces deriva en una preocupación que le quite el sueño. Este año, sin duda, sus respuestas más amargas llegaron con las lesiones de cruzado de Courtois, Militao y Alaba. Precisamente la gestión del relevo de Thibaut ha sido uno de los asuntos por el que más se le ha preguntado y que más tensión ha generado en sus comparecencias, ya que primero apostó por Kepa, luego reculó y tiró de meritocracia para dar el puesto a Lunin, y en Wembley elegirá a Courtois para el once “porque es el mejor portero del mundo”. Con argumentos así poco más se le puede preguntar.

Otro de los asuntos estrella de la campaña, al menos del primer tercio, fue su hipotético acuerdo con el ex presidente de la Confederaçao Brasileira de Futebol, Ednaldo Rodrigues. Sobre este particular la periodista carioca Tatiana Mantovani, corresponsal de TNT Brasil en Madrid, ha sido la más tenaz en sus preguntas. Hasta entonces Tatiana, que siempre suele ser una de las elegidas por el jefe de la prensa en la parte final de las ruedas de prensa, interpelaba al técnico por Rodrygo o Vinicius. Pero en otoño el fantasma de su marcha a Brasil monopolizó varias de sus apariciones. Hasta que Xabi Alonso confirmó que firmaba con el Bayer Leverkusen hasta 2026 y, en plenas Navidades, Florentino cerró la renovación de Carletto hasta el verano del próximo Mundial.

Las ruedas de prensa de Ancelotti son incómodas, pero el italiano tiene la habilidad de dar la vuelta a las preguntas afiladas y desactivarlas. Y es rara la comparecencia en la que no acaba provocando las risas del personal con alguna respuesta ocurrente. Una de las formas más eficaces que usa para neutralizar las críticas es admitir que se ha equivocado. Simple y llanamente. No han sido una ni dos las veces en las que ha afirmado “este año no he sido justo con Brahim”, “Modric merece más minutos” o “Joselu y Lucas se han ganado más partidos de los que les ha dado”. Y lo dice porque lo cree sinceramente. Y este mismo lunes admitía con toda naturalidad que pasa “miedo”, “sudores fríos” y “nervios” antes de los grandes partidos. Nada que no arregle “un buen plato de pasta con brócoli y salmón, y una siesta de una hora”.

Una sala de prensa futbolera y 'ancelottista'

El número de periodistas que sigue habitualmente el día a día del Real Madrid se acerca al medio centenar, aunque en este Media Day se disparase hasta los 312 medios acreditados. Y no es un ningún secreto que muchos son simpatizantes blancos. Cuando Ancelotti llegó al Madrid en su segunda etapa se encontró con una sala de prensa del Bernabéu dividida entre mourinhistas, capellistas y zidanistas. Hoy se podría decir que todos son ancelottistas. Y ni que decir tiene que florentinistas. No vaya a ser. Hasta los que no transpiran en blanco, como los corresponsales extranjeros y algún unicornio (haberlo, haylo), agradecen la elegancia y cordialidad del de Reggiolo.

A su lado en la sala de prensa alternan dos jefes de prensa con formas diferentes de entender el oficio y la vida. Juan Camilo es un pitbull que defiende con ferocidad a Carletto repartiendo la palabra en trinchera amiga sin salirse del sota, caballo y rey para no incomodarle con preguntas ásperas de periodistas que vuelan fuera del radar. Carlos Carbajosa, que tiene más calle, reparte juego con más desahogo entre quienes fueron sus compañeros, consciente de que Carletto se basta y se sobra para desarmar cualquier pregunta bomba.

Al italiano le gustan las conversaciones futboleras y cuando la pregunta se lo permite, se explaya. Es más, diría uno que desde que Ancelotti ha vuelto al banquillo local de Chamartín, se habla más de fútbol en las salas de prensa de Valdebebas y del Bernabéu. Y no es por panenkismo, es que el italiano ha generado ese escenario: el 4-3-3 de la KCM (Kroos-Casemiro-Modric), el rombo con Bellingham, Camavinga de lateral, Tchouaméni de central, los saques de puerta de Valverde, la posición de Vinicius en ataque…

Esta temporada le ha dado tiempo a defender a Xavi, a atizarle (“no quiero bajar a ese nivel, no es de profesionales”), a fichar a “Tchouameninga”, a tutelar a Vinicius, a apadrinar a Arda Güler, a reprobar a Piqué (“vive en su mundo”), a hacerle caso a Davide cuando le metió prisa para sacar a Joselu ante el Bayern... En sus ruedas de prensa se ha oído casi de todo, pero en ninguna se le ha escuchado una excusa o un reproche por la lesión de un jugador o la marcha de futbolistas como Benzema. Hasta le ha dado tiempo de mandar un mensaje a Mbappé antes de llegar: “En este vestuario no hay egos”. Avisado queda.

Ancelotti habló ayer y volverá a hacerlo el viernes en Londres. Y cuando el sábado por la noche, quizás ya domingo, se siente por última vez en una sala de prensa, la de Wembley, puede que haya conquistado su quinta Champions como entrenador. Un botín considerable para alguien que se ríe de Janeiro y que presume de “hablar poco y trabajar menos”. Será la última de sus 111 homilías… Y les confesaré que ha sido un placer estar presente en muchas de ellas.