CHAMPIONS: BORUSSIA 0-REAL MADRID 2

Courtois, Carvajal y Vinícius elevan al Real Madrid al Olimpo con la 'Decimoquinta' Champions

El portero sujetó al equipo, el lateral marcó de cabeza el primer gol y cerró el círculo con la sexta Champions (junto a Nacho Modric y Kroos; y el brasileño marcó el segundo tanto

LA CONTRA: El liderazgo de Carvajal prolonga la historia interminable del rey de Europa

Los jugadores del Real Madrid celebral 'La Decimoquinta' en Wembley tras ganar al Borussia Dortmund.

Los jugadores del Real Madrid celebral 'La Decimoquinta' en Wembley tras ganar al Borussia Dortmund. / Kirsty Wigglesworth / AP

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Tenía que ser Dani Carvajal, el canterano que puso la primera piedra en Valdebebas junto a Alfredo Di Stéfano el que hermanará a las dos estirpes más gloriosas de la historia de la Copa de Europa. El chico que se fue a Alemania a hacerse un hombre y que ante un equipo alemán firmó el primer párrafo otra página en el libro de oro del Real Madrid.

Pero igual que en París, fue Courtois quien sujetó a los blancos cuando la tempestad más azotaba a los de Ancelotti con su sobriedad y sus paradas que castigaron la falta de puntería de un Dortmund honorable y voluntarioso que tras el gol se deshizo y vio cómo un Vinícius majestuosos en la segunda mitad sellaba el triunfo blanco. Llegó 'La Decimoquinta' porque la Copa de Europa siguen siendo partidos de once contra once en los que siempre gana el Real Madrid. Y como canta su afición, "así gana el Madrid".

"Pies, cabeza y corazón"

Pier Paolo Pasolini, que un día reclutó a un Ancelotti adolescente para un partido en el que ajustó cuentas con Bertolucci con un balón de por medio, decía que “el fútbol se escribe con los pies, se piensa con el cerebro y se juega con el corazón”. La definición más aproximada para explicar lo que es este Real Madrid de autor que ha construido Carletto elevándolo al Olimpo futbolístico. La aplaudida deconstrucción del majestuoso once de Casemiro, Modric, Kroos, Cristiano y Benzema, convertido en un equipo mutante con pies, cabeza y mucho corazón. Y esta final de Wembley suponía, con el adiós del alemán, el epílogo de una dinastía.

Pero entre tanta grandilocuencia y euforia nadie prestaba atención al Borussia Dortmund. Algo que preocupaba al Ancelotti más nervioso que nunca vimos. “El miedo y la preocupación son importantes para hacer las cosas bien”. Y ese temor se reflejó en el césped desde el primer minuto. Un Madrid alejado de su área, pero sin desbocarse arriba en la presión. Más cabeza que corazón con Kroos aculado entre los centrales y Carvajal estirando su banda. Parecía tan cómodo el Madrid con el balón como el Borussia replegado sin él. Parecía…

Al cuarto de hora Brandt llegó desde atrás para rematar mal una pelota huérfana que persiguió con tenacidad Füllkrug, a los veinte minutos Adeyemi se quedó solo ante un Courtois que se le hizo demasiado grande en una ocasión clamorosa, y solo tres minutos después Füllkrug remataba y el palo salvaba a un Thibaut batido.

El Dortmund alcanzó la mandíbula de los blancos, que deambulaban sonados por Wembley. A los 27 Adeyemi se volvía a topar con los dos metros de un Courtois que para entonces ya había justificado su titularidad. Se confirmaba una sospecha y una realidad. La primera, de Ancelotti: “Vamos a sufrir, chicos, pero disfrutar también de ello”, dijo en el vestuario. La segunda, la falta de pegada de un Borussia que perdonaba al infalible Real Madrid. Y ya saben cómo acaba el cuento…

Rebrincado por las banderillas alemanas, los blancos trataron de rebaja el ritmo y no caer en el correcalles propuesto por Terzic. Con Kroos más pendiente de las llegadas de Sabitzer y Brandt que de mover la batuta, Courtois, el mejor de los 22, sacaba otra mano salvadora a tiro de Sabitzer a cinco minutos del descanso.

Schlotterbeck advirtió que “si controlamos a Bellingham, Vinícius y Rodrygo, tendremos opciones de ganar”. Y lo que parecía una boutade resultó ser la mejor radiografía del primer tiempo. Naufragio de la Santísima Trinidad blanca. Al descanso, los dos se iban preocupados. El Madrid por sufrir, el Dortmund por fallar. Parafraseando el himno madridista: “Courtois, y nada más”. 

Así gana el Madrid

Cada segundo que pasaba el Madrid sin irse a la lona, más peligroso era para el Dortmund. Los de Ancelotti seguían perdiendo la pelota con extrema facilidad, lo que disminuía su capacidad de amenaza. Aun así, Kroos avisó Kroos con una falta que Kobel sacó con mucho trabajo y Carvajal dio un segundo susto con una volea que complicó al meta suizo. Se desesperezaba el Madrid como un oso aletargado.

Bellingham caía a banda para conversar con Ancelotti y el partido pedía a gritos a Modric cuando Füllkrug remató en plancha un balón que se sacudió una vez más Courtois, indudablemente "el mejor portero del mundo". Vinícius y su infatigable entusiasmo generaron un córner, Rodrygo se animó por la otra banda y provocó otro, Jude apareció dos veces a la espalda de los centrales... El viento comenzaba a cambiar.

Faltaba el chispazo, la genialidad, el brochazo fino de un talento para definir la final. Y Terzic entendió que era el momento de Reus, que entró por un Adeyemi exhausto. Vinicius se inventó un regate impensable del que sacó un córner.

Y ese córner dio pie a otro que Kroos lanzó con música al primer palo, donde Carvajal madrugó el remate a todos los gigantes teutones. Será el peso de la camiseta, la jerarquía de ¡su historia o será algo efecto milagroso que opera en los jugadores cuando suena el himno de la Champions. Pero a medida que el Borussia fallaba ocasiones, el relato del partido tomaba un camino irreversible que todos conocían, los madridistas y los rivales.

UEFA Champions League final - Borussia Dortmund vs Real Madrid

UEFA Champions League final - Borussia Dortmund vs Real Madrid / ANDY RAIN

Y después del gol de Carvajal a punto estuvo Nacho de replicar la jugada, pero Kobel sacó una buena mano. La sentencia la puso el que más había hecho por ello, Vinícius. Con el Dortmund derruido, Ancelotti movió las piezas del ajedrez con tacto.

Joselu, el héroe imprevisto, entró por un Bellingham, y Kroos se fue ovacionado abrazando a su hermano Modric en el cambio. Marcó Fullkrug, pero se anuló el gol y la final terminó con Wembley retumbando al grito de "¡Reyes de Europa, somos los Reyes de Europa!". Las finales se ganan, no se juegan. Y los blancos encadenan nueve títulos seguidos y 15 en las 18 que han jugado. No intenten explicarlo, el fútbol no atiende a razones.