ROLAND GARROS

Carlitos se ha hecho mayor: del sueño de un niño de 12 años a la gloria de París

Desde muy pequeño siempre ha tenido un entorno a su alrededor para ayudarle a crecer como tenista

Carlos Alcaraz gana Roland Garros.

Carlos Alcaraz gana Roland Garros. / EFE

Jaume Pujol-Galceran

“Quédate aquí. Agáchate más. Tira duro. Dale peso. Pégale a su derecha. Entra cuando lo veas claro. Saca abierto. Busca el cuerpo”. Los consejos se repiten una y cien veces en cada partido. Juan Carlos Ferrero no deja de hablar a Carlos Alcaraz sentado en el palco de la Philippe Chatrier. Desde que se permite el ‘coaching’ en el tenis ya no hay necesidad de disimular los consejos con gestos como se hacía antes. Sorprende, eso sí, la insistencia de Ferrero con un jugador del nivel de su pupilo. Serio, concentrado y pendiente de cualquier movimiento del rival. El exnúmero 1 mundial parece como si manejara un mando y estuviera jugando en la PlayStation.

Alcaraz está acostumbrado. ¿Lo necesita? Parece que así lo creen Ferrero y su equipo, aunque Alcaraz ya ha madurado mucho. Nada tiene que ver con ese Carlitos que aterrizó en Villena, con 14 años, para ponerse en manos de Ferrero. “Está muy lejos de la pista y a veces no escucho nada de lo que me dice", asegura el tenista murciano. "Pero lo tengo muy presente: jugar con el corazón y el resto ya lo sabéis. Jugar con pasión, el sueño de un niño de jugar estas situaciones”.

Un sueño nacido de ver cientos de partidos de tenis por televisión, de salir corriendo del cole para seguir Roland Garros, de pelotear a ser campeón con sus hermanos en las pistas de la Real Sociedad Club de Campo de Murcia, mientras su padre Carlos daba clases de tenis. Lo lleva inyectado en la sangre desde muy pequeño.

Ilusión cumplida

Tras llegar a la final, Alcaraz recordaba la vez que estuvo en Roland Garros para jugar el trofeo Longines, con 12 años, en una pista de tenis que se había montado a los pies de la Torre Eiffel. “¿Cuál es tu sueño?”, le preguntaban en un vídeo grabado por la firma de relojes. “Ganar Roland Garros”, decía tímido y serio. “¿Y tu ídolo?”. “Roger Federer”, añadía. Era en 2015 y Alcaraz viajó a París acompañado por Carlos Santos, uno de sus primeros entrenadores en Murcia. Ese año el campeón sería inesperadamente el suizo Stan Wawrinka, después de que Novak Djokovic eliminara a Nadal en cuartos de final.

Esa ilusión de niño de Alcaraz se ha cumplido nueve años más tarde, pero antes de hacerse realidad y levantar la Copa de los Mosqueteros. De dejar su “huella” en la lista de campeones del torneo, Carlitos llegaba con unas credenciales de campeón ya consagrado. Su primer título de Grand Slam en el Abierto de Estados Unidos en 2022, el número 1 más joven de la historia con 19 años (11 de septiembre de 2022), campeón de Wimbledon en 2023 y 13 títulos acumulados antes de ganar en París.

Proceso de maduración

Un palmarés para creer que Carlitos, como quiere que le llamen y siguen haciendo sus padres, hermanos y amigos en Murcia, ya es un hombre hecho y derecho. Su relación con Ferrero ya ha cambiado, aunque sigue siendo muy cercana. “Se puede diferenciar en momentos del día: entrenador puro y duro, otros que soy amigo por el tipo de bromas, y lo de ser su padre se lo dejo a su padre”, decía el técnico valenciano, también número 1 y campeón en Roland Garros en 2003.

Ferrero piensa que Alcaraz sigue en evolución y necesita ayuda. “Está en ello. Es un proceso lento que está haciendo de manera natural aunque, con 21 años, nadie de los que estamos aquí lo hemos sido. Jugando al tenis se madura mucho antes, pero todavía le falta”, destacaba. “Hay que estar encima para que abra bien los ojos”, decía Ferrero sobre su dirección en pista. “La construcción de un jugador nunca debería parar. Hasta los mejores del mundo deben tener esa necesidad de trabajar. La monotonía te aburriría y no entrarías en la pista motivado. No necesita tanto como cuando tenía 15 años. Ya se va dando cuenta de en qué está fallando. Tiene más experiencia”. 

Ser el mejor

Pero no solo Ferrero está pendiente de Alcaraz. Desde muy pequeño siempre ha tenido un entorno a su alrededor para ayudarle a crecer como tenista, desde que lo fichó para IMG, su mánager, Albert Molina, con solo 10 años, viendo el potencial que tenía ya en esa época en la que ganaba a jugadores dos y tres años mayor que él. 

Ahora Alcaraz ya ha formado un equipo que le ayuda. Junto a Molina y Ferrero en el box de París, además de su familia, están pendientes del tenista murciano su hermano mayor, Álvaro, que le hace de sparring en los entrenamientos; Juanjo López, médico y traumatólogo, que lo conoce desde su infancia; Isabel Balaguer, psicóloga; Albert Lledó, preparador físico, y Juanjo Moreno, fisio.

“Todos tenemos mucha experiencia, muy buena relación desde hace mucho tiempo, ayuda a que estemos unidos y que sea más sencillo para trabajar”, valora Ferrero. Todos están preparados y dispuestos para hacer de Carlitos un mejor jugador. “Para ser el mejor tenista hay que ser el mejor en todas las superficies, como hizo Roger, Murray, Nadal….”, dice sonriendo. De momento lo ha conseguido con su victoria en Roland Garros y con solo 21 años y 35 días.