TENIS | ROLAND GARROS

Carlos Alcaraz, rey de París y de los quintos sets: "Se trata de luchar hasta no poder más. Es lo que hace un guerrero"

El tenista murciano, campeón de Roland Garros tras una agónica final ante Zverev, ha ganado once de los doce partidos en los que ha llegado al parcial decisivo durante su carrera, un registro que no tiene comparación en toda la historia del tenis

Carlos Alcaraz, con la Copa de los Mosqueteros tras ganar en Roland Garros.

Carlos Alcaraz, con la Copa de los Mosqueteros tras ganar en Roland Garros. / Associated Press/LaPresse

Daniel Gómez Alonso

Daniel Gómez Alonso

Cuando Alexander Zverev se vio arrastrado por Carlos Alcaraz a las profundidades del quinto set en la final de Roland Garros, el alemán ya era hombre muerto. Quizás ni él mismo lo sabía. Quizás pensó que sus opciones seguían abiertas, que a un chaval de escasos 21 años en algún momento le tenía que pesar la presión de verse ante un escenario tan descomunal. O quizás simplemente se propuso luchar contra un destino destino que ya estaba escrito.

Es posible que ya supiera, como lo saben todos, que cuando llega el momento del tembleque, Alcaraz reacciona al contrario de lo que cabría esperar en cualquier otro ser humano corriente y moliente. Que cuando todos los demás dudan, el murciano arremete con todo lo que tiene y no da otra opción que claudicar ante un talento incontenible que en los momentos de la verdad se desboca.

En esos escenarios mandan los valientes, y de esa cualidad va sobrado Alcaraz, todo un gigante cuando los partidos se eternizan. Su físico explosivo y sus músculos reviven cuando los de los demás empiezan a desfallecer. Y su cabeza, que no concibe otra cosa que machacar, se crece. En París, Zverev paso a formar parte de una lista de víctimas que asusta. Por cantidad, pero sobre todo por nombres.

De Djokovic a Zverev pasando por Sinner

En ella figuran tipos como Novak Djokovic, Jannik Sinner (por partida doble), Stefanos Tsitsipas o Marin Cilic. Casi nada. Desde que venció al japonés Yasutaka Uchiyama en primera ronda de Wimbledon en 2021 en el quinto, Alcaraz sólo ha perdido un partido que se ha ido al set decisivo en un Grand Slam. Fue en la tercera ronda del Open de Australia 2022, cuando siendo aún un pipiolo de 18 años cayó frente a Matteo Berrettini, llevando al italiano al super tie break. Desde entonces, pleno.

"Tengo claro que en el quinto set hay que dejarlo todo en la pista, es donde hay que incrementar el nivel. No es la hora de mostrar debilidades ni de mostrar al rival que estás cansado, que probablemente no tengas más fuerzas", resumía Alcaraz tras ganar a Sinner en las semifinales, en un discurso que parecía una premonición de lo que se venía en la final.  

PARIS, June 9, 2024 -- Carlos Alcaraz hits a return during the men's singles final between Carlos Alcaraz of Spain and Alexander Zverev of Germany at the French tennis tournament in Paris, France, June 9, 2024.,Image: 880151884, License: Rights-managed, Restrictions: , Model Release: no, Credit line: Meng Dingbo / Xinhua News / ContactoPhoto Editorial licence valid only for Spain and 3 MONTHS from the date of the image, then delete it from your archive. For non-editorial and non-licensed use, please contact EUROPA PRESS. 09/06/2024 ONLY FOR USE IN SPAIN / Meng Dingbo / Xinhua News / ContactoPhoto;se;Alcaraz of Spain during the fifteenth day of Roland-Garros 2024

Carlos Alcaraz, durante la final de Roland Garros ante Zverev. / Xinhua vía Europa Press

"Es un momento en el que hay que sacar todo lo que tienes dentro, de no mostrar flaqueza, de mostrar fuerza mental y fuerza física. Y la verdad es que cuando hay un quinto set juego con esa estadística a favor. Sé que en esos momentos, si el otro me quiere ganar, tiene que jugar a un nivel altísimo, tener un nivel de físico altísimo. Eso me ayuda a tener una tranquilidad de cara a los quintos sets, que es muy importante", resumía Alcaraz, que no va de farol cuando dice que le encantan estos momentos.

Alcaraz, un porcentaje sin igual

Competidor extremo, los números le dan la razón. Una efectividad del 91 por ciento cuando llega al último y decisivo set, ese que solo se juega en los Grand Slam, unas cifras sin parangón ni siquiera entre las grandes leyendas del tenis. Aunque bien es cierto que habiendo disputado muchos más partidos, solo Djokovic, que cuenta con un balance de 41-11 en quintos sets, (un 78,8 por ciento), se le acerca. Nadal, por su parte, ostenta a un 26-13 (66,6 por ciento), y Federer tiene un 33-23 (58,9 por ciento).

Porque además, Alcaraz ha cimentado sus tres títulos de Grand Slam sobre su forma de afrontar estos momentos de máxima tensión. En el US Open de 2022, donde levantó el título tras ganar en cinco sets en octavos, cuartos (para el recuerdo de mucho quedará el duelo ante Sinner como "el mejor de la historia del tenis") y semifinales. O en Wimbledon 2023, donde llegó hasta el último parcial para derribar el mito de Djokovic en la central del All England Lawn Tennis y Croquet Club.

Por eso, cuando llegó al quinto, tanto en la semifinal como en la final de Roland Garros de este año, ante Sinner y Zverev respectivamente, Alcaraz ya sabía de qué iba el cuento. Y sus rivales también, como explicó después el alemán.

"La intensidad a la que juega al tenis es diferente en comparación con los demás. Puede hacer muchas cosas distintas. Ha empezado a jugar diferente en el quinto set, jugando mucho más alto, más profundo para que yo no creara tanta potencia. Es un jugador fantástico", resumió un Zverev resignado, como tantos otros, ante la tiranía de un tenista único que juega con la calma de un veterano y la vitalidad de lo que es, un joven de apenas 21 años.

"Puedes avanzar rondas, pero llegado el momento, si no estás fuerte de cabeza, no lo logras. En el quinto set de la final, ya era hora de dejarlo todo, luchando hasta no poder más. Es lo que hace un guerrero, y yo me considero un guerrero”, zanjó, por su parte, Alcaraz, un jugador total con una genética tan poderosa que lleva al extremo eso de que "las finales no están para jugarlas, sino para ganarlas". Y así ya van tres de las gordas, y las que quedan.