BALONCESTO

La final Celtics-Lakers del 84 en la NBA: del orgullo de Larry Bird a la argucia contra 'Tragic' Johnson

Hace 40 años, los legendarios equipos de baloncesto de Boston y Los Ángeles se enfrentaron en busca del título en una serie de partidos que dejó para la historia un buen número de anécdotas, controversias, tensiones y actuaciones estelares

Magic Johnson y Larry Bird, durante un Lakers-Celtics.

Magic Johnson y Larry Bird, durante un Lakers-Celtics. / Archivo

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

El clásico de los clásicos de la mejor liga de baloncesto del mundo se ha jugado durante décadas confrontando los múltiples antagonismos de los que hoy son los dos equipos más laureados del campeonato norteamericano con 17 anillos cada uno. Los Boston Celtics y Los Ángeles Lakers han representado históricamente dos estilos de juego muy diferenciados y filosofías organizativas dispares. También lo son sus vestimentas, con predominio verde y blanco en el caso de los Celtics y dorado y púrpura para los Lakers.

En los años 60, los duelos entre Bill Russell (Celtics) y Wilt Chamberlain (Lakers) resultaban memorables. Especialmente para los aficionados de Boston, que vieron a su jugador sumar en su palmarés hasta once títulos. La década de los setenta, por contra, resultó decepcionante para los Celtics, que no fueron capaces de obtener ningún título más. Mientras, los lacustres debían conformarse con ser campeones en sólo una ocasión (1972). Aquella década resultó bastante complicada para la NBA. Las audiencias televisivas se desplomaban y el interés decaía entre los aficionados, lo que provocó que las canchas mostraran muchos asientos vacíos durante los encuentros.

Sin embargo, el año 1979 vaticinaba que todo eso podía cambiar. El enfrentamiento en la final universitaria entre la Indiana State del introvertido rubio Larry Bird y la Michigan del sonriente y explosivo Earvin Johson evidenciaba ya un choque de antagonismos que prometía trasladarse a la NBA para relanzarla. Johnson ganó la partida en aquel choque universitario, pero después vendrían muchos más sonados enfrentamientos entre ambos, ya como profesionales.

Bill Russell, once veces campeón de la NBA con los Celtics.

Bill Russell, once veces campeón de la NBA con los Celtics. / Europa Press

Bird lo hacía todo en la cancha: anotaba, reboteaba y asistía; Johnson era un base de más de dos metros con una capacidad para correr y hacer jugar a los suyos casi sobrenatural. Uno era blanco; el otro, negro. Uno jugaría en el Este; el otro en el Oeste. Bird acabaría en los Celtics gracias a las maniobras de Red Auerbach, presidente de la institución. Johnson sería la gran apuesta del proyecto deportivo del controvertido propietario de los Lakers Jerry Buss. Cada uno de ellos representaba, más allá de la gran esperanza para cada uno de sus futuros equipos, los cimientos sobre los que sustentar el renacimiento deportivo, mediático y comercial de la NBA.

La octava final Boston-Los Ángeles

En mayo de 1984, los Celtics y los Lakers, con Bird y Johnson, se verían las caras en una final en la que los angelinos partían como favoritos. La CBS transmitiría toda la serie con un espectacular registro de audiencia. Era la octava ocasión en que ambos equipos se enfrentaban en una final y todas hasta entonces se habían saldado a favor del equipo de Massachusetts.

Roberto Anidos, autor del libro Los Ángeles Lakers. Una historia completa(The Galobart Books), apunta que la diferencia entre ambos equipos en 1984 consistía en que el equipo de Boston “tenía un gran sello, forjado por muchos años y muchos títulos. Sobre todo con un juego muy físico, muy intenso, con una enorme capacidad de sacrificio. Era la viva imagen de una ciudad como la de Boston, de lo que se denomina como el orgullo de los Celtics”. “Boston jugaba con una superestrella como era Larry Bird, excelentemente secundado por Dennis Johnson y Robert Parish en el ‘5’ y Kevin McHale apoyando en la pintura, con un equipo muy hecho y una rotación de siete u ocho jugadores, con dos o tres estrellas y que tenía muy claro cuál era el rol de cada uno”, considera Anidos, que es CEO del portal web especializado en baloncesto Piratas del basket.

Enfrente estaban los Lakers, “ya no sólo con la sorpresa de Magic Johnson, ni siendo el equipo exclusivamente de Kareem Abdul-Jabbar, que fue el mejor de los angelinos, sino que también estaba James Worthy y a partir de ahí en segunda línea con Michael Cooper, Bob McAdoo y un banquillo que sabía qué hacer en los minutos de que disponía para estar en juego”, recuerda Anidos.

Magic Johnson y Larry Bird disputan un balón en un partido Celtics-Lakers.

Magic Johnson y Larry Bird disputan un balón en un partido Celtics-Lakers. / Peter Southwick

El 27 de mayo se disputó el primer partido de la serie final en el Boston Garden. La sonora hostilidad de la afición ‘verde’ hacia el equipo de Los Ángeles no pudo evitar la derrota de los suyos (109-115). Los 24 puntos y 14 rebotes de Bird y los 25 puntos y 8 rebotes de McHale no sirvieron como antídoto para la brilante actuación de Jabbar, que anotó 32 puntos y se hizo con 8 rechaces. Los números de Magic Johnson tampoco fueron malos: 18 puntos, 6 rebotes y 10 asistencias. Los Lakers, así, asestaban el primer golpe en el corazón de los Celtics.

El error de Magic

Cuatro días después, el 31 de mayo, en el segundo encuentro de la serie, la victoria parecía que caería del lado de los Lakers, pero a falta de 20 segundos pparael final el jugador de los Celtics Kevin McHale falló un tiro libre, Magic Johnson atrapó el rebote y por un error de comunicación con su entrenador Pat Riley el base angelino pidió un tiempo muerto en lugar de agotar el tiempo. En la reanudación del juego, Gerald Henderson, el base de los Celtics, robó un balón crucial tras un mal pase de Worthy, y consiguió anotar, mandando el partido a la prórroga. En el tiempo extra, los Celtics se impusieron por 124 a 121 y respiraron aliviados.

Bird volvió a ser el más destacado en el equipo de Boston con 27 puntos y 13 rebotes, con una buena aportación de Parish (18 puntos y 11 rebotes). En los Lakers sobresalieron los 29 puntos de Worthy, pero su fatal error en el pase decisivo ensombreció sus estadísticas. Magic rozó el triple doble con 27 puntos, 10 rebotes y 9 asistencias. La serie viajaría a Los Ángeles con ambos equipos firmando tablas.

Kevin McHale agarra por detrás a James Worthy durante un Celics-Lakers.

Kevin McHale agarra por detrás a James Worthy durante un Celtics-Lakers. / Elise Amendaola / AP

El tercer choque no tuvo demasiada historia: los Lakers barrieron a los Celtics (137-104). Siete jugadores angelinos anotaron 13 o más puntos en un festival ofensivo que levantó muchas ampollas en el equipo de la costa Este. Larry Bird, irritado y frustrado, soltó un exabrupto extemporáneo ante la prensa cuando fue preguntado por sus sensaciones tras la debacle: “Hemos jugado como mariquitas”, dijo. La desafortunada frase sirvió, sin embargo, para encender la agresividad de los Celtics. Una jugada en el cuarto partido acabaría determinando por su rudeza y contundencia el signo de las finales.

La falta de McHale

Ese cuarto enfrentamiento, de nuevo en California, se jugó el 6 de junio. El entrenador de los Celtics, K. C. Jones, había dado la consigna de emplearse con mayor contundencia en defensa. “No quiero más bandejas en nuestra canasta”, espetó a los suyos.

“Con dos victorias a una a favor de los Lakers, Boston ve que la manera que hay de ganar a sus rivales es elevar su dureza en el juego, tienen que ser muchísimo más intensos en lo físico y en lo psicológico”, recuerda Roberto Anidos.

Los jugadores de Boston eran conscientes de que en el tercer partido habían permitido demasiadas canastas cómodas a los Lakers. Y sus jugadores tomaron nota. En un contraataque de los angelinos el jugador de los Celtics Kevin McHale se lanzó con toda su fiereza sobre Kurt Rambis realizando una falta realmente violenta. Aquella acción tuvo una respuesta inmediata en forma de tángana, pero la sangre finalmente no llegó al río. El partido se calentó después y otra acción poco deportiva de Jabbar sobre Bird generó un ambiente de tensión aún mayor con ambos jugadores juntando sus rostros y desafiándose. Pero, sobre todo, aquella violenta acción de McHale sirvió para frenar la explosividad del equipo de Los Ángeles. Fue una advertencia. "Aquel derribo de Rambis había cambiado totalmente el aspecto de la serie", diría años después Magic Johnson, tal y como recoge la periodista Jackie MacMullan en su libro Cuando el juego era nuestro, en cuya portada figuran Bird y Johnson.

El choque volvió a resolverse en la prórroga a favor de Boston (125-129), una victoria de los Celtics de nuevo propiciada por un error de Magic Jonshon en un mal pase sobre Worthy. Aquel error pesó mucho en el base de los Lakers, que se sintió culpable de la derrota de su equipo. Muchos años después, Magic reconocería que aquella jugada le ha seguido persiguiendo durante años. "Lloré durante tres meses, todo el verano lloré porque decepcioné a mis compañeros de equipo. Yo fui la razón por la que perdimos el campeonato", aseguró Johnson en el pódcast Renaissance Man de Jalen Rose en 2021. En aquel momento, tras el error de Johnson en el cuarto partido de las finales de la NBA, el orgullo verde de la afición de los Celtics se transformó en sarcasmo para sustituir el apelativo del base de los Lakers por el de Tragic.

Roberto Anidos apunta que “el apelativo de Tragic no se lo ganó Johnson, sino que estaba dentro de un plan de todo el entorno de los Celtics, que lo que quería era ejercer la mayor presión posible sobre él. Era más una argucia que una realidad”.

El 'Heat Game'

El quinto partido se jugó en Boston el 8 de junio y acabó pasando a la historia como el Heat Game (el partido del calor), ya que tuvo que jugarse con altísimas temperaturas en el Boston Garden debido a que el aire acondicionado del recinto se había estropeado. El insoportable calor causó estragos en muchos espectadores y en varios jugadores. Mientras Jabbar tuvo que ponerse una mascarilla de oxígeno y acusó la elevada temperatura los locales se ajustaron mejor al durísimo ambiente recargado por el calor. Uno de los árbitros, Hugh Evans, sufrió un desmayo y tuvo que ser sustituido por un compañero.

Aquel partido fue una encerrona. Las temperaturas del pabellón estaban entre los 36 y los 46 grados tanto en la cancha como en los vestuarios. Hubo una deshidratación general y en los jugadores”, recuerda Anidos.

El partido acabó con la victoria de Boston por 121 a 103. Los Celtics tomaban así la delantera en la final (3-2) tras una actuación majestuosa de Larry Bird, que anotó 34 puntos y rebañó 17 rebotes. Dos días más tarde, de vuelta a casa los Lakers se impusieron 119-108 sobre los Celtics en el sexto partido gracias a la actuación de Jabbar (30 puntos) y de un inspirado Michael Cooper, que contribuyó a la victoria de su equipo con 23 puntos y 8 asistencias.

Bird se lleva el MVP

El 12 de junio, el Boston Garden albergaba el séptimo y definitivo encuentro de la serie. Los Celtics se impusieron por 111 a 102 con un Maxwell estelar que acabó el partido como máximo anotador de Boston con 24 puntos, sumando además 8 rebotes y 8 asistencias. De poco sirvieron los 29 puntos de Jabbar y los 16 tantos con 15 asistencias de Magic. El título volvía a quedarse en Boston.

Los Lakers intentaron un baloncesto rápido, transversal, aunque aún no era el equipo que fuese capaz de jugar a otra velocidad, que lo vimos más en años posteriores, pero estaba claro que jugaban un baloncesto más dinámico, con jugadores con mucha capacidad para hacer daño ofensivamente y más especialistas en el aspecto defensivo, pero tuvo que enfrentarse a unos Celtics más sobrios, más inteligentes y seguramente con menos armas que los Lakers, pero que eran conocedores de a quién darle el balón en cada momento”, concluye Roberto Anidos.

Bird fue elegido MVP de las finales tras promediar 27,4 puntos, 14 rebotes y 3,6 asistencias por partido. En total, el jugador proveniente de Indiana había atrapado 98 rebotes en la serie, la friolera de 54 más que Magic Johnson. El rubio jugador de los Celtics firmaba así su venganza particular tras la derrota ante Johnson en la final universitaria. Y Boston volvió a proclamarse campeón extendiendo la maldición de los Lakers, que seguían sin poder superar al equipo de la costa Este en unas finales.