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Lamine Yamal

No exacerbemos el relato del chico de barrio que llega a lo más alto, porque dejaremos un reguero de frustración, y disfrutemos de un futbolista excepcional

Lamine Yamal sonríe en las semifinales de la Eurocopa frente a Francia.

Lamine Yamal sonríe en las semifinales de la Eurocopa frente a Francia. / RONALD WITTEK

Hace unos días, los compañeros de Sport recuperaron las fotos del bebé Lamine Yamal acurrucado por el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, Lionel Messi, para un calendario solidario. El traspaso de poderes entre un futbolista que ha marcado una época y otro que está llamado a hacerlo estaba en marcha. Y los compañeros de Sport habían ejercido de notarios. Este martes, en las semifinales de la Eurocopa, Lamine ha demostrado que tiene todas las características para ser uno de los grandes del balón: el gol por la escuadra que colocó ante la mirada incrédula de Rabiot es el mejor ejemplo.

Lamine Yamal es producto de la Masia, la cantera del Barça que tantas alegrías le ha dado a la selección española: las dos últimas eurocopas y el Mundial no se entienden sin la columna vertebral nacida de la fábrica de futbolistas excepcionales que tienen los culés.

De padre marroquí, Munir, y madre ecuatoguineana, Sheila, el joven Lamine Yamal nació en Esplugues de Llobregat, a medio camino entre la ciudad deportiva del Barça y el Camp Nou, pero creció en Rocafonda, en Mataró, uno de los barrios más deprimidos de Cataluña. Sólo sus excepcionales condiciones para el fútbol y la perseverancia de su madre y de su padre, que se colaba con el pequeño Lamine en Rodalies porque no tenía dinero para llevarlo a los entrenamientos, y el olfato de los técnicos del Barça permitirán que el domingo juegue la final de la Eurocopa… con 17 años y un día. El sábado es su cumpleaños.

En Rocafonda todos quieren ser ahora Lamine Yamal porque no es fácil crecer en Rocafonda: un 52% de la población es de origen extranjero y es el barrio con mayor porcentaje de hogares con cinco miembros o más de Mataró. Pero a todos esos chavales que quieren imitarle hay que decirles que es muy improbable que salga del barrio otro Lamine Yamal, como no ha salido otro Messi de Rosario. El futuro de los habitantes de barrios como Rocafonda, de los que hay muchos por toda la geografía española, no es el fútbol, es imposible que lo sea. Pero Lamine Yamal sí puede darles algunas lecciones a sus exvecinos: constancia, trabajo, esfuerzo, humildad…

No exacerbemos el relato del chico de barrio que llega a lo más alto, porque detrás dejaremos un reguero de frustración. Pero disfrutemos de su juego desinhibido, de su juventud exultante… de un futbolista excepcional.